Cuando en el siglo XIX recalaban en Valparaíso compañías líricas extranjeras, era imposible vislumbrar que dos centurias después la continua centralización jugaría en contra del mundo cultural de regiones. Pero el panorama está cambiando. Con la apertura de nuevos teatros, y en una labor titánica, la ópera ya no es exclusividad capitalina.
Con más o menos recursos, en Antofagasta, Rancagua, Concepción, Temuco o Frutillar, por nombrar algunos, las propuestas líricas han tenido una amplia respuesta de público que responde con entusiasmo y fervor. Ya sea porque hay una cercanía a la música histórica -como la colonia alemana en el sur- o porque, como fue en Antofagasta a mediados del siglo XX, se realizó un encuentro de coros latinoamericanos que dejó una audiencia cautiva, o porque cuando se da a conocer este tipo de espectáculos, para muchos alejados y propios de la capital, "se maravillan".
Una actividad que, no obstante, les consume mucha energía a los diversos teatros y corporaciones. Es un trabajo que en regiones es valorado como un aporte cultural, un foco de formación de audiencia y, en algunas ciudades, como una fuente de trabajo, pero que requiere invertir grandes montos y, a menudo, con poca o nada de ayuda. Sin embargo, quienes están a cargo coinciden en que es necesario "hacer ópera, porque reúne todas las artes en sí, es la representación escénica más completa".
Por primera vez, este año el Teatro Regional de Rancagua se aventuró a programar dos títulos: El barbero de Sevilla, que contó con un grupo de artistas nacionales de excelencia, y para mayo, Plateé, de Rameau. "Nos vestimos de pantalón largo", dijeron la noche inaugural. Se dieron el gusto, y a tablero vuelto, de realizar cinco funciones. La idea de su director, Marcelo Vidal, es que "la sala sea un teatro inclusivo".
Sin grandes aspavientos, en septiembre pasado irrumpió en Antofagasta una versión de Madame Butterfly que llenó su Teatro Municipal. Pero los esfuerzos provienen de la Agrupación Cultural Amigos de la Opera -independiente de esa sala-, a la que pertenece la soprano Paulette L'Huissier, quien intenta "ejecutar los proyectos". Ideas que buscan satisfacer el interés nortino, pero también "ser la cancha de cantantes jóvenes". Es así como ya tenían a su haber Carmen y Las Bodas de Fígaro (donde tuvieron que dejar gente fuera de la sala), editaron un CD de difusión operística y realizan talleres "de corte social".
En el Teatro Regional del Maule consideran que es "un deber montar una ópera". Han contado con Tosca, Carmen y, el año pasado, con el segundo acto de El Murciélago. Su secretario ejecutivo, Juan José Valdés, señala "que en regiones el teatro está llamado a formar y producir".
Concepción ya tiene una historia de más de 10 años en este campo. Con títulos conocidos o de cámara con los que puede itinerar, con miradas innovadoras. Su meta, dice Lilian Quezada, gerente de la Corporación Cultural de la Universidad de Concepción, es "formar público y entregar actividades, y está claro que es un aporte, no un negocio".
En la misma tónica está Temuco. Desde el 2004 realizan sus propias producciones, las que cuentan con elenco nacional, con algún solista extranjero y "mucha participación de la Araucanía". La directora del Teatro Municipal, Constance Harvey, explica que "siempre se ha proyectado como un recinto cultural que se enfoca a la gente de la región… Vamos dejando un legado que queda como materia pura y también hemos podido instalar oficio en nuestra comunidad. Nuestra apuesta tiene pertinencia local y regional".
El Teatro del Lago de Frutillar consideró el 2011 ingresar en estas lides con El rapto en el Serrallo. Vino luego La flauta mágica. Y aunque hubo un receso, no ha dejado de lado el arte lírico. Ya sea con recitales -en julio, debutará el tenor José Camarena-o el Campus Lírico que encabeza la soprano Cristina Gallardo-Domâs. "La ópera es la reina de las artes e involucra una variedad de disciplinas que permiten demostrar las posibilidades técnicas y creativas de un teatro", señala su director ejecutivo, Uli Bader. Además, agrega Carmen Gloria Larenas, gerente de programación, "nos interesa cubrir la mayor parte de las expresiones musicales".
Quieren ser un aporte, pero se estrellan con el gran muro económico y la falta de "injerencia central": la queja transversal apunta al Estado, al gobierno regional y a los privados. La inversión fluctúa entre 40 y 250 millones de pesos, dependiendo si hay cuerpos estables o no, si poseen talleres de escenografía y vestuario, cantantes nacionales o extranjeros, etc. Y con un retorno por taquilla que es mínimo, porque tampoco pueden cobrar entradas excesivas, especialmente "cuando el poder adquisitivo en regiones es menor". Por lo general se puede acceder por 10 mil pesos máximo, aunque en otros -como Rancagua- fue de 50 mil.
Ante los altos costos aparecen medidas paliativas. Rancagua cuenta con un convenio de cooperación con el Departamento de Cultura de Buenos Aires, además de aporte de empresas privadas. En Concepción ayuda el contar con el respaldo de la Universidad, el aporte de la Municipalidad y el Fondo de la Música, "pero el aporte en recursos frescos no existe en regiones, por lo que sólo hacemos las cosas hasta un déficit soportable", señala Lilian Quezada. Temuco elige solistas que ya tengan el rol, "y así no usamos por tanto tiempo el escenario. Significa un trabajo de todos los elencos estables y de la comunidad". Por ello, dice Constance Harvey, "es donde nos interesa poner el presupuesto", el que proviene de la Municipalidad y el área privada a través de la Ley de Donaciones. Casos extremos son Antofagasta y el Maule. En la primera, con el Teatro Municipal que sufrió los temporales, no se amedrentan. El año pasado tuvieron apoyo de una minera, pero otras "se desdijeron y nos quedamos fuera del financiamiento. Hicimos Butterfly con un déficit de antemano", cuenta Paulette L'Huissier. El gobierno regional sólo les da 2 millones. Y en el Maule, tras una nueva reducción de 200 millones en el presupuesto (manejando actualmente 450 millones), han debido hacer cambios en la parrilla programática. Incluso tenían proyectos con el GAM "que con esta situación están siendo inviables". Así también sus intenciones de haber visitado con alguna propuesta lírica Curicó y Linares. A eso se suma que para ellos es una obligación hacer extensión. "Pero voy a hacer lo imposible", señala Juan José Valdés.
Y aunque la falta de ayuda económica es lo que más resiente a los teatros regionales, no se amilanan ante la posibilidad de seguir haciendo ópera. Antofagasta está en conversaciones para Porgy & Bess y una zarzuela. Rancagua tiene como "sueño" estrenar el próximo año Don Giovanni. En Concepción estrenan en agosto La flauta Mágica; en julio, en Temuco se presentará Il signor Bruschino y, en noviembre, Madame Butterfly, y el Teatro del Lago ya baraja algunos títulos para el verano 2016 (La Bohéme, La Traviata o Carmen).