La anexión de Crimea por Rusia de hace un año tomó a casi todo el mundo por sorpresa. El ejército ruso disimuló sus operaciones y las negó, pero esos "pequeños hombres verdes" que aparecieron en la península del Mar Negro eran un caso ejemplar del manual de las prácticas rusas de decepción militar, o maskirovka.
En una escuela de cadetes en los suburbios en el sur de Moscú, el general Alexander Vladimirov saca dos enormes volúmenes rojos de su biblioteca y los deja caer sobre la mesa.
"Mi teoría y ciencia de la guerra", dice, radiante. "¡Es tres veces más largo que 'La guerra y la paz' de León Tolstoi!".
Vladimirov, vicepresidente del Colegio de Expertos Militares de Rusia, es una autoridad en maskirovka: el sello distintivo de la estrategia de guerra rusa. La palabra se traduce como "algo enmascarado" o "un pequeño baile de máscaras".
"Desde que nació, el hombre tuvo que pelear", dice. "Cuando comenzó a cazar, se tuvo que pintar con colores distintos para evitar que se lo comiera el tigre. De ese momento en adelante, maskirovka empezó a ser parte de su vida. Toda la historia humana puede presentarse como la historia del engaño".
Contra la Horda de oro
Vladimirov cita liberalmente al general romano Frontinus y al antiguo filósofo chino Sun Tzu, quien describió la guerra como un eterno sendero de astucia.
Sin embargo es Rusia, me dice con un orgullo indudable, la que a lo largo de los siglos ha refinado esas técnicas hasta la perfección.
Uno de los ejemplos más famosos es la Batalla de Kulikovo en 1380, cuando el joven príncipe moscovita Dmitri Donskói y sus 50.000 guerreros rusos se enfrentaron a 150.000 soldados mongoles y tártaros liderados por Kan Mamái.
Fue la primera vez en la que los eslavos lucharon como un ejército unido: Rusia contra la Horda de Oro.
"Los enfrentamientos fueron muy difíciles pero eventualmente triunfamos gracias a que un regimiento estaba escondido en el bosque", cuenta Vladimirov. "Atacaron feroz y sorpresivamente, y los tártaros emboscados huyeron".
Contra Hitler
Eso fue sólo el principio.
Vladimirov recita otras batallas legendarias más recientes en las que Rusia venció a sus enemigos con astucia y brillantez.
Está la operación Jassy-Kishinev de agosto 1944, que involucró decenas de tanques de mentira, así como el despacho de divisiones enteras del Ejército Rojo a direcciones falsas para confundir a los alemanes.
Y esa tuvo lugar poco después de la operación Bagratión en Bielorrusia, que le había asestado un golpe devastador a las tropas de Adolf Hitler.
"Era claro que las habilidades militares de los líderes soviéticos eran superiores a las de los alemanes", se ufana Vladimirov.
"¡Nuestros generales decidieron no ir por el camino fácil sino atravesar los pantanos! Así atacaron la retaguardia de las fuerzas alemanas. ¡Eso es maestría! Durante todo Bagratión hubo ejemplos colosales de maskirovka que involucraron miles de tanques y tropas. Después de eso, la guerra estaba prácticamente ganada".
De 117 divisiones y seis brigadas, la mitad quedó destruidas y el resto sufrió 50% de pérdidas. Medio millón de alemanes murieron.
Como por acto de magia
La sorpresa es el ingrediente clave de maskirovka, y las fuerzas clandestinas que ocuparon Crimea en febrero pasado ciertamente sorprendieron.
Pyotr Shelomovskiy, un fotoperiodista ruso, estaba ahí cuando llegaron. Se había ido a Crimea anticipando tensiones, pues el presidente de Ucrania respaldado por Rusia, Viktor Yanukovych, había huido del país.
El 24 de febrero, vio cómo los activistas prorrusos locales construyeron una pequeña barricada en la plaza frente al parlamento.
"Empezaron a hacer té y a distribuir bebidas. A algunos periodistas nos permitieron tomar fotos", recuerda. "Y eso fue todo por esa noche".
O al menos eso fue lo que él pensó. Pero en la madrugada, camiones militares sin marca llegaron llenos de hombres fuertemente armados.
