Manchester City no logra sacudirse de las críticas que lo acusan de una falta de jerarquía en la Champions League. El "panico escénico" en el plano internacional debía, casi por obligación, terminar hoy, en el duelo ante el CSKA de Moscú, a jugarse en casa por la cuarta jornada de la fase de grupos. Pero claro, cualquier planificación suele venirse al suelo si estás abajo en el marcador cuando van apenas dos minutos de partido.

Los míseros dos puntos que todavía acumula el equipo de Manuel Pellegrini no dejaban mucho márgen al error, por mucho que el técnico insistiera en que "mientras las matemáticas lo permitan, hay que seguir adelante", como recordó ayer en conferencia de prensa. Las pretensiones se redujeron a clasificar como el segundo mejor del grupo (considerando el poderío del Bayern Munich), pero para eso había que superar al que, en el papel, es el rival más débil de la zona.

Pero el CSKA no hizo fácil la tarea y mereció la victoria por 2-1 que se firmó en el final. Presentó una apuesta atrevida, defendiendo de manera compacta para disimular cierta falta de calidad, pero que constrastaba con el buen pie de mitad de cancha hacia arriba, donde lograba dañar con movimientos coordinados y criteriosos. Con un planteamiento ordenado, ni la intensidad que ofrecía el City parecía preocuparles demasiado.

Con eso, sumado a una brillante presentación del marfileño Seydou Doumbia, lograron complicar. Se pusieron al frente del marcador apenas comenzó el partido con un cabezazo del delantero africano. Y si bien Touré Yaya, el mismo que perdió la marca en el primer gol, devolvió momentáneamente la calma con un bello tiro libre en los 8', Doumbia repetiría en los 34', cuando los Ciudadanos intentaban mantener la compostura. Mérito para el ariete por su atrevimiento y efectividad, pero también castigo para una defensa que no supo ni rechazar el peligro, ni clausurar los espacios a su espalda, justo por donde entró el victimario de turno para definir al primer palo de Joe Hart. 

Pellegrini intentó revertir su suerte con cambios (Nasri, Fernandinho y Dzeko por Jovetic, Jesús Navas y Fernando), pero la triste racha del City en Champions, que apenas registra una clasificación de la fase grupal en toda su historia (conseguida el año pasado por el propio "Ingeniero") parecía dispuesta a cobrar nuevamente en caja.

El equipo se desesperó. Demostró que sí sentía la urgencia de puntos, que la Champions se escapaba con el resultado, pero aún así no lograba generarse las opciones de peligro necesaria. Para más remate, terminaría con nueve jugadores en cancha antes del final del partido: Fernandinho se iría expulsado en los 69' por una doble amonestación demasiado ingenua, y Touré Yaya vería la roja directa por una agresión que evidenciaba la impotencia de un equipo que terminó desdibujado y que definitivamente no encuentra el norte cuando se trata de pisar un escenario internacional.