La noticia en Argentina era que Lionel Messi volvía a la titularidad. Descansado, con algo de ritmo de juego y con un equipo que venía confiado por tres triunfos sin mayores sufrimientos. Pero el mejor jugador del mundo se hizo notar rápidamente ante Venezuela. Y ayudó a que un compañero en apuros levantara su pobre rendimiento.
Porque Gonzalo Higuaín era el centro de las críticas en Argentina. Decían que por la selección no rendía igual que en el Napoli, que tiene sobrepeso, que le pesa la camiseta...el Pipa, en Boston, tapó bocas. Y Lío le resolvió el problema. Un pase largo le ayudó al 9 albiceleste para empalmar antes de que a Hernández se le ocurriera salir del arco.
Los trasandinos empezaron el cotejo con soltura. Messi se transformó más en un enganche lanzador que en un encarador. Abría constantemente hacia la izquierda para que Gaitán se transformara en el mediapunta del mano a mano ante una defensa impávida en los primeros minutos. Las constantes faltas del mediocampo venezolano, incluida una dentro del área que no fue cobrada por el mexicano García, eran señal de que el ídolo del Barcelona estaba fuera de control. Y, además, la zaga caribeña ayudaba con un favorcito. Figueras se equivocó en un pase hacia atrás, Higuaín se encontró mano a mano con Hernández y no tuvo que esforzarse mucho para poner un segundo gol que parecía lapidario.
Pero ahí vino lo mejor de Venezuela. Dos tapadones de Romero y un cabezazo al palo de Rondón antecedieron a la jugada que desplomó cualquier ilusión. Penal claro del portero argentino a Martínez y el balón es tomado por Seijas. Al zurdo no se le ocurre mejor nada que intentar una Panenka. Chiquito se quedó al medio del arco, y atrapó sin esfuerzo el regalo del volante. Quien, lógicamente, solo duró 10 minutos del segundo tiempo en la cancha, y se ganó el repudio de su público. Porque era el mejor momento de los venezolanos, y fue despilfarrado por el canchereo de Seijas, quien, hasta una hora antes del partido, iba a ser suplente en desmedro del lesionado Peñaranda.
En el debut ante Chile, Argentina ya había sacado a relucir su capacidad para presionar al mediocampo rival. Pasó en el tercer gol. Entre Gaitán y Messi cortaron la salida Vinotinto, y el actual Balón de Oro alcanzó a Gabriel Batistuta como goleador histórico de la selección argentina con 54 goles.
Salomón Rondón, el que más intentó en los dirigidos por Dudamel, encontró su premio con un cabezazo que era imposible para el inspirado Romero. Pero inmediatamente, Lamela demostró que Hernández, el arquero venezolano, estaba menos firme. Un derechazo suave, tenue, se convirtió en el cuarto gol de los actuales subcampeones de América. Venezuela, por momentos, conmovió por su persistencia. Pese a tener el marcador desfavorable en casi todo elpleito, dejó la sensación de tener una idea clara e indiferente al resultado. Para los de Dudamel, se termina una Copa América con muchas lecciones positivas, sobre todo en comparación a lo que mostró el mismo plantel en las primeras fechas de Eliminatorias.
Argentina ya no puede ser más candidata. Sabe que tiene toda la presión en sus pies, pero ha sabido resolver muy bien. Quizás no deslumbra, salvo destellos del mejor jugador del mundo. En el juego colectivo, le falta solidez cuando enfrenta a jugadores rápidos por los costados. Pero por nombres, no tiene contendor similar. Más si ha vuelto Messi. Y si además el goleador vuelve a sus andanzas, todo se aproxima hacia un título que lleva 23 años esperando.