"Le ordenaron a esos activistas que se acostaran en el piso, hasta que comprobaron que eran del mismo lado", le dice a la BBC Shelomovskiy. Luego hicieron que llevaran municiones al parlamento.
Eso es lo que le contaron los activistas la mañana siguiente. "Ellos mismos no entendían qué estaba pasando".
Las tropas que llegaron en la oscuridad, como por acto de magia, sin insignias en sus uniformes color aceituna, fueron apodados "pequeños hombres verdes".
"Ahora sabemos que eran miembros de las fuerzas especiales rusas. Pero nadie dijo eso en ese momento", señala Shelomovskiy.
OTAN despistada
La negación es otro componente vital en maskirovka.
En una conferencia de prensa unos días más tarde, Vladimir Putin eludió sin pestañear las preguntas incómodas sobre el origen de las tropas.
"Hay muchos uniformes militares", dijo. "Entre en cualquier tienda y encontrará uno".
Pero, ¿eran soldados rusos? Sin dar ninguna pista con sus gestos, el presidente dijo que los hombres eran unidades de autodefensa locales.
Cinco semanas después, una vez la anexión había sido oficializada por el Parlamento en Moscú, Putin admitió que tropas rusas habían sido desplegadas en Crimea.
No obstante, la mentira había cumplido su propósito.
Maskirovka se usa para hacer que los enemigos pierdan su equilibrio, para mantenerlos confundidos.
El general Gordon "Skip" Davis, a cargo de las operaciones e inteligencia en el cuartel militar de la OTAN en Bélgica, admite que a él y sus colegas les tomó un tiempo entender el "tamaño y escala" de los refuerzos de tropas que era "continuamente negado por los rusos".
Déjà vu
A diferencia de la OTAN, la historiadora y periodista Anne Applebaum no estaba tan desconcertada.
"Supe inmediatamente qué estaba sucediendo pues me recordó 1945. Era tan familiar", le dice a la BBC.
"Con Crimea me dio esa rara sensación de déjà vu, pues trajeron soldados que no eran realmente soldados: eso es lo que el Comisariado del pueblo para asuntos internos (NKVD) hizo en Polonia después de la guerra. También crearon entidades políticas falsas que nadie había visto antes, con ideologías falsas... es una cortina de humo".
Después de Crimea vino la guerra en el este de Ucrania. Oficialmente, no había tropas rusas o pequeños hombres verdes luchando ahí tampoco, sólo voluntarios patrióticos que habían ido a la región de vacaciones.
Pero cada vez hay más evidencia de la intervención de Moscú en el conflicto separatista, incluyendo el número creciente de soldados rusos caídos en combate.
En agosto, la televisión rusa transmitió imágenes que mostraban cómo cargaban camiones con agua y comida para bebés con destino a la zona de guerra ucraniana. El gobierno ruso dijo que se trataba de ayuda humanitaria pero despertó sospechas. La OTAN ya tenía mucha información sobre el traslado de fuerzas de artillería y defensa aérea rusas a Ucrania.
El general Davis describe el primer convoy como "un ejemplo maravilloso de maskirovka", pues produjo una tormenta mediática. Equipos de televisión lo siguieron tratando de averiguar qué había realmente adentro de esos camiones verdes del ejército que habían sido pintados de blanco.
¿Se trataba del clásico caballo de Troya para contrabandear armas para las milicias rebeldes? ¿Permitirían las autoridades ucranianas su entrada?
"Entretanto, todos los otros cruces fronterizos estaban controlados por los rusos, no los ucranianos, y estaban pasando equipos, personal y tropas", señala Davis. Por ello, para él, el convoy fue una "distracción" ingeniosa.
La verdad no existe
La niebla de la guerra no es algo que sencillamente sucede; es algo que puede fabricarse. En este caso, los medios occidentales fueron embaucados, pero los medios rusos también contribuyeron a generar la niebla.
El novelista ucraniano Andrei Kurkov dice que constantemente le asombra lo que describe como "la fantasía y la imaginación de los periodistas rusos".
Una de las historias más espeluznantes transmitidas por un canal de televisión de Moscú alegaba que un niño de 3 años en Sloviansk -una ciudad en el este de Ucrania donde la mayoría de la población habla ruso- había sido crucificado... por hablar ruso.
