El martes 15 de octubre, tras derrotar a Ecuador, la selección chilena logró su clasificación al Mundial de Brasil 2014. En el palco oficial del Estadio Nacional, Jaime Estévez -presidente de Cruzados- vio el partido sentado detrás del timonel de la ANFP, Sergio Jadue. En el puesto a la derecha de Estévez, José Yuraszeck, presidente de Universidad de Chile, disfrutaba también la clasificación.

Ninguno de los dos anticipaba el conflicto que se detonaría en el mismo estadio apenas 12 días después.

Ocurrió en el clásico universitario que Universidad Católica iba ganando como visita en el Nacional. El partido fue interrumpido cuando un rollo de papel, lanzado como proyectil desde la barra de la "U", impactó la cabeza del jugador de la UC Fernando Meneses. El árbitro suspendió el encuentro en el minuto 56. Los jugadores del cuadro azul acusaron a Meneses de magnificar. Mientras estaba en la camilla, algunos lo fueron a insultar. Uno de ellos, incluso, golpeó el techo de la camilla.

Jaime Estévez decidió entonces bajar a camarines.

Allí, en las entrañas del estadio, comenzaría un nuevo partido entre la dirigencia de ambos clubes. Estévez se vería forzado a dejar su bajo perfil de lado.

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Cuatro días antes, la UC había jugado con Sao Paulo por Copa Sudamericana, en un partido en que, a pesar de la derrota, muchos sindicaron como el mejor del año. Estévez, eso sí, estaba preocupado por el desgaste que habían sufrido los jugadores. Una derrota con la "U" podía marcar el inicio de un derrumbe y quedar, como en el torneo pasado, con las manos vacías. "A pesar de ese esfuerzo, yo confiaba, porque la "U" hace mucho tiempo que no nos ganaba en un partido normal, 11 contra 11", dice Estévez.

La semana previa al encuentro con la "U", Estévez asistió a los entrenamientos del equipo con más frecuencia. En semanas normales va a San Carlos de Apoquindo sólo a las reuniones de directorio de los lunes por la noche, más algún otro día a firmar documentos y conversar con Juan Pablo Pareja, gerente general de Cruzados, y José María Buljubasich, gerente deportivo. Pero en las semanas en que se juegan grandes cosas -un clásico, una llave decisiva en un partido internacional-, Estévez hace sentir más su presencia. Tiene que quitarles tiempo a sus cargos en directorios de empresas, como el Banco de Chile, para dedicarle más atención a su presidencia en la UC, cargo por el que no recibe remuneración. "Conversa con el técnico, con los jugadores, pero es muy respetuoso de la intimidad del camarín", cuenta Buljubasich. "Se sabe manejar sin traspasar los límites, aunque siempre está presente, antes y después de los partidos, gane o pierda la Católica".

Estévez vio el clásico universitario desde el palco 1 del Estadio Nacional, asignado para los dirigentes de la visita. Estaban varios directores de Cruzados, además de su hermano Rafael, quien siempre lo acompaña a los partidos. Al momento de la suspensión, Estévez decidió quedarse en el palco viendo lo que ocurría en la cancha. Vio al árbitro del partido abandonar el campo de juego. Las escaramuzas de los jugadores. Y luego, la camilla con Fernando Meneses, el jugador agredido, dirigiéndose a camarines.

