El avión Solar Impulse, propulsado únicamente por la energía que capta del Sol, completó su travesía de EE.UU. cuando aterrizó poco antes de la media noche pasada en el aeropuerto John F. Kennedy de Nueva York, informaron hoy responsables del proyecto.

"Quizá, si no tuviese diez cámaras apuntadas a mí, me largaría a llorar", declaró el aventurero Bertrand Piccard, uno de los dos pilotos en el viaje iniciado hace dos meses desde Mountain View, en California.

El último tramo de la travesía, un vuelo de 18 horas desde Washington D.C., tuvo su ingrediente dramático cuando se descubrió que había una rasgadura de dos metros y medio de largo en la tela del ala izquierda inferior.

André Borschberg ocupaba el asiento de piloto en esta porción del vuelo y notó un problema de balance con las alas el sábado durante la tarde. Las imágenes captadas desde un helicóptero que acompañaba al Solar Impulso confirmaron el daño.

"Esta última etapa fue particularmente difícil debido al daño en la tela del ala", dijo Borschberg, co fundador y ejecutivo principal de la empresa Solar Impulse.

"Esto nos obligó a considerar todas las posibilidades incluida la de descender sobre el Atlántico", añadió. "Pero este tipo de problemas es inherente en toda empresa experimental, y no nos impidió completar la misión a través de Estados Unidos".

La travesía se había iniciado el 3 de mayo y Piccard y Borschberg pilotaron el aparato en vuelos con escalas en Phoenix (Arizona), Dallas-Fort Worth (Texas), St. Louis (Missouri), Cincinnati (Ohio), y Washington DC.

"El vuelo de costa a costa siempre ha sido un hito mítico pleno de retos para los pioneros de la aviación", dijo Piccard. "Durante esta travesía tuvimos que hallar soluciones para muchas situaciones imprevistas, lo cual nos obligó a desarrollar destrezas y estrategias novedosas".

La etapa final comenzó a la hora 04:46 del sábado con la partida desde el Aeropuerto Internacional Dulles, al oeste de Washington. La velocidad máxima que alcanza este avión es de unos 72 kilómetros por hora y los pilotos tenían por delante una jornada de 335 kilómetros.

Un consorcio de inversionistas europeos ha puesto 115 millones de dólares durante la última década para apoyar el proyecto que procura demostrar la viabilidad de tecnologías que incluyen la generación y almacenamiento de energía tomada del Sol y el desarrollo de materiales compuestos ultralivianos.

Aunque el Solar Impulse pesa lo mismo que un automóvil pequeño la extensión de sus alas es similar a la de un jumbo jet boeing 747 y los dos motores que impulsan las hélices obtienen su energía de unas 12.000 células solares cuya electricidad de almacena en baterías que pesan más de 350 kilogramos.