Cuando hoy se cumple un año de la tragedia de la Cárcel de San Miguel, donde 81 reos perdieron la vida durante un incendio, todavía quedan muchas preguntas por responder y se mantiene la certeza que el accidente era evitable. Un buen plan de emergencia, sumado a medidas de seguridad concretas podrían haber cambiado la historia.

Desde el punto de vista laboral, las imágenes del incendio de la torre Santa María permanecen en la retina de los chilenos, pese a que han transcurrido 30 años desde esa fatidica mañana donde 11 personas perdieron la vida.

En ambas tragedias, la mayoría de las víctimas murieron intoxicadas por el humo y los gases tóxicos producidos por la combustión. De hecho, esta es la causa del 80% de las víctimas mortales que se producen en incendios. Además, la gruesa capa de humo irrita los ojos, lo que sumado al monóxido de carbono, hace que escapar de un inmueble donde ocurre un incendio sea casi imposible.

Por esta razón, el doctor Germán Arancibia trajo a Chile una tecnología utilizada en el medio oriente y varios países de Europa. Se trata de una máscara de evacuación de incendios, que brinda 30 minutos de protección contra gases tóxicos y protege la cabeza y cara del fuego directo, soportando temperaturas de hasta 300 grados. En el caso de la evacuación de un edificio, por ejemplo, este sistema puede ser entregado de forma masiva y permite que las personas escapen de manera fluida.

"Esta tecnología se utiliza en varios hoteles y edificios corporativos de Europa. En Chile, dos importantes cadenas de hoteles han hecho pedidos para implementarlas, también empresas mineras del norte del país", comenta Arancibia.

La máscara Narwahl cumple con los exigentes estándares EN 403:2004 y CE 1437, por lo que es permitido su uso en Europa y por homologación de normas por el Instituto de Salud Pública (ISP), también se autoriza su uso en Chile.

Arancibia también invirtió en otro tipo de tecnología para evacuar lugares en caso de un siniestro, se trata de una manga tubular que se puede instalar entre el piso 2 y 33 de un edificio, protegiendo del fuego y temperaturas hasta 300 grados.

"Es una manga de lona especial que se despliega desde la ventana de un segundo piso, por ejemplo, hacia arriba, hasta un piso 33, dependiendo de la  necesidad del edificio. Y adentro tiene otra manga en forma espiral, entonces la persona se  introduce a esta segunda lona y por gravedad comienza a descender a una velocidad menor que la de un ascensor", explica Arancibia. Esta tecnología permite evacuar a ocho personas por minuto.

En el país las embajadas de Suiza y Holanda cuentan con esta tecnología, que por una norma de sus gobiernos, todos sus edificios diplomáticos alrededor del mundo que se encuentren en alturas superiores a un segundo piso, tienen que contar con este sistema de evacuación.

El interés que ha generado esta tecnología demuestra una mayor preocupación de las empresas por contar con herramientas para prevenir riesgos laborales y contar con mayores medidas de seguridad laboral, principalmente por el fuerte costo emocional y corporativo que implica un accidente o la muerte de un trabajador.