Corría la temporada 2014-2015 en la segunda división del fútbol uruguayo, y Plaza Colonia estaba en el último puesto sin ganar un solo partido de los primeros cinco. De la nada, se la jugaron por Eduardo Espinel. Un carpintero que vivía a 200 kilómetros de Colonia, en un pueblo llamado Cardona donde empezó dirigiendo de forma amateur.

Todos los días viajaba para entrenar a un elenco lleno de necesidades, con un montón de jugadores que se mezclaban entre el fútbol profesional y oficios que cualquier civil complementaría para sobrevivir. Pero logró el milagro. Con 18 partidos invictos, ascendió a primera división.

Y en la temporada 2015-2016, cumplió lo que sería todo un sueño. Tras conseguir 17 unidades en el Apertura, en el Torneo de Clausura consiguió 32 puntos en 15 fechas, lo que le valió para transformarse en campeón con cinco puntos de diferencia con su máximo perseguidor, Peñarol. Equipo que le ganó la superfinal a un Plaza Colonia que llevó la definición al alargue, pero que no pudo cerrar una historia épica en el mítico Estadio Centenario.

Ahora Espinel, recomendado por Arturo Arias, llega a otro elenco que basa su éxito en la formación de valores jóvenes y con algunos problemas económicos. Por ahora, queda claro que a Wanderers llega alguien que sabe administrar pobreza.