"Ahí decidimos bajar al camarín para ver cómo estaba Meneses -recuerda-. Cuando voy llegando, se me acerca el 'Tati' Buljubasich y Javier Gasman, abogado del club, y me dicen que la Chile volvió a la cancha, que es algo muy anómalo, porque el árbitro había pedido que los equipos se retiraran. En paralelo, dicen por los altoparlantes que el partido está interrumpido, lo que implica que el partido se va a reanudar. Tomamos la decisión de ir a ver al árbitro para saber si era verdad que él había dispuesto que los equipos volvieran. Nos parecía raro que tomara esa determinación sin avisarnos. Al ir al camarín del árbitro nos dan un portazo sólo a nosotros, mientras entraban Pedro, Juan y Diego: carabineros, funcionarios de la ANFP, de la 'U'. Ahí traté de llamar a Yuraszeck cuando el 'Tati' me dice: 'Ahí viene'. Cuando lo veo, le digo: 'Pepe, no me dejan entrar'. Pensé, como era obvio, que me iba a hacer pasar con él. Pero se encoge de hombros y me dice: 'No es mi problema', mientras cruza la puerta. Ahí me alarmé. Nadie hace eso simplemente por descortesía. Y yo veo con mis ojos cómo él ingresa muy apurado al camarín del árbitro".

Estévez estuvo alrededor de cinco minutos impedido de entrar al camarín del árbitro Enrique Osses. Recién pudo ingresar cuando René Rosas, el funcionario de la ANFP presente en el estadio, salió del camarín para ir a buscarlo. Estévez le pidió a Osses que le ratificara que el partido estaba suspendido, lo que el árbitro confirmó. "Luego me dice que es facultad de la ANFP decidir cuándo se reanuda el partido. Rosas dice que va a consultar a la ANFP y que nos retiremos con Yuraszeck. En ese momento, ya habíamos autorizado la salida de Meneses, que era mi primera preocupación. Lo segundo era que el plantel pudiera salir con normalidad y, tercero, la gente. Los puntos y el partido eran cosas a verse después. Al rato, nos llama René Rosas y nos dice que el partido se reanuda al día siguiente, a las 12. Yo respiré aliviado, porque no se reanudaba de inmediato".

Estévez vuelve al camarín e informa a los jugadores que el partido seguirá al día siguiente y les dice que vuelvan al hotel a seguir concentrados. Luego sube al cuarto piso del estadio y se encuentra con una reunión entre Rosas, el intendente José Antonio Peribonio y Cristián Aubert, gerente general de la "U", en la que cambiaron el partido a las tres de la tarde del día siguiente. "Aparté a Rosas del grupo y le dije que la posición de Católica es que el partido se dé por terminado, como había ocurrido antes en situaciones similares, y en el caso de que se reanude, que se haga con la presencia de Meneses".

Media hora después, Estévez recibe el reporte médico de Meneses desde la Clínica UC San Carlos de Apoquindo. El diagnóstico fue un traumatismo simple, con observación de 72 horas. En ese momento, la ANFP resolvió llamar a su directorio para el día siguiente y dejar en suspenso la reanudación del partido.

Eran pasadas las cinco de la tarde en el Estadio Nacional. Estévez se retiró exhausto a su casa.

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Sentado en una terraza del complejo deportivo de la UC en San Carlos de Apoquindo, una semana y media después del incidente, Jaime Estévez dice que ser presidente de un club de fútbol es más parecido a estar en el mundo político que en el empresarial: "Aquí domina la pasión, el grueso de la gente con que uno funciona lo hace por adhesión voluntaria, el sustento son tus hinchas, que van al estadio porque les gusta; no son tus empleados. Hay sentido de pertenencia. Y hay un espacio que cubrir en la opinión pública, que es muy importante. Nuestro desafío es manejar esto como una pasión, pero al mismo tiempo con una gestión empresarial eficiente".

Estévez asumió la presidencia de Cruzados en mayo de 2010, en medio de un clima institucional inestable. La salida de la sociedad a la Bolsa había recaudado US$ 25 millones a fines de 2009, pero US$ 18 millones se fueron para pagar a la Fundación del Club Deportivo UC por los pases de jugadores y derechos de uso del nombre del club, entre otras cosas. Cruzados operaba con déficit y la caja de US$ 7 millones con que empezó, rápidamente bajó a US$ 4 millones.

