Mauricio Troncoso vive en Exequiel Fernández, frente al Estadio Monumental, lugar donde también tiene montado hace 30 años su negocio de vidrios y aluminios. Según cuenta, trabaja de "domingo a domingo, los 365 días del año, salvo unos días en los que cierro por completo. No se puede salir". Los días a los que Troncoso se refiere no son feriados ni Fiestas Patrias, si no que los días en los que en el recinto de Macul se juega el Superclásico, como el de este fin de semana, que en su versión 174 traerá 43.000 personas.

La realidad de Troncoso es similar a la que muchos viven en la Villa Chillán y que comprende las calles Exequiel Fernández, Departamental, Froilán Roa y Las Codornices. Unas casas más allá, en Departamental, vive Benedictino Regollo hace 40 años, con una realidad más o menos similar. "Tenemos miedo, cada partido debemos verlo en la pieza más alejada de la casa. Nos llegan piedrazos y tenemos que tapar con maderas las ventanas. Nos llenan de botellas y basura", dice Regollo.

Según cuentan los vecinos, cada día de partido las calles de la villa se llenan de hinchas horas antes de que comience el partido y comienzan a rondar por las calles interiores como Ramón Vinay, Marta Brunet y Bernardo Leighton, donde toman cervezas, hacen cánticos e incluso orinan las paredes del frontis de algunas casas. A eso se le suma que cuando finaliza cada encuentro, varios son los hinchas que no obedecen el mandato de Carabineros para desalojar el perímetro del estadio mientras la barra visitante espera al interior, por lo que se forman trifulcas que terminan con piedrazos en el sector que dañan la seguridad y las casas de los vecinos.

María Pilar Costa es dueña de casa y vivió entre 1990 y 2008 en esa zona junto a su marido y a su hija. Cansada de los desmanes, se cambió a La Florida.

"Cada vez que había partido nos levantábamos temprano para desaparecer del barrio. Nos íbamos donde mi mamá todo el día. Antes de salir, dejábamos bien cerrado, pero siempre con el susto de no saber con qué nos íbamos a encontrar al regreso. Al vender, nos pagaron menos de lo que seguramente vale, menos de 60 millones, pero fue por tranquilidad", señala.

El presidente de la junta de vecinos N° 19 de Macul, Héctor Díaz, concuerda con estos dichos. "No salimos, tenemos que poner cholguán en las ventanas y en algunos techos que son de pizarreño. Los autos hay que llevarlos donde familiares o guardarlos. Nadie nos repara los daños. En San Carlos de Apoquindo los hinchas ni se topan con los vecinos. ¿Por qué las cosas son tan diferentes para nosotros?, deberían ser iguales para todos", replica.

Para el primer clásico jugado en San Carlos de Apoquindo, jugado el 16 de abril de 2011, la Intendencia de Santiago dispuso cuatro anillos de seguridad con portales detectores de metales, cinta de rayos x que detectaban elementos que podrían ser potencialmente peligrosos. Además, en aquella ocasión se dispuso de buses especiales de Transantiago para transportar hacia el estadio de la U. Católica. Ningún hincha sin entrada podía ingresar al perímetro.

MAXIMA SEGURIDAD

La Intendencia de Santiago dispuso para el encuentro del domingo un amplio operativo de seguridad que incluye 430 guardias, 214 controles, 40 detectores de metales, 95  torniquetes, cuatro ambulancias, 60 validadores  y un carro de bomberos, a lo que se agrega cámaras de alta resolución para tener pruebas ante una posible detención. La Intendencia también obligó a la ANFP a contratar un seguro por US$ 3 millones por daños a terceros en caso de que algún vecino saliera lastimado.

"Sabemos que los vecinos de un estadio sufren las molestias de los desórdenes, pero no podemos impedir un espectáculo masivo como el fútbol. Por eso, nuestros esfuerzos están enfocados a mejorar la seguridad. Hemos avanzado mucho, pues recordemos que hace algunos años podíamos ver gente apuñalada dentro del estadio o hasta fogatas. Hoy el estadio es un lugar más seguro", dice el intendente Juan Antonio Peribonio.

En Colo Colo, en tanto, señalan que mantienen buena relación con los vecinos del estadio y que siempre que acuden a ellos, los ayudan.