Abbas sorprende conel gobierno de unidad

El comienzo del más reciente capítulo del que pareciera ser el inacabable conflicto palestino-israelí se produjo el 27 abril. Ese día venció el plazo para un acuerdo entre ambas partes que había gestionado el secretario de Estado norteamericano John Kerry. Fueron nueve meses de esfuerzos de la diplomacia estadounidense para romper con una historia de fracasos, donde Kerry protagonizó permanentes viajes a Medio Oriente y reuniones maratónicas con los negociadores.

Los palestinos culpan a Israel de haber hecho fracasar la iniciativa por haber ignorado los pasos que habrían abierto las puertas al proceso de paz, como la liberación de un cuarto grupo de prisioneros palestinos o la congelación de la construcción de nuevas viviendas de colonos en Cisjordania y Jerusalén Oriental. El gobierno palestino apuesta por el establecimiento del Estado palestino con las fronteras previas a la guerra de los Seis Días de 1967 y con Jerusalén Oriental como capital, y se ha negado a renunciar al llamado derecho al retorno de los refugiados, es decir, de aquellos palestinos que dejaron o fueron expulsados de lo que ahora es territorio israelí, dos piedras de tope permanentes en todas las negociaciones.

Semanas antes, para nadie era un misterio que la nueva iniciativa diplomática naufragaría. Tampoco para el Presidente palestino, Mahmoud Abbas, quien, como en 2011 se propuso lanzar un desafío y logró la inclusión de Palestina como país miembro de la Unesco, esta vez nuevamente tomó la iniciativa y adelantó el 23 de abril el acuerdo de reconciliación entre Fatah (principal partido de la OLP, que gobierna en Cisjordania y que Abbas encabeza) y Hamas, el grupo islamista que controla la Franja de Gaza desde 2006. El Movimiento de Resistencia Islámica, Hamas, se ha visto enfrentado a un escenario complejo y de aislamiento, con el derrocamiento de Mohamed Morsi en Egipto, el quiebre con el régimen de Assad en Siria, aparte del enfrentamiento con Fatah y la hostilidad permanente de Israel.

El pacto se concretó el pasado lunes con el surgimiento de un gobierno de unidad, que está conformado por 17 ministros técnicos (no hay miembros ni de Fatah ni de Hamas), que será conducido por el primer ministro saliente Rami Hamdala, y que tiene como principal objetivo la organización de elecciones democráticas presidenciales y legislativas en Cisjordania y Gaza, a fines del próximo año o comienzos del próximo.

Una situación interna holgada para Netanyahu

En respuesta al surgimiento del gobierno de unidad palestino, el Ejecutivo israelí que lidera Benjamín Netanyahu interrumpió esta semana sus contactos con el otro lado y anunció la construcción de 1.500 nuevas viviendas en Cisjordania y Jerusalén Oriental, proyectos que habían sido congelados durante las negociaciones impulsadas por John Kerry, desde mediados de 2013. El gobierno israelí acusó a su contraparte palestina de ser la causante de poner una lápida a los esfuerzos del secretario de Estado norteamericano con su anuncio de que había alcanzado un pacto de reconciliación con el grupo Hamas, al que Estados Unidos y la Unión Europea consideran una organización terrorista.

Sin embargo, a diferencia de la tónica histórica, el gobierno israelí se ha visto aislado en su rechazo al gobierno de unidad palestino, ya que incluso Washington se mostró a favor de las vías que ha buscado el presidente palestino y sostuvo que está dispuesto a trabajar con ese nuevo Ejecutivo. "La formación del gobierno palestino de unidad sorprendió a Netanyahu con el pie cambiado, sin estrategia ni alternativa diplomática", escribió el analista del diario israelí Haaretz Barak Ravid.

El gobierno de Netanyahu, que en general ha sido más bien partidario de mantener el statu quo y que ha aceptado algunas iniciativas de negociación por la presión de Estados Unidos, está ante una situación política y económica bastante favorable, con cifras positivas tanto en las finanzas como en los sondeos. De hecho, no hay ninguna fuerza política que aparezca como una amenaza al Likud que lidera el actual primer ministro. Todo esto puede ser determinante a la hora de dar pasos históricos para intentar resolver el conflicto en Medio Oriente.

El Ejecutivo israelí, aunque mostró disposición de participar en las tratativas con los palestinos encabezadas por Kerry, ha sido enfático en mantener tres puntos inamovibles en todas las conversaciones, como son el rechazo a la división de Jerusalén, a la que consideran en forma íntegra como su capital; la mantención de los mayores complejos de colonias en Cisjordania, y la imposibilidad de aceptar el retorno de los refugiados palestinos a lo que actualmente es Israel. Precisamente con el objetivo de recalcar este último aspecto, el gobierno anunció la preparación de una ley que recalca la condición de Israel como Estado judío, algo a lo que se han negado a aceptar Abbas y la OLP.