Mark Allen: ¿Creo que la primera vez que corrimos juntos fue aquí en 1989, no?

Cristián Bustos: Sí, y después en Hawai, en 1989. En Hawai terminé 16, con 8 horas y 56 minutos, pero no tenías ideas que existía.

(Ambos ríen).

M.A.: ¿Y en Pucón?

C.B.: Esa primera vez ya eras una estrella. Yo me preparé mucho en el ciclismo haciendo la Vuelta Chile, pero me aconsejaron mal los entrenadores y me fue pésimo: terminé reventado, me ganaste por 15 minutos. Después, en Hawai, anduve bien. Pero fui mejorando y ya en 1992 terminé primero.

M.A.: Hemos tenido muy buenas carreras juntos. Aquí, en 1992, creo que salí de la bicicleta con todo el grupo, pero Cristián me superó por 5 ó 6 minutos. Lo que estábamos haciendo en enero, a continuación, en octubre, lo estábamos realizando en Kona (Hawai) juntos: allá también salió de la bicicleta con el grupo y de inmediato se bajó de la transición y se impuso unos 20 segundos contra mí. Me tomó casi cinco kilómetros cogerlo. Luego trate de separarme de ti, lentamente, pero fuiste conmigo todo el tiempo. Eres un competidor increíble, tienes una mente muy fuerte. Puedes ganar desde cualquier posición porque eres un excelente corredor. Hay gente en muy buen estado físico, pero si tienes un carácter fuerte y eres excelente corredor, vas a ganar. ¿En cuánto corrías el maratón? ¿En 2 horas y 19 minutos?

C.B.: Sí. Yo creo que tu gran potencial es que eres una persona muy espiritual, muy místico. Trabajas la fuerza interior. Eso en la competencia me reventaba, porque íbamos en el kilómetro 20 ó 30 del trote ¡Y tú estabas igual! Es que parecía que ibas como si nada, incluso acelerabas el paso. Yo pensaba: "Mierda, este tipo nunca se cansa".

M.A.: Es que soy un buen actor.

(Ambos ríen).

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Allen y Bustos, compitiendo en Hawai en 1992. Foto: trichile.cl.[/caption]

M.A.: En Kona fuiste muy peligroso, ya sabes, porque una buena o una mala de natación son uno o dos minutos menos; una buena bicicleta son, quizás, cinco minutos; pero un buen maratón o una mal maratón son alrededor de una hora de ventaja. Siempre me gustó ganar todas las carreras y tener a alguien como tú, que fuiste tan bueno corriendo, quizás mejor que yo en eso, lo hiciste siempre más difícil. Alguien como tú hay que tenerlo en cuenta durante una carrera.

C.B.: Ese era mi gran atributo.

M.A.: Es que físicamente eres fuerte y tienes una buena mente, eso es una combinación poderosa. También eres una buena persona.

(Ambos ríen a carcajadas)

C.B.: Escribiste un libro sobre eso.

M.A.: Sí. Eres un gran ejemplo de alguien fuerte. Y para que regresaras de tu accidente como lo hiciste, no creo que nadie más podría haberlo hecho. Me gusta competir contra personas que sienten respeto. Eres una buena persona. A mí no me gustaba competir con varios otros triatletas porque no me gustaban como personas. Contigo era distinto, porque me gusta correr contra gente que respeto y me respeta como persona y como atleta. Es realmente divertido, ya que si gano o no, no importa realmente, es sólo una buena competencia.

C.B.: Gracias. ¿Cuánto te pagaron por decir esto?

Hawai

C.B.: Me acuerdo de cada minuto de Hawai, el '92. Yo me bajé junto contigo de la bicicleta, había encontrado al pelotón en el kilómetro 90 de bici. Estaba con un traje de baños floreado, hice todo con ese traje de baño, porque todo tiempo extra influía, por eso no me puse ni calcetines. Cuando comencé a correr tenía la adrenalina a mil. Pasé a un alemán y quedé primero ¡Iba liderando la carrera más importante del mundo! Sabía que tenía que esperarte, porque ibas a colocar el ritmo, si no me fundía. Cuando me encontraste, te seguí hasta el kilómetro 24, pero después me superaste. Eso es lo que más me impacta de ti.

M.A.: Hay una escena que nunca podré olvidar. Yo siempre me preguntaba: "¿qué pasaría si en la carrera me enfrentara con alguien que es mejor corredor que yo?". Lo tenía muy controlado, porque conocía a todos mis rivales. No sé cómo no lo recordé, pero no sabía que tú también competirías y cuando te vi en la sala de prensa, dos días antes, me aterrorice.

C.B.: No pudiste dormir las últimas dos noches.

M.A.: Cuando te superé en la carrera, noté que me estabas esperando. Vi como te calmaste para correr conmigo. Contigo nunca se sabe si te gano o no hasta realmente cruzar la meta. Tuve que mantener la presión y esperar, esperar y esperar, hasta que ya al final llegué a la meta y terminé ganando, eso fue un gran alivio. ¡Gracias, maestro!

Pucón 92

M.A.: Ese día lo sufrí. Iba tan rápido como pude y eras como un gato jugando con un ratón, pero me encantó estar aquí, esa es la mejor parte. La carrera en sí fue tan difícil, porque estaba teniendo una gran carrera y obteniendo un tiempo muy bueno, pero no pude mantenerlo. Es como cuando quieres seguir dando lo mejor de ti, pero no puedes. ¡Fue tan difícil! Estás dando todo lo que tienes y no hay más velocidad.

(Risotadas)

C.B.: Nos bajamos juntos de la bicicleta, ¿recuerdas? Yo me sentía como los dioses, volaba. Iba muy muy fuerte, corriendo bien. Yo ahí ya estaba corriendo muy fuerte, incluso más que la propia carrera. Fue una tremenda alegría porque le estaba ganando al campeón mundial y a uno de los mejores deportistas de ese tiempo. Fue muy emocionante. ¿Se repetirá en el futuro?

M.A.: Sí, siempre hay una gran competencia y grandes atletas, pero creo que tuvimos algo especial porque vine aquí y tú fuiste a Hawai… Fue como correr en la casa de cada uno. Lo normal es que un montón de competidores sólo corren juntos una sola vez.

C.B.: Sí, esperemos que sí. Para eso sembramos un granito de arena.

C.B.: Pasa mucho que los deportistas exitosos a nivel nacional, cuando salen afuera y compiten contra los mejores del mundo se intimidan, les da demasiado miedo y no son capaces de sobreponerse al ídolo. A mí me pasó lo contrario, porque pensé que eres igual que yo: tienes dos ojos, dos manos, tenemos las mismas condiciones… Quizás tenías más experiencia, pero competí de igual a igual. Pese a que eras más alto que yo, competíamos de igual a igual. Eso sí, tenía menos recursos, porque al principio para competir en Hawai dormía en el aeropuerto y así ahorraba dinero.