Hay dos factores que explican esta tendencia. La primera es claramente una buena noticia: la gente está viviendo más tiempo.

Un niño nacido en 1960 podía esperar vivir 52 años. Hoy se expectativa es de 69 años. Y a mediados de siglo es probable que se eleve a más de 70.

Al mismo tiempo, la personas están teniendo menos hijos.

En 1960 hubo 33 nacimientos por cada mil habitantes. Este número se ha reducido a 20 y se espera que disminuya más a medida que las personas en los países en desarrollo tengan menos hijos.

Esto también es, sin duda, una buena noticia porque lleva a la estabilización de la población mundial, aunque a un nivel mucho mayor de lo que es ahora.

Todos estos son promedios globales y la situación varía entre los países.

Algunas naciones han visto caer la expectativa de vida en las últimas dos décadas debido al impacto del VIH/sida, especialmente en el sur de África.

Pero el patrón general es el de vidas más largas con menos hijos.

MENOS CONTRIBUYENTES
Aunque ambas tendencias son en sí mismas deseables, crean un nuevo problema.

Hay menos individuos en edad laboral por cada persona mayor. En 1950, el 8% de la población era mayor de 60 años; ahora es el 11% y para mediados del siglo será del 22%, según proyecciones de Naciones Unidas. En algunos lugares -Japón, Macao y Corea del Sur- superará el 40%.

Así que para aquellos países con sistemas de jubilaciones bien desarrollados hay un problema a largo plazo a raíz de estas tendencias de la población.

Muchas pensiones estatales se pagan con los impuestos de los contribuyentes actuales. Y si se mantienen esas políticas, habrá menos contribuyentes para pagar más jubilaciones.

Las pensiones privadas son diferentes, pero algunos economistas piensan que una población activa más pequeña tenderá a bajar el valor de los activos financieros y eso afectará las jubilaciones.

CRISIS
Luego está la crisis financiera internacional que, como consecuencia, ha afectado a muchas personas en edad de retirarse, al reducir el valor de los activos en los que se invierten las contribuciones para pagar una pensión.

Y debido a que las tasas de interés son tan bajas, la jubilación que se puede obtener por cualquier cantidad ahorrada también ha caído.

En el largo plazo es posible que las economías desarrolladas crezcan más lentamente como consecuencia de la crisis. De ser así, se debilitaría el valor de los activos de los fondos de pensiones.

En cuanto a la oferta pública, menores ingresos y un mayor nivel de desempleo han afectado las contribuciones para las pensiones estatales.

PAISES EN DESARROLLO
La historia en los países en desarrollo es diferente. En ellos, menos personas tienen algún tipo de plan de pensión formal.

En gran parte de África, menos del 5% de la fuerza de trabajo actual está contribuyendo a alguna jubilación. En muchos países asiáticos, incluyendo China e India, el porcentaje oscila entre el 5% y el 25%.

En las naciones en desarrollo, la previsión para la vejez es a menudo informal y basada en la familia. Pero incluso esta modalidad enfrenta sus propias presiones por el envejecimiento de la población. Una típica persona mayor tendrá menos hijos en quien apoyarse.

Además, ese tipo de respaldo funciona mejor si las familias están a la mano. Pero esos vínculos también se han visto socavados por los jóvenes que emigran de zonas rurales a urbanas en busca de trabajo.

Hay algunas variaciones importantes en cómo los países están siendo afectados por estos acontecimientos. Pero es una tendencia mundial y casi todas las naciones sufrirán las consecuencias de alguna manera u otra.