Sus últimos días los pasó en el segundo piso de la casa de su padre en Santo Domingo, luego de que gracias a su buen comportamiento y a que sufría de una distrofia miotómica muscular -enfermedad degenerativa- la Comisión de Reducción de Condenas le rebajó su pena de 12 a 10 años de presidio, tiempo que pasó en el Centro Penitenciario Colina I.

José Andrés Aguirre Ovalle, conocido por todos como el cura Tato, fue condenado en junio de 2003, por nueve casos de abusos deshonestos a menores y uno de estupro, hechos cometidos en la comuna de Quilicura, a partir del año 1998 y hasta el año 2002. De esta forma, se transformó en el primer caso de un religioso condenado por abusos sexuales en el país, hecho que remeció a la iglesia chilena.

Formó parte de una familia con nueve hermanos, de clase media acomodada y de padre muy estricto. Estudió en el Seminario Menor.

Se desempeñó como director espiritual de los colegios Villa María Academy, Sagrado Corazón de Apoquindo, Juanita de Los Andes, Bradford y Sagrados Corazones de Manquehue, párroco de la iglesia de Colón Oriente, y confesor del colegio Verbo Divino.

Según declaró a la justicia, los abusos los inició en 1984. Diez años después, el Arzobispado le impuso una sanción y lo envió a Costa Rica y Honduras. 

A su regreso en 1998, se hizo cargo de la Vicaría Pastoral de Quilicura, donde continuó con sus conductas delictuales y fue la denuncia a la justicia de dos de sus víctimas de 11 y 14 años, Jacqueline Contreras, la que lo llevó a la cárcel.

El 5 de octubre de 2002 fue detenido en el aeropuerto Pudahuel, cuando volvía de Honduras, hasta donde viajó autorizado por la Iglesia luego de las primeras acusaciones en su contra.