Grupos de personas en improvisadas tiendas de campamento instaladas en las plazas públicas, o con colchones a lo largo de las calles esperando recibir atención médica o algún tipo de ayuda. Esta escena se repetía ayer por parte importante de en Katmandú, la capital de Nepal, y una de las zonas devastadas por el terremoto de 7,9 grados Richter que remeció a este país y al norte de India el sábado.

Los nepalíes y los miles de turistas que se encontraban en esta nación asiática al momento de la catástrofe, aún no lograban despertar de la pesadilla provocada por el fuerte sismo, que de acuerdo con cifras oficiales dejaba hasta anoche un saldo de 3.218 personas fallecidas y más de siete mil heridas.

Esta situación ha provocado el colapso de los sistemas de emergencia y de los hospitales, obligando -en muchos casos- a atender a los heridos en la vía pública. "Tanto los hospitales públicos como los privados están colapsados y están tratando a los pacientes al aire libre", informó el enviado de Nepal a India, Deep Kumar Upadhyay. Mientras que el director de la ONG Save the Children Nepal anunció que hay escasez de medicamentos e insumos para atender a los heridos, especialmente kit sanitarios para prevenir enfermedades.

A los centros asistenciales continuaban llegando personas fallecidas. El oficial de policía Sudan Shreshtha dijo a Reuters que durante la noche trasladó a 166 muertos al Hospital Universitario Tribhuvan. "Allí quedaban los cuerpos almacenados, apenas cubiertos por una tela", indicó.

La destrucción de un gran número de viviendas, edificios y calles ha dificultado las labores de rescate, ya que las máquinas destinadas a remover escombros tienen problemas para desplazarse. De hecho, muchos voluntarios están usando solo sus manos para buscar sobrevivientes, sabiendo que están trabajando contra el tiempo. Autoridades policiales alertaron que no cuentan con los medios para sacar a las personas atrapadas, y que los cuerpos del Ejército están sobrepasados.

Por su parte, el gobierno decidió suspender al menos una semana las clases, considerando que los principales servicios básicos continúan interrumpidos. La actividad comercial también se encuentra paralizada y el transporte público no está funcionando, salvo algunos taxis dedicados a trasladar a turistas hasta el aeropuerto. Este recinto se encuentra repleto de pasajeros que están esperando abordar un vuelo para abandonar el país.

Debido a la seguidilla de réplicas que se han registrado después del terremoto, muchos nepalíes decidieron pasar la noche en las calles. Un movimiento de 6,7 grados Richter ocurrido la mañana del domingo provocó gran temor y nuevas avalanchas en la zona del monte Everest. Según cifras oficiales en ese lugar han fallecido 22 personas y otras 217 están desaparecidas (ver nota secundaria).

Es tal la consternación que se vive en Nepal a medida que sus habitantes han comenzado a dimensionar la magnitud de la catástrofe, que el primer ministro Sushii Koirala hizo un llamado a la unidad de sus compatriotas para enfrentar la tragedia. "Este es un gran desastre, estemos unidos para responder", dijo tras arribar al país proveniente de Indonesia, donde asistió a la conmemoración del 60 aniversario de la Conferencia de Bandung.

Otro de los inconvenientes en este desolador panorama en Nepal es que por la destrucción de diversas rutas, hay zonas cercanas al epicentro donde aún las autoridades y rescatistas no han llegado, sin que se tenga hasta el momento información sobre lo que ocurrió en esos lugares.

Alimentos, agua, medicamentos y vestuario son los principales requerimientos de ayuda que está solicitando Nepal. La asistencia internacional ya comenzó a llegar a ese país. India, China y Pakistán fueron los primeros en responder al enviar el sábado aviones con personal especializado a la zona para rescate y atención médica. La UE, en tanto, anunció un paquete de ayuda de tres millones de euros.