Nada agita más a las páginas culturales de los diarios que la noticia de la aparición de un tesoro, ya sea la tumba de un faraón o un cofre lleno de manuscritos inéditos de algún escritor importante. Uno de los hallazgos literarios más comentados de los últimos años ha sido la publicación de la novela Suite francesa, que Irène Némirovsky dejó inconclusa antes de morir, a los 39 años, asesinada por los nazis en Auschwitz. El manuscrito sobrevivió de manera sorprendente, durante más de medio siglo, dentro de un maletín.
Esta novela, o bien las dos primeras partes de un proyecto que originalmente contemplaba cinco, fue publicada el año 2004 y tuvo la rara suerte de entusiasmar a la crítica y al público por igual, particularmente en Francia, donde recibió el premio Renaudot (normalmente destinado a autores vivos) y se transformó en un fenómeno editorial. Además, se comenzó a rescatar hasta lo que Némirovsky dejó inédito.
Una de las últimas etapas de este fenómeno es la reciente publicación de la biografía The life of Irène Némirovsky, de los franceses Olivier Philipponnat y Patrick Lienhardt, un libro basado en el estudio de apuntes y diarios privados de esta malograda escritora a la que la aplanadora de la historia le pasó por encima.
La breve, accidentada y trágica vida de Irène Némirovsky es interesante no sólo para los admiradores de Suite francesa, sino también para quien quiera ahondar en los aspectos mas lúgubres de la historia del siglo XX. La escritora tenía casi 14 años cuando, de acuerdo a sus palabras, la política saltó de las páginas de los diarios para colarse en su vida al estallar la Revolución Rusa. "Los tiempos históricos" dejaron entonces de ser "un asunto reservado a las generaciones futuras" y comenzaron a afectar su destino, envolviéndola "como olas oscuras". Pero, en realidad, estas aguas oscuras habían comenzado a asediarla mucho antes. Irène Némirovsky nació en Kiev en 1903, hija del matrimonio judío formado por Leonid Némirovsky, un tenaz empresario que hizo una prodigiosa fortuna a partir de nada, y Anna Margoulis, una mujer proveniente de una familia burguesa que nunca aceptó ni quiso a su marido. Cuando tenía apenas dos años, el progrom irrumpió violentamente en el barrio judío donde vivía y apenas logró salvarse cuando su niñera la escondió debajo de la cama.
Las persecuciones a los judíos empujaron a los Némirovsky hacia San Petersburgo y pocos años más tarde la Revolución Rusa los expulsó hacia Finlandia, Suecia y París, donde se asentaron en 1919. Francia era un destino habitual para Irène y su madre, que pasaban anualmente largas temporadas en Biarritz y era también su horizonte cultural. Irène Némirovsky fue criada y educada por una institutriz francesa que le enseñó que Francia era "el país más hermoso del mundo". A los 12 años, la futura escritora ya había leído a Stendhal, revelando su precocidad intelectual y un caso de francofilia agudísima. Los autores de esta biografía, escrita desde la admiración, señalan que Irène fue "una escritora francesa que tuvo la mala suerte de haber nacido en Kiev". Pero, la verdad es que la peor de sus malas suertes fue que "el país más hermoso del mundo" se rehusara a aceptarla como ciudadana, dejándola a ella y a su familia en la peligrosa condición de judía apátrida, justo cuando las aguas negras del antisemitismo se levantaban como una ola devastadora sobre Europa.
