Uno de los grandes mitos de la historia de la Segunda Guerra Mundial es el Experimento Filadelfia, una prueba en que la Marina de Estados Unidos habría teletransportado al destructor USS Eldridge, por algunos minutos desde el puerto de Filadelfia hasta el muelle de Norfolk, Newport, a 400 kilómetros de distancia.
El inicio de la historia
Partiendo de experimentos y teorías de Nikola Tesla, en que habló de la teletransportación a través del uso de campos eléctricos y magnéticos, varias investigaciones buscaron “aterrizar” estas teorías a comienzos del siglo XX.
En la década del 50, en medio del boom de la ufología y las teorías conspirativas, Morris K. Jessup, un astrónomo amateur, publicó en 1955 el libro The Case for the UFO, donde trata de explicar el mecanismo de propulsión que tenían los supuestos Ovnis, donde apuntaba al uso de de campos electromagnéticos.
El libro tuvo escasa repercusión hasta que Carl Meredith Allen escribió dos cartas a Jessup bajo el nombre de Carlos Allende, donde narraba el que sería conocido como el experimento Filadelfia.
La supuesta prueba de teletransporación
Según las narraciones de Allen y otras investigaciones que nunca han sido validada, la Marina de Estados Unidos se interesó en estudios universitarios sobre campos unificados. En medio de la Segunda Guerra Mundial, la idea de los militares era lograr, a través de campos magnéticos, hacer invisible un destructor no sólo para los radares, sino que también para la vista humana.
A mediados de abril habrían comenzado las pruebas en el USS Eldridge. En un primer intento, se habría logrado desaparecer a la nave bajo “una niebla verdosa”, pero los graves efectos sobre la tripulación habrían llevado a la Marina a modificar el objetivo y sólo buscar “desaparecer” el barco para los radares.
Las máquinas se recalibraron y el 28 de octubre de 1943 se llevó adelante la prueba. Según Allen, el USS Eldridge no sólo desapareció por varios minutos, sino que reportes de la misma Marina lo ubicó a ese mismo tiempo cerca de los muelles de Norfolk, en Newport, a más de 400 kilómetros de Filadelfia. Pasados algunos minutos, el destructor desapareció en Newport y volvió a su muelle en Filadelfia.
Aparte de esta supuesta teletransportación, se narran efectos traumáticos severos en la tripulación, cómo dolores intolerables, personas con enfermedades mentales y marinos que quedron sin algunas de sus extremidades.
Como prueba de todo esto, Allen hace reseña de algunas publicaciones de la época, las cuales no tienen el sustento suficiente como para ser consideradas válidas para confirmar este experimento.
Allen también habla de un altercado que habría ocurrido entre 1944 y 1946 en que en un bar unos marineros conmocionaron a los asistentes al desmaterializarse y materializarse ante todos los asistentes. Este último hecho tampoco pudo ser corroborado.
La versión oficial
Para la Marina de Estados Unidos, el experimento Filadelfia nunca existió y no tiene documento alguno de pruebas realizadas con campos electromagnéticos.
Esta prueba se relaciona más a un gran fraude que tuvo eco en algunos medios locales pequeños y que, al paso de algunos años, fueron tomados para potencias teorías conspirativas y respaldar el boom de la ofología, en la década del 50.