Estaban buscando casa para vivir y por eso repasaban todos los días los avisos en los diarios. Así fue como un grupo de cuatro jóvenes arquitectos se enteró de que una vieja casona de Pocuro, entre Luis Thayer Ojeda y Hernando de Aguirre, estaba siendo alquilada por un precio muy inferior al del mercado: $ 300.000. "Nos llamó la atención porque, además de la ubicación y el gran tamaño, de 100 metros cuadrados, era una casa diseñada por Emile Duhart, y nosotