Omar es tímido, habla lo justo y necesario. Aunque no se mueve del sillón café instalado en el living de su casa, su mente sí escapa del lugar con frecuencia. ¿A dónde se va? Difícil decirlo. El joven desvía regularmente la mirada hacia una foto familiar que hay en la mesa de centro, uno de los pocos adornos que exhibe la sala principal de su hogar en Santiago, además de varias medallas al mérito deportivo que destacan en las paredes blancas.
Quien habla por él es Wilson Carabalí, su padre. Se ve que está más acostumbrado a las entrevistas. Es lógico, tiene años de circo en esto del fútbol. Lejos de Chile, eso sí. Fue jugador profesional, figura de varios clubes de su país, Ecuador, como Emelec, Barcelona, y la selección nacional. El ex defensa disputó 11 partidos con el combinado ecuatoriano entre 1994 y 1996.
Con esa personalidad, el ex futbolista llegó un día cualquiera al Monumental y preguntó por Héctor Tapia, con quien se había cruzado en un Sudamericano Sub 23. "Le dije al guardia que él (Tapia) me había citado y me dejó pasar. Mis hijos me siguieron. Ni siquiera tenía una cita. Tengo mucha fe en que cuando las cosas están, se dan. Pasamos, seguimos derecho, buscamos a la persona indicada, conversamos y ahí están los resultados".
Wilson tiene razón. Los albos hoy están agradecidos de su atrevimiento. Omar ya está rotulado en el Monumental como el arquero del futuro de Colo Colo. De hecho, con sólo 17 años, pronto debe firmar su primer contrato profesional con el Cacique, por las próximas cuatro temporadas. Confiados en el potencial de sus hijos (además de Omar, los albos también sumaron a sus inferiores a Wilson Jr.), los Carabalí apostaron por radicarse en Santiago, en enero de 2013. "Tengo el sueño de ver a mis hijos crecer como personas y ser profesionales. También me pude ir a Norteamérica, pero al final no lo hice por el idioma y porque allá el fútbol no es tan conocido", relata el ex zaguero, mientras se acomoda en el sofá de su casa, ubicada en pleno centro de la capital, cerca de avenida Mapocho.
A su costado está Omar, de tan sólo 17 años y de imponente 1,87 metro de estatura. Actualmente, es el cuarto arquero del primer equipo popular. La osada apuesta de su padre dio resultado. "Hablé con Tito y accedió a hacerles una prueba a mis dos hijos: Omar, de 15 años, y Wilson, de 17. Me siento muy orgulloso de que estén en el equipo más grande de Chile. Héctor se portó súper bien con nosotros, porque nos permitió probarlos en una época en que no estaban probando jugadores", recuerda.
El ascenso
Blanco y Negro no le permite al espigado portero hablar directamente con los medios de comunicación, por ser menor de edad. Por eso, su padre lo acompaña. También es su representante. De hecho, Omar es una de sus grandes promesas para la sociedad anónima, por lo que quieren blindarlo cuanto antes. "Nos ofrecieron un contrato por cuatro años, porque Omar ya está en el primer equipo y debe tener un contrato profesional. Cumple 18 años en junio de 2015. Me reuní esta semana con Juan Gutiérrez (gerente deportivo de ByN) y estamos dejando las condiciones claras. La idea es que esté por lo menos las próximas cuatro temporadas", revela el ex lateral, de 42 años, quien trabaja en Chile como técnico de la selección Sub 15 de Peñaflor.
El joven arquero pide la palabra. Su timidez, que disimula perfectamente dentro de una cancha, quizás se debe a su leve tartamudez. No obstante, se expresa con mucha claridad al explicar cómo se abrió espacio en el plantel de honor del Cacique. "Empecé a entrenar con ellos cuando estaba Omar Labruna. Fui a un entrenamiento y atajé tres penales: uno a Vecchio, otro a (Facundo) Coria y otro al colombiano (Juan Guillermo) Domínguez. Y ahí me vio el 'profe' Rambo (Marcelo Ramírez). Desde esa vez estoy dentro del primer equipo", explica.