Ese reportaje todavía está en línea. Una mujer rubia, cuya voz tiembla por la emoción, le dice a un reportero ruso que el niño fue clavado a un cartel de madera y que murió en agonía. La madre, alega, fue luego amarrada a un tanque y arrastrada por las calles hasta que murió. Añade que ella estaba arriesgando su vida al hablar, pero que quería proteger a los niños contra los soldados ucranianos que se comportan como bestias y fascistas.
"La dama alega que fue testigo de esta horrible historia en Sloviansk", dice Kurkov. "Pero luego menciona el nombre de la plaza en la que supuestamente ocurrió y esa plaza no existe".
Como señala Kurkov, la historia no es cierta. Se supo que la testigo tenía un largo historial de hacer denuncias falsas en la policía y sus propios padres dijeron que creían que lo había hecho porque le habían pagado.
La televisión y el mundo digital están repletos de este tipo de reportajes. Un grupo de estudiantes de periodismo en Kiev que abrieron una página web para exponer historias falsas dice que algunas son más sofisticadas, pues mezclan realidad con falsedades para producir un reportaje que parece creíble.
Pero incluso un cuento increíble puede servir para confundir y crear incertidumbre.
Peter Pomerantsev, quien recientemente pasó varios años trabajando en documentales y reality shows en la televisión rusa, argumenta que los medios estatales de ese país no sólo distorsionan la realidad en Ucrania sino que van más lejos: promueven un nihilismo seductivo.
"La estrategia rusa, tanto en casa como afuera, es decir que no existe la verdad", le explica a la BBC.
"Algo así como: 'los estadounidenses son malos, nosotros somos malos y todo el mundo es malo, así que ¿por qué tanta bulla por ser un poco corrupto? Ustedes saben que nuestra democracia es una farsa, la de ellos también'".
"Es un tipo de cinismo que tiene un eco muy poderoso en Occidente en estas épocas, dada la falta de confianza tras la guerra en Irak, la crisis financiera... y en eso es lo que los rusos confían, en tomar ese cinismo y usarlo en un entorno militar".
Por supuesto que todos los países se valen de estrategias de engaño.
Winston Churchill dijo: "En tiempos de guerra, la verdad es tan preciosa que debe ir siempre acompañada por un guardaespaldas de mentiras".
Los estadounidenses llaman a este tipo de tácticas CC&D, por las siglas en inglés para encubrimiento, camuflaje y engaño.
Pero, ¿qué diferencia a Rusia?
El general Davis alega que si bien las fuerzas occidentales a veces son económicas con la verdad, no dicen mentiras descaradas.
Diferencia entre "negarse a dar información -en otras palabras, no confirmar los hechos- y negar flagrantemente. Decir: 'no, nosotros no estamos invadiendo, esas no son nuestras fuerzas, son las fuerzas de otros'".
Sin embargo, ¿qué se puede decir de la información falsa que impulsó a Reino Unido y Estados Unidos a la guerra en Irak? Pocos negarían que los hechos sobre las armas de destrucción masiva fueron moldeados al estilo maskirovka.
La palabra a la que Davis retorna es "mentalidad". Insiste en que maskirovka se ha convertido en el modus operandi de la misma Rusia.
"Pienso que hay una armonización entre lo que probablemente empezó como una doctrina militar, pero ahora es más parte de la política de Estado, y hay una armonización entre lo estratégico hasta el nivel técnico en términos de la mentalidad de maskirovka".
Esta percepción no es nueva para los vecinos de Rusia.
Hace una década, Andrei Kurkov predijo los eventos recientemente ocurridos en Ucrania en su libro "El último amor del presidente". Él escribe en ruso y la mayoría de sus libros se venden allá, pero éste no cruzó la frontera.
"Putin es uno de sus principales personajes", dice. "En este libro, le promete al presidente ucraniano que anexará a Crimea y cortará el suministro de gas y muchas otras cosas que más tarde se hicieron realidad. Por eso el libro fue prohibido".
¿No es extraño que lograra predecir tanto con tal precisión?
"No creo que sea difícil. De alguna manera, cuando uno vive en un mundo que no es muy lógico, cuando la lógica del absurdo reina y los personajes no evolucionan, es bastante sencillo".