Diego Carquín es uno de los deportistas de mayor proyección en Chile. El clavadista, de 22 años, ganó una medalla de plata junto a Donato Neglia, en el Sudamericano de Venezuela, el 8 de noviembre del año pasado. Sin embargo, nunca imaginó que ese éxito se convertiría en un terrible dolor de cabeza para él.
La presea subcontinental significó que subiera de categoría el aporte que recibe por el Programa de Becas para Deportistas de Alto Rendimiento (Proddar). Pero, a cinco meses de su conquista, el reajuste aún no se concreta. Carquín está desesperado porque ha tenido que endeudarse para poder prepararse para los Juegos Panamericanos de Toronto, una cita a la que ya está clasificado.
"Estaba feliz por mi medalla, porque pensaba que iba a poder tener más recursos para mi preparación, porque había pasado de 160 mil pesos mensuales a 360 mil. Entonces, me preocupé de cumplir con todo los trámites que hacer. Incluso, adelanté mis exámenes médicos, que son un requisito, para poder tener todo listo en diciembre", comenta.
Con sus papeles listos, el especialista se dirigió hacia el Departamento de Alto Rendimiento. "Conversé con el analista de Alto Rendimiento, Juan Carlos Miranda, y me dijo: 'Hiciste toda tu pega y ahora tienes que esperar'. Me quedé tranquilo, pero en febrero me enteré de que Miranda estaba viendo temas de dopaje, y nunca me solucionó mi problema. Quedé muy decepcionado, porque él también fue deportista", afirma.
"Días después, el 25 de febrero, llega una carta de Miranda a la Federación, que decía que reunía los requisitos para aumentar mi categoría y que tenía que hacerme los exámenes médicos, ¡los mismos que me había hecho en diciembre! Al final no entiendo si él está en el dopaje o en el alto rendimiento", sostiene.
En ese sentido, sus dardos apuntan a la Jefa de Alto Rendimiento, Jacqueline Andalaft, con quien tuvo un encuentro en el CAR. "Le expliqué toda mi situación y ella me prometió que iba a sacar adelante el problema lo antes posible, pero siento que me mintió, porque no ha pasado absolutamente nada. Estaba con ella Cristián Escalante, y él me dijo que lo que no me habían pagado iba a ser retroactivo. Pero la ley en ninguna parte estipula si es retroactivo o no. Él también fue deportista y debería ponerse en el lugar de uno", sostiene.
Por estas trabas burocráticas, Carquín calcula que ha perdido 1 millón de pesos. "Me he tenido que endeudar para pagarle a mi preparador físico, Paulo Sáez. Antes no tenía, pero con el cambio de categoría me corresponde un fondo para financiar uno. Yo pensaba que esto iba a ser rápido y se iba solucionar. Pero no ha sido así y no tengo plata ni siquiera para las vitaminas", lamenta. Y concluye: "Todo esto me hace dudar de la capacidad de la gente que está a cargo del alto rendimiento".
Los problemas de Carquín y Neglia se suman al retraso en los sueldos de algunos entrenadores y al bloqueo de recursos a ciertas federaciones, a tres meses de los Panamericanos de Toronto.