Su meta es irse al extranjero y para eso está deseoso de aprender. Adoptó como maestro a Justo Villar, a quien considera un ídolo. "Crecí viéndolo jugar, entonces entrenar con él es como un sueño hecho realidad. Me da muchos consejos, es muy buena onda en todo. Lo que más me dice es que tenga más actitud en las prácticas, más personalidad. El entrena muy en serio, se entrega al máximo en todos los entrenamientos", señala.
Contra el racismo
En el hogar de los Carabalí se ha conversado profundamente sobre los casos de racismo que sufrió Emilio Rentería, delantero venezolano de San Marcos de Arica. El ex seleccionado del Guayas les enseñó a sus hijos a lidiar con este tipo de situaciones. "En Ecuador iban a colegios de blancos y también les decían negros, y eso que estábamos en un país de negros. Aquí en Chile no he tenido malas experiencias. El hecho de haber jugado fútbol, incluso con la selección, me ayudó a manejar ciertas situaciones. Imagínese, nosotros tuvimos un conflicto bélico con Perú, y cuando nos tocaba jugar con ellos, éramos 11 contra un estadio que nos gritaba de todo. Acá juego en Macul y en Puente Alto los fines de semana, y me dicen negro. Mi forma de hacer picar a la gente es haciéndole goles. Toda mi vida fui defensa y volante, pero ahora juego delantero y cuando hago goles me insultan. Y la mejor forma de disfrutar el amargarles la vida a esas personas es haciéndoles goles. Les gano y celebro, punto", sentencia el patriarca.
A Omar le ha tocado vivir el racismo de cerca, incluso en los campeonatos de series menores. "Sí, me ha tocado algunas veces. Lo que hago es no tomarle importancia al caso, no prestar atención. Eso me ha hecho ser más profesional. En el club igual me han ayudado y me han hablado al respecto, pero son cosas que son imposibles de evitar, pasan en todo el mundo, entonces como que estoy más enfocado en el fútbol que en eso", expresa uno de los mayores proyectos del arco albo.
Por lo mismo, Wilson aconseja a Rentería. "Estuvimos tocando el tema de este chico Rentería y es lamentable lo que sucede, porque en todos lados pasa, en todas las sociedades. En España pasa y Chile no es la excepción. Lo que yo le digo a Omar es que negro es un color. Ni él ni yo nos llamamos negro. Cuando a mí alguien me grita negro o se me acerca y me dice 'oye, negro tal o cual' no lo miro, porque no me llamo negro, tengo un nombre", recalca con un tono que revela su molestia por esas situaciones.
Después, observa a su retoño y recalca: "Lo que le digo a Omar es que aprenda de eso. Él no se llama negro, se llama Omar. Es lamentable y horrible andarnos llamando negros, blancos; otros indios, mapuches, pero es nuestra sociedad. No es justificable, pero pienso que igual uno tiene que ser inteligente y saber manejar esto, porque somos futbolistas y estamos expuestos, ya que en una cancha hay miles de personas que piensan de forma distinta".
En ese sentido, los Carabalí tiene un visión muy particular del caso Rentería. La manifiesta el padre. "Rentería tiene que tranquilizarse un poco más, porque es futbolista, y si se va a España, posiblemente también pasará por lo mismo. Así no podrá jugar en ninguna parte. A Dani Alves le tiraron una banana y se la comió. No contestó. Dicen que la ignorancia es atrevida, y esa gente hace esas cosas porque no sabe, así es que la mejor forma es contestar es la indiferencia", sostiene.
Pese a todo, afirman que la sociedad chilena no es racista y que se trata de hechos aislados. Están contentos en el país. Tanto, que uno de los sueños de Wilson Carabalí es que su hijo sea el arquero de la Roja, por lo que la nacionalización es una idea cercana: "Lo estamos pensando, y si es por jugar en alguna selección, que lo haga por Chile. El biotipo de Omar lo tienen 20 más en Ecuador, aquí no. Y tiene 17 años, aún puede crecer dos o tres centímetros más. Es más viable que él pueda jugar, si es posible, por la selección chilena".
El portero del Cacique no se disgusta con la idea. "Mi meta es consolidarme aquí, donde me he sentido muy bien. Ya hablamos con mi padre esto y sí, me gustaría", replica Omar con obediencia y con la misma timidez que demostró durante toda la conversación.