Han actuado de manera "negligente" y no han hecho lo suficiente. Esta es la posición de un grupo de futbolistas y de madres de jugadores que a finales de agosto demandaron en un tribunal de California a la FIFA y a varios de sus grupos asociados en Estados Unidos, como la Organización Estadounidense de Fútbol Juvenil (AYSO, por sus siglas en inglés).

Exigen que se mejoren las condiciones de seguridad en que se practica el fútbol en las categorías infantiles y juveniles y piden limitar los golpes de la pelota con la cabeza.

La demanda se sumó a las fuertes críticas que recibió la FIFA durante el Mundial Brasil 2014 en la que se permitió a los futbolistas seguir jugando pese a padecer los efectos de una conmoción.

Cuestionados, expertos médicos del órgano rector del fútbol internacional anunciaron este martes que recomendarán una serie de reglas estrictas para tratar las lesiones cerebrales.

Según el jefe del comité médico de la FIFA, Michel D'Hooghe, se debe detener un partido por tres minutos cuando un jugador con una posible conmoción cerebral esté siendo examinado por un médico del equipo, quien decidirá si el deportista sigue o no en el campo de juego.

Largo camino

Los demandantes consideran que hasta ahora no se había protegido a los futbolistas, pese a "los cambios que hace más de una década pidió la comunidad médica" a este respecto.

En sus exigencias detallan un plan de acción mucho más amplio que el hecho de determinar cuándo un futbolista puede regresar al terreno de juego.

Según explican, también es necesario la creación en EE.UU. de un programa de vigilancia médica de jugadores y exjugadores, y que se limite la práctica del cabeceo entre los futbolistas menores de 17 años.

Otra propuesta es la de permitir a los equipos realizar cambios temporales para examinar a los jugadores con potencial de haber sufrido contusiones cerebrales.

La demanda recuerda a las acciones legales emprendidas en EE.UU. en los últimos años contra la Liga Nacional de Fútbol Americano (NFL, por sus siglas en inglés) exigiendo a la organización compensaciones millonarias por las secuelas sufridas por los que practican este deporte al golpearse cabeza.

El año pasado, la NFL –que había sido acusada de ocultar deliberadamente los peligros de este tipo de impactos– llegó a un acuerdo con los demandantes, entre los que había más de 4.000 exjugadores profesionales.

La liga se comprometió a crear un fondo de alrededor de US$700 millones para pagar indemnizaciones relacionadas con las consecuencias a largo plazo de las conmociones cerebrales y para financiar investigaciones médicas.

Los peligros de la CTE

Pese a que los expertos coinciden en que el riesgo de sufrir conmociones cerebrales graves en el fútbol es menor que en otros deportes de contacto como el fútbol americano, el boxeo o el rugby, también enfatizan que el repetido uso de la cabeza que se da en el balompié hace que los jugadores también puedan padecer problemas a largo plazo que pueden disminuir notablemente su calidad de vida.

La principal preocupación de los especialistas es la llamada encefalopatía traumática crónica (CTE, por sus siglas en inglés).

La CTE puede desarrollarse fruto de las diversas conmociones cerebrales que los deportistas sufren a lo largo de sus carreras y que en el pasado se ha asociado con el boxeo, siendo conocida como demencia pugilística.

Esta patología –que sólo puede comprobarse en exámenes post mortem– fue constatada hace unos años en las autopsias que expertos estadounidenses realizaron a decenas de exjugadores de fútbol americano que murieron a una edad temprana, algunos de ellos quitándose la vida.

Y es que según los médicos, la CTE, que se manifiesta en un daño agudo del tejido cerebral, puede provocar pérdida de memoria y de funciones cognitivas, así como cuadros de depresión, insomnio y ansiedad, entre otros síntomas.

Las investigaciones sobre la CTE están dando sus primeros pasos, aunque en EE.UU. tanto la NFL como los organismos reguladores de otros deportes de contacto, se han tomado en serio sus posibles consecuencias y han acordado la introducción de nuevas reglas para tratar de minimizar los riesgos asociados con las conmociones cerebrales.

Así, por ejemplo, los jugadores fútbol americano que sufren impactos fuertes en la cabeza deben retirarse del campo de inmediato para ser evaluados por profesionales médicos, que son los encargados de decidir cuándo pueden reincorporarse a un partido o a los entrenamientos.

Los responsables médicos de la FIFA aseguraron a BBC Mundo a través de un comunicado que la organización "siempre ha dado una alta prioridad a la prevención y el tratamiento de lesiones en la cabeza", iniciando hace más de una década estudios sobre este asunto, fruto de los cuales surgieron unas "recomendaciones claras" para los equipos y los jugadores.

Los expertos creen que, a medida que avancen los estudios sobre la CTE, es probable que empiecen a salir a la luz casos de exjugadores de fútbol que han padecido esta enfermedad.

Hace unos meses el doctor británico Willie Stewart presentó un informe en que aseguraba que Jeff Astle, exfutbolista inglés del West Bromwich fallecido en 2002 a los 59 años.

Stewart era conocido por ser un especialista en el remate de cabeza, había muerto a consecuencia de la CTE y no Alzheimer como se creyó en un principio.

Cambios necesarios

Christopher Nowinski, codirector del Centro para el Estudio de la Encefalopatía Traumática de la Universidad de Boston, lleva años alertando sobre las consecuencias de las conmociones cerebrales.

"Las reglas de la FIFA en lo que concierne a las conmociones cerebrales están muy por detrás de las que se aplican en otros deportes y eso se demostró en el Mundial de Brasil, cuando permitieron que futbolistas que habían quedado inconscientes siguieran jugando, poniendo en riesgo su salud", señala Nowinski en conversación con BBC Mundo.

"Conocemos las consecuencias que puede tener la CTE y por eso es necesario introducir cambios. Cada año miles de jóvenes ven sus vidas afectadas por conmociones cerebrales, lo que se podría prevenir con la educación y el tratamiento adecuados".

Nowinski reconoce que el número de jugadores que sufren conmociones cerebrales en el fútbol americano es mayor, pero cree que el fútbol está "en la misma zona de peligro y eso no se debe ignorar".

El experto de la Universidad de Boston también opina que se deberían introducir cambios en la práctica del fútbol infantil y juvenil, retrasando la edad a la que se permite cabecear la pelota hasta los 13 o 14 años.

Antes de esa edad los niños no tienen los músculos del cuello lo suficientemente desarrollados como para absorber adecuadamente los impactos en la cabeza.

Efectos a largo plazo

El doctor Tom A. Schweizer, del departamento de neurociencia del hospital canadiense de St. Michael, asociado a la Universidad de Toronto, coincide con Nowinski en que se debería limitar la práctica de cabecear la pelota entre los niños.

"Cuando hablamos de jugadores infantiles, hay estudios que muestran que los músculos del cuello no están lo suficientemente desarrollados para absorber el cabezazo de la pelota", señala Schweizer en conversación con BBC Mundo.

"Ello, sumado al hecho de que todavía están aprendiendo la técnica de golpear con la cabeza, puede potencialmente causar daños",

Schweizer asegura que la incidencia de las conmociones cerebrales entre los futbolistas es menor que en otros deportes y que todavía se debe investigar más.

Aunque indica que en un estudio que realizó hace unos meses tomando como base la literatura científica disponible sobre este tema, concluyó que más de un 50% de los jugadores sufren alguna conmoción a lo largo de su carrera.