"No le ha tocado fácil a Jaime Estévez", cuenta un director del club. "Yo lo comparo a un gobierno de transición, como el de Patricio Aylwin. Tuvo que ordenar la casa rápidamente. Aquí se perdían $ 200 millones mensuales y eso ya se estabilizó. Con el nivel de gasto que había, el club pudo haber quebrado en 2011".

En paralelo, luego de salir campeón en 2010, Estévez vio a su equipo perder una final increíble con la "U" en 2011. Fue el inicio de un ciclo de oro para el club azul, con un tricampeonato y una Copa Sudamericana incluidos. Muchos hinchas cruzados, impotentes, pedían un estilo de dirección más cercano al de Yuraszeck que al del mismo Estévez, criticado muchas veces por ser distante de los medios.

Estévez tiene una explicación para eso. Siente que en el fútbol, a diferencia de la empresa, hay un presidencialismo extremo, algo con lo que él no se siente cómodo. En San Carlos, varias veces le han pedido que dé entrevistas para la revista de la UC o el programa que Cruzados tiene en CDF. Su respuesta siempre ha sido negativa. "A la gente le gusta que el presidente esté en todas, y a lo mejor es un déficit, pero yo busco crear una institución que es más permanente que la figura del presidente", explica.

Dentro del club, Estévez es visto como un generador de consensos, una persona abierta al diálogo. Las decisiones se toman después de analizarlas con el resto de los directores. El día en que la UC decidió llevar a Yuraszeck al Tribunal de Honor de la ANFP, por el incidente en el camarín de Osses, todos los directores coordinaron la acción, que fue unánime, por teléfono y correo electrónico.

Yuksu Ramos, coordinador de los accionistas minoritarios del club, dice que Estévez es un presidente abierto a escuchar, pero tras bambalinas. "Si uno va y le habla, es probable que siga de largo. Pero no tiene problemas en juntarse si uno lo pide a través de conductos regulares. En un año y medio nos hemos reunido unas ocho veces con él. Es un hombre franco, directo, que dice lo que puede cumplir y lo que no".

Una meta de la gestión de Estévez es producir mayor identidad entre el club y sus hinchas. El mismo muchas veces traspasa la barrera del dirigente: ve los partidos escuchando la transmisión radial con audífonos. Cuando está nervioso, se sale del palco y camina por los pasillos interiores de San Carlos.

Ese bajo perfil cambia en los momentos de crisis. El presidente de la UC siente que es ahí cuando tiene que dar la cara. Salir al ruedo. Así fue, por ejemplo, cuando en 2011 la UC quiso jugar, tras muchos años, su primer clásico en San Carlos. Cruzados decidió no darle entradas a la Garra Blanca, para evitar violencia en el primer intento de localía con un rival clásico. Estévez y la Católica fueron acusados por algunos líderes de opinión pública de discriminar a los hinchas de Colo Colo.

"A la Católica muchas veces le ha faltado, cómo se dice, la chaucha para el peso para obtener mejores resultados deportivos. No jugar los clásicos de local era un tema que yo creía que incidía en eso. Desgraciadamente, la única posibilidad de ser locales al principio era sin una barra visitante. Nuestro punto débil eran los vecinos de San Carlos, a los que se les amenazó con desmanes. Fui muy criticado en ese momento".

-¿Le dolió que el PS, su partido, se sumara a las críticas y lo pasara a su tribunal?

-Me dolió que no me escucharan primero. Lo primero que hay que hacer como dirigente es escuchar al otro antes de criticar. Me dolió mucho que se hablara de discriminación social, porque genera un tremendo prejuicio sobre nuestro equipo. Pero ¿por qué, si puede haber violencia, hay que llevar el partido a otra comuna? Eso es segregación. La historia demostró que se podía y ahora jugamos con público visitante reducido.

El tribunal supremo del PS finalmente resolvió amonestar a Estévez, culpándolo de los hechos de violencia entre hinchas de Colo Colo -a los que no se les permitió subir al estadio- y carabineros en Las Condes. El diputado PS Marcelo Schilling, cercano a Estévez, recuerda que el presidente de la UC vivió esos momentos con mucha impotencia.

