Si el actual Sistema de Posicionamiento Global (GPS), creado por EE.UU., dejara de funcionar, los aviones, barcos y hasta los vehículos se verían afectados. Habría que volver a los métodos de navegación tradicionales -radares, brújulas y mapas de papel- con sus errores asociados y consecuentes costos. El sistema de navegación estadounidense, creado con fines militares, pero abierto a aplicaciones civiles desde 1995, está hoy disponible en celulares, tabletas, sistemas de navegación de autos, aviones, barcos, submarinos e, incluso, de otros satélites, como el Fasat Charlie. Cada vez somos más dependientes de esa tecnología.

Esa es una de las razones por las que la Comisión Europea decidió tener su propio sistema de navegación satelital, el programa Galileo, en el que trabajan hace más de una década y que este año dará uno de sus pasos más importantes. Esta mañana, la Agencia Espacial Europea (ESA) lanzaría dos nuevos satélites, Doresa y Milena, que se sumarán a otros cuatro ya en órbita desde 2011 y 2012, como prueba.

El nuevo par es parte de la etapa de despliegue del programa, y son los primeros satélites en estar operativos, parte de un grupo de 30 aparatos (27 operativos más tres de repuesto) que deberían estar funcionando hacia 2020. Según anunció la ESA, está previsto lanzar otros dos satélites a fines de 2014 y seguir haciéndolo a un ritmo de siete u ocho satélites por año.

"Esta tecnología, que es clave para muchos servicios, debe estar en manos de Europa", dijo Didier Faivre, director del programa, ayer durante una conferencia de prensa. De ello depende el 7% de la economía de la Unión Europea.

GALILEO VS. GPS

Galileo estará conformado por una constelación mundial de 30 satélites en órbita media, seis más que GPS (ver infografía), distribuidos en tres planos inclinados con un ángulo de 56° hacia el Ecuador, lo que permitirá mayor cobertura hacia los polos, mejorando lo que hoy logra el GPS.

A diferencia del sistema estadounidense, Galileo fue creado con fines civiles y no militares. De esta manera, se evita que en caso de amenaza militar, por ejemplo, EE.UU. decida apagarlo. Eso, y el avance de la tecnología satelital hacen de Galileo un sistema complementario y más preciso para el usuario común. "Con el GPS se puede localizar un tren. Con Galileo, sabremos en qué carril se encuentra", dijo Jean-Yves Le Gall, presidente del Centro Nacional de Estudios Espaciales de Francia (CNES).

Werner Creixell, académico de Ingeniería Civil Telemática en la U. Técnica Federico Santa María, explica que al ser civil puede ser más preciso, incluso en el servicio libre de pago (tendrá, además, un servicio comercial y otro para aplicaciones gubernamentales y de búsqueda y salvamento), porque está hecho para eso.

"Entre los objetivos de diseño del Galileo está tener un sistema para uso civil de alta precisión. El GPS es de alta precisión para uso militar y el uso civil ha sido un subproducto, que ha tomado un tremendo mercado y éxito extraordinario, pero no es su objetivo principal. La señal de GPS viene con error para civiles, en cambio Galileo pretende que si uno paga el servicio, va a obtener una precisión cercana a un metro", señala.

Eso permitiría encontrar una persona en el mar, por ejemplo, con un margen de error de tres metros, o seguir el paso de alguien que camina por la calle, útil para el rastreo de personas con enfermedades neurodegenerativas. Hoy, el GPS funciona con una precisión de 2,5 a tres metros en más del 95% del tiempo, y cuando se activan sistemas complementarios (WAAS/EGNOS /MSAS), la precisión asciende de uno a dos metros.

David Ruete, director de Ingeniería en Telecomunicaciones de la U. Andrés Bello, agrega que ambos sistemas tienen el mismo funcionamiento y, de hecho, son complementarios. "Cambian algunos cosas respecto de la codificación y la modulación de las señales y la altitud de los satélites (los satélites de Galileo están a mayor altitud que los de GPS) que componen la red del sistema de posicionamiento global. Esto último ayuda mucho a la cobertura de Galileo. Es uno de los problemas que soluciona respecto del GPS", dice.

Hoy, la navegación satelital constituye alrededor del 7% del PIB de la Unión Europea (UE), por lo que desarrollar un sistema propio también otorgaría independencia a los países involucrados. "El GPS usa un chip que es el corazón de los receptores, una tecnología licenciada que EE.UU. vende a todos los que requieran fabricar un receptor. Tener su propia tecnología equivalente es un royalty para la UE", dice Creixell.