De niño vivió en un hospital siquiátrico. No estaba enfermo ni sufría problemas mentales: su padre era el director del hospital en Saint-Brevin-les-Pins, y Patrick Deville vivía como un pequeño interno. "Mis compañeros de juego eran locos", ha dicho.  En esos años se enamoró de la lectura y los libros, sobre todo de uno que releía siempre: La alfombra mágica, de Mary Zimerman, la historia de un niño que viajaba por el mundo.

Deville (1957) ha seguido de algún modo la misma historia. Después de una juventud politizada, con drogas y música rock, estudios de literatura y filosofía, en 1980 hizo las maletas. Viajó al Golfo Pérsico como agregado cultural de Francia. Salió de allí en 1987, con su primer libro bajo el brazo. Luego vendrían más viajes: Nicaragua, Cuba, México y Vietnam, donde transcurre su última novela, Peste & cólera, aclamada por la crítica, Premio Fémina 2012.

Hoy es uno de los narradores más destacados de Francia y es el próximo invitado al ciclo La Ciudad y las Palabras, del Doctorado en Arquitectura de la UC, que es apoyado por La Tercera y suma nuevo auspiciador, Angloamerican. Deville dictará una conferencia el jueves 16 de abril, a las 19.00, en el auditorio de Arquitectura del Campus Lo Contador UC.

Cercano a Jean Echenoz y Pierre Michon,  lector de Cendrars y Nabokov, Deville es viajero y escritor, aunque detesta la etiqueta escritor viajero. Lo suyo son exploraciones literarias e históricas: vidas de aventureros, inmersiones en el siglo XIX para iluminar el XXI .

Tras publicar cinco novelas de corte minimalista, en 2004 comenzó un nuevo ciclo, que abrió  caminos insospechados en su obra y que lo llevó al reconocimiento. Ese año publicó Pura vida, la historia de William Walker, un norteamericano  extravagante y estafador que fue presidente de Nicaragua  por un año y murió fusilado en Honduras. Para escribirla, viajó a Nicaragua, investigó al personaje e hizo amnistades en el sandinismo.

Cinco años más tarde editó Ecuatoria, novela recién traducida al español por Anagrama, una exploración en Africa tras la huella de Pierre Savorgnan de Brazza, fundador de la capital del Congo. En su travesía aparecen también otros personajes, desde Livingstone y Stanley al Che Guevara.

En su siguiente novela fue más lejos: Kampuchea va tras el rastro del naturalista francés Henri Mouhot, quien en su búsqueda de  mariposas llegó a descubrir los templos de Angkor, en Camboya. La novela abarca  hasta la revolución de los Jemeres Rojos (1975-1979) y fue elegida entre las mejores de 2011 en Francia. De ella nacería la siguiente, Peste & cólera, acaso la que condensa mejor sus intereses. El protagonista es Alexandre Yersin, bacteriólogo francés discípulo de Louis Pasteur, quien decubrió el bacilo de la peste en 1894 y fue a morir en Indochina. "Cuando escribía Kampuchea, hablaba de Albert Calmette, otro bacteriólogo, y ya sabía que los pasteurianos merecían que se les dedicara un libro", dijo a Le Figaro. "Era mi proyecto inicial: hablar de esta banda. Quiero mucho a esta banda de jóvenes. Admiro tanto a Yersin como a Gauguin. Para mí, su motivación es la misma: son capaces de abandonar todo para seguir una causa personal. ¡Esta puede ser la revolución proletaria, la revolución de la pintura o la revolución microbiana!".