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Estévez nunca había tenido un puesto directivo en la UC antes de transformarse en el primer presidente de Cruzados. Un director cuenta que por años lo había visto con un gorro y una bandera de la UC en la tribuna Andes de San Carlos, ahora llamada Alberto Fouillioux. También había sido ordenado "cruzado caballero", una orden fundada por Germán Becker y que agrupa a destacados ex dirigentes, hinchas y deportistas. Estévez la define como "una suerte de senado" del que era parte al momento de la creación de Cruzados. "Creo que por eso se me pidió que integrara una directiva de transición en la época de la salida a la Bolsa. Después me pidieron que asumiera como presidente y yo me entusiasmé. Lo asumí sin reflexionar mucho en los costos que esto tiene".

Los costos a los que se refiere son en términos de tiempo y de malos ratos. Pero a él no parece importarle demasiado. Cuando se refiere a la Católica, lo hace como a la identidad de una vida. Cuenta que de niño, en el colegio jesuita al que iba en Chillán, escuchaba los partidos del equipo. "Para los curas, el 'Sapo' Livingstone era lo máximo y yo me empapé de eso". Luego, en Santiago, Estévez estudió en el San Ignacio de Alonso de Ovalle. Recuerda que veía jugar a sus compañeros el domingo en el estadio: Alberto Fouillioux iba dos cursos arriba; Ignacio Prieto, uno. Al hablar de esto, Estévez, por primera vez, se ve más relajado, como tomando un recreo de los últimos días. "La Católica es lo que me representa, aunque después, por circunstancias de la vida, estudié Economía en la Chile".

Al regresar del exilio en México e Italia, a fines de 1983, Estévez dice que renació su afición. "Cuando volví, me reencontré con más fuerza aún con mi adhesión a la Católica. No era fácil lo que se vivía en la sociedad, con un riesgo importante en nuestra acción política, pero teníamos que reencontrarnos con el país. Tuve la fortuna de que cuando empecé a llevar a los niños al estadio, el equipo salió campeón después de muchos años. Eso me ayudó para que se convirtieran en hinchas, la base para venir tranquilo al estadio".

En la oficina que ocupa cuando va a San Carlos, llena de camisetas enmarcadas del equipo, Estévez cuenta que le cuesta separar al hincha del dirigente. Que una vez en España se sentó en el palco de dirigentes de Real Madrid y que cuando hubo un gol, él fue el único que se paró a gritarlo. "El 2010 ganamos a último minuto en Calama y con ese partido éramos casi campeones. La gente de Cobreloa me había tratado muy bien, estaba rodeado de sus dirigentes, pero se me salió el alma gritando. Así uno vive estas cosas".

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Martes, 29 de octubre. Jaime Estévez tiene un contacto telefónico con el programa de deportes de Radio Agricultura. En el mismo contacto está José Yuraszeck al micrófono. Ambos se enfrentan. "Me encontré con una versión completamente distinta a la mía. Me dejó atónito la firmeza con la que negó lo que yo viví. Por fortuna salió un video de una cámara a mi espalda que se viralizó muy rápido, que dejó claro que no me dejaban entrar (al camarín de Osses). La versión de Yuraszeck es que me había dicho al pasar si yo quería ir al camarín de la Chile".

Hasta este momento, la versión del presidente de la "U" es que al cruzar el portón rojo donde estaba Estévez, se dirigió al camarín de su equipo.

"Eso a mí me alarmó más -señala Estévez-. Uno dice: '¿Por qué lo hace?'. Si los jugadores de la 'U' estaban en la cancha. ¿Por qué no dice que va apurado o que quiere hablar con el árbitro? Yo no podía creer lo que estaba escuchando. Fui tratado de mentiroso, de falta de ética. La opinión pública ve a dos dirigentes peleando y se queda con que ambos mienten. Es un daño a la honra y al trabajo que uno hace. Había que aclarar el hecho".

