"Es un sistema en el que si tú ganas, yo también gano". Así define María Teresa del Sante, emprendedora, la economía colaborativa, un modelo de negocio que cada día suma más adeptos en el país.
Hasta hace unos años parecía impensable compartir el auto, contratar una niñera por el celular, vender la ropa usada a través de una red social o pagar por dormir en la casa de un desconocido en vez de un hotel. Pero hoy, esas acciones son cada vez más cotidianas gracias al posicionamiento de un nuevo tipo de negocio: la economía colaborativa.
En términos simples, este modelo se basa en personas que ofrecen sus propios bienes y servicios a cambio de un pago económico, un producto y/o un servicio equivalente, que generalmente se realiza utilizando una aplicación móvil o una plataforma web.
En Chile ya son varias las firmas que operan con este sistema. Sus representantes aseguran que esta modalidad será la forma de hacer negocios en el futuro. "Ya es un tema y los países deben hacerse cargo. En Chile ya hemos visto algunos avances", sostiene Carlos Schaaf, gerente general de Uber Chile.
Aterrizaje de una tendencia
Uno de los casos emblemáticos es, justamente, Uber, la popular aplicación móvil en la que una persona puede utilizar su propio vehículo para volverse taxi y llevar a otras personas a su destino.
"Desde nuestra llegada en 2014 ya contamos con más de 260 mil usuarios y 71 mil socios conductores inscritos, de los cuales 21 mil tienen una cuenta activa. Estas cifras nos demuestran que el nuevo concepto de economía colaborativa que plantea Uber es algo que los chilenos no sólo han entendido, sino que han sabido aplicar a su día a día", sostiene Schaaf. Adelanta que debido al éxito que ha tenido el servicio "estamos expandiendo nuestro servicio a otras regiones de Chile, como Biobío y Valparaíso, y esperamos en el corto plazo llegar a otras ciudades".
Para Juan Pablo Larenas, director de Sistemas B, Uber y la economía colaborativa llegaron a cambiar la forma en que las personas se relacionan con el mercado. "Este modelo es la mejor expresión de que la economía tiene que estar al servicio de las personas, y no esa lógica sin sentido de que las personas están al servicio del mercado, que es algo que en ocasiones se ve", afirma.
Para Schaaf, este sistema va a ser "la nueva forma de hacer negocios en el mundo y de relacionarse con el entorno. Compartir un bien que yo tengo con otro que lo necesita, es algo que sin duda está revolucionando el mundo".
Representantes en Chile
Este formato comenzó a llegar a Chile con empresas locales como Prilov, Sensacional, Alba Babysitters, Broota y organizaciones como Gulliver, Sistemas B y Casa Co. Según cuentan sus fundadores, este tipo de firmas demuestra que la sociedad local está retomando la confianza.
"La gente está optando por generar comunidades de confianza y entregarse a un sistema en el que no terminas pagando las ganas por un producto o servicio", afirma Andrea Tapia, fundadora de Prilov, una plataforma web en el que usuarias pueden vender su ropa usada.
Uno de los casos locales más exitoso de este tipo, es la plataforma de crowdfunding Broota, que ya ha logrado levantar más de $ 2.400 millones con su sistema de financiamiento colectivo. "Demuestra que estamos volviendo a comunicarnos cara a cara. Antes me subía a un taxi y no sabía quién me estaba llevando, ahora lo sé y me interesa. La economía colaborativa nos está llevando a retomar el contacto entre nosotros", dice José Antonio Berríos, fundador de Broota.
Para Felipe Contreras, socio fundador de Gulliver -agencia de innovación-, el éxito de este modelo en el país radica en la formación de comunidades. "Hay una mayor disposición a hacer cosas en conjunto y, además, cuando uno colabora la torta crece para todos. La economía colaborativa es más justa y menos egoísta, con este modelo ganan más personas", indica.
Los fundadores de Sensacional, plataforma a través de la cual se comercializan artículos usados, plantean que los negocios colaborativos son más exitosos porque se valora a los clientes, lo que genera una relación más cercana. "Aquí, el trato entre empresas y usuarios es más cercano, se ve al cliente como alguien clave en este modelo", sostienen Santiago Valdés y Joaquín Zavala.
Tania Tapia, agrega que "con este sistema las personas tomaron conciencia de que mutuamente pueden satisfacer sus necesidades, sin tener que recaer en excesivos gastos".