Cinco días de actos en su honor precederán el funeral del último monarca británico de la dinastía York, Ricardo III, fallecido hace 530 años.
Ayer, con una procesión en la que participaron miles de británicos, se dio inicio al funeral de Estado -aunque no oficial- que no tuvo tras ser acribillado en la batalla de Bosworth, donde tras dos años de reinado, perdió el trono frente a los Tudor.
Los restos de Ricardo III -el más parodiado de los monarcas británicos, debido a sus defectos físicos- fueron encontrados en septiembre de 2012, bajo un estacionamiento municipal del centro de la ciudad de Leicester (al centro de Inglaterra). Su cadáver estaba perdido desde que fue enterrado 530 años atrás en la iglesia Greyfriars, que durante la Reforma (siglo XVI), fue destruida.
Desde que un equipo de arqueólogos de la U. de Leicester halló el esqueleto bajo el estacionamiento, éste fue sometido a una serie de pruebas para determinar su identidad, cómo murió y hasta cómo lucía.
Restos de ADN obtenidos de sus huesos permitieron confirmar con 99,999% de confiabilidad que se trataba del rey, y también reveló la infidelidad de algunos miembros de su familia.
Sus osamentas confirmaron que sufrió escoliosis desde niño y que su muerte fue dolorosa. De acuerdo al estudio liderado por Jo Appleby, de la U. de Leicester, el rey habría estado atrapado en una ciénaga, sin casco, donde fue atacado con espadas, dagas y otras armas, por varias personas. Tenía al menos 11 heridas que quedaron marcadas en sus huesos, nueve en el cráneo y dos en el torso.
Un último estudio de su cráneo determinó cómo lucía su rostro: de nariz ligeramente arqueada y barbilla prominente, similar a los retratos pintados tras su muerte, y menos deforme que la descripción de William Shakespeare, que creó un personaje jorobado y cojo.
Ricardo III tenía 32 años cuando murió en Bosworth, tras un reinado de poco más de dos años. Para algunos fue un rey bueno y generoso, pero Shakespeare lo describió como un tirano conspirador y asesino.
ENTIERRO EL JUEVES
Los restos de Ricardo III, recorrieron ayer la ciudad en que falleció, en un ataúd fabricado en roble por el carpintero canadiense Michael Ibsen, uno de los descendientes del rey. Luego, permanecerá en la catedral de Leicester hasta su entierro el jueves, donde se espera que la reina Isabel II lea unas palabras.
"Estamos deseando tener la oportunidad de recordar a la gente el extraordinario momento en la historia de Inglaterra que marca la muerte de Ricardo III", dijo a la agencia Ansa, el obispo de Leicester, Tim Stevens. "Supuso un cambio de dinastía, el fin de una violenta etapa de guerra civil, el comienzo de la era en la que Shakespeare escribiría sus fantásticas tragedias, entre ellas la dedicada a Ricardo III, y el de una manera diferente de gobernar el país", agregó.