Estévez sabía que había una forma de probar su versión. Al llegar a su casa después del estadio ese domingo, revisó el partido completo, que había dejado grabando. Se vio a sí mismo entrando al camarín del árbitro y pensó que esa misma cámara pudo haber grabado a Yuraszeck haciendo lo mismo cinco minutos antes. Cruzados, a través de una carta, solicitó formalmente al CDF la grabación de esa cámara sin editar. Dos días más tarde de que Yuraszeck había dicho a varios medios que Estévez "se estaba pasando de listo" y que nunca había estado con Osses sin la presencia de Estévez, Cruzados revela el video que respalda la versión de su presidente.

Estévez se nota todavía molesto con la situación. A ratos habla golpeado. Para él, lo que pasó ese 27 de octubre en el Nacional pudo ser peor: "Cuarenta y dos mil personas exaltadas era una situación extremadamente delicada. La conducta que asumimos cada uno debe ser juzgada en la responsabilidad que tenemos como dirigentes. Y dentro de esto hay mucho que desear. El manejo de la crisis tuvo demasiados errores. Con todo, los que se vieron más claros fueron el árbitro y el público, que salió sin problemas, pese a las señales equivocadas que se entregaron desde fuera. Es mi obligación como presidente defender al club. Es muy delicado decir que yo miento, contar una versión tan opuesta a la verdad. Yo me sigo preguntando: ¿Qué se quiere ocultar?".

Este lunes, la UC llevó los antecedentes del caso al tribunal de ética de la ANFP. José Yuraszeck arriesga una inhabilitación de su cargo de entre seis meses y dos años. A casi dos semanas del partido, todavía no ha habido acercamiento de la dirigencia de Universidad de Chile con Estévez. José Yuraszeck se excusa de hablar del caso: "No voy a hablar nada hasta la resolución del Tribunal de Honor. Jaime Estévez tiene su estrategia, yo la mía".

Mientras, Jaime Estévez sigue disparando: "Yuraszeck dice que los jugadores volvieron solos a la cancha. Eso tiene que investigarse. Había un riesgo muy grande por cómo estaba el público. ¿Quién tomó esa decisión? El presidente de la 'U' dice que ellos volvieron solos, pero el mismo video muestra cómo el entrenador de la Chile se pone en la puerta del camarín y manda de vuelta a los jugadores a la cancha. Luego, el DT dice que él recibió una instrucción de hacerlo. Y mientras el locutor del estadio dice que el partido está sólo interrumpido, se me cierra esta puerta en la cara. Aquí hubo un intento muy fuerte de doblegar la decisión del árbitro".

Como sea, muchos consideran que el conflicto con la "U" ha servido para que quienes antes criticaban el estilo de Estévez, ahora se sientan identificados con él.

-¿Ha sido esta crisis con la "U" una oportunidad para unir al club y sus hinchas?

-Si esto redunda en producir una mejor identidad entre hinchada y club, excelente. Nosotros hemos actuado defendiendo a los jugadores y a la institución.

Este no es el primer conflicto fuerte de la dirigencia de Estévez con la de Universidad de Chile. A fines de 2011, en una semifinal entre ambas universidades, la UC acusó a la "U" de ofrecer contrato a dos de sus jugadores antes de los partidos. "En ese tiempo sabíamos lo que pasaba, lo denunciamos, pero no teníamos las pruebas y no pudimos ir más allá. Son prácticas que no corresponden y se tienen que normar. Necesitamos que haya reflexión sobre estos hechos. De otra forma es volver a las cavernas", dice el presidente de Cruzados.

La relación entre los timoneles de ambos clubes, sin embargo, era cordial. Por eso pudieron ver juntos, uno al lado del otro, el partido de la Selección. Aunque queda en duda si eso volverá a ocurrir, Jaime Estévez dice que hay un trato con respeto: "No somos amigos, eso sí. No nos tomamos un café ni vamos a comer juntos".