Ambigüedades y paradojas
La publicación de Suite francesa en 2004 restableció la fama de esta escritora muerta prematuramente en circunstancias terribles. Irène Némirovsky logró hacerse un nombre en la escena literaria francesa de los años 30, iniciando su carrera de manera fulminante con la novela David Golder, que relata el auge y caída de un especulador judío, enriquecido después de una juventud de miseria, junto a su mujer patológicamente infiel y su frívola hija única. Gran parte del éxito de esta novela se debió a la forma como retrataba a una comunidad de arribistas "metecos" no asimilados por una sociedad que los cortejaba por su fortuna. Ya en los años 30, David Golder fue traducido desde Japón a Chile, tuvo dos versiones en el cine y convirtió a Némirovsky en celebridad. A pesar de que ninguna de sus obras posteriores repitió este éxito, ella se consolidó como una escritora asombrosamente prolífica, capaz de mantener el elevado tren de gastos de ella, su marido y sus dos hijas a punta de novelas y relatos publicados en diversas revistas. Obras que tenían un marcado tinte antisemita y revistas que muchas veces eran reaccionarias o nacionalistas.
En The life of Irène Némirovsky, Philipponnat y Lienhardt no sólo reconstruyen la biografia de la escritora sino también la "vida" de todas sus obras. Némirovsky trabajaba según lo que estos autores llaman "el método Turgenev", creando a sus personajes a partir de minuciosos bosquejos, para luego hacerlos vivir de a poco hasta que tomaban su forma definitiva. Este puede ser un mérito de este libro, que permite a sus lectores asistir virtualmente a una especie de foro literario, donde dos gesticulantes y entusiastas lectores discuten la obra de su personaje. Pero también es una de sus principales flaquezas, ya que los biógrafos asumen como premisa que entre la vida y la obra literaria de Némirovsky hubo una correspondencia casi refleja y no establecen límites claros entre las dos. Esto es un rezongo purista y hay muchos incidentes en este libro que quedan suspendidos en esta frontera inestable entre ficción y realidad.
Los autores tienen un entusiasmo a toda prueba por su heroína -y una afición alarmante a repartir signos de exclamación por su texto-, pero su biografía revela de soslayo una historia compleja, que se relaciona con las contradicciones y ambigüedades con las que esta autora representó su identidad judía frente a una sociedad francesa de la que se sentía parte sin ser nunca plenamente aceptada.
J.M. Coetzee sostiene que la obra de Irène Némirovsky es de interés principalmente como un registro de las relaciones de su autora con la Francia de su época, una relación que nunca dejó de ser inteligente, pero que llegó a jugarle en su contra. Philipponnat y Lienhardt tienden a diluir el problema de la representación de la identidad judía en la obra de esta escritora dentro de su drama familiar: odiaba a su madre (una criatura satánica, a juzgar por este libro) y sólo sintió compasión por su padre. Sus actitudes y representaciones de los judíos se explicarían no a consecuencia del antisemitismo, sino del desprecio por el mundo en que vivía.
Hacia 1940, cuando el antisemitismo se propagaba en un país no del todo recuperado del Caso Dreyfus (ocurrido en el cambio de siglo), los personajes judíos desaparecieron de la obra de Némirovsky y se afianzó su vinculación con un círculo social cuyo epítome era Paul Morand, notorio colaboracionista durante la ocupación alemana de Francia. Irène Némirovsky hizo varios intentos, en vano, por obtener la nacionalidad francesa, llegando incluso a convertirse al catolicismo. Para la llegada de los nazis, la escritora y su familia se trasladaron a la localidad de Issy-l'Eveque, en Borgoña, en pleno territorio ocupado por los alemanes, y por motivos no del todo explicados, no huyeron de Francia cuando podían hacerlo. Es probable que Irène Némirovsky pensara que sus vidas iban a ser respetadas. En un gesto desesperado, le escribió una carta al mariscal Pétain, jefe de Estado de la Francia de Vichy, solicitándole protección, advirtiéndole que su familia no pertenecía a la clase de "extranjeros indeseables", sino a la de aquellos "que habían sabido retribuir la hospitalidad que Francia les había mostrado". Esto no sirvió de nada y ninguna de sus conexiones y amistades (salvo el editor André Sabatier) hicieron algo para ayudarla cuando los nazis llegaron a buscarla.
The life of Irène Némirovsky: 1903-1942
Olivier Philipponnat y Patrick Lienhardt
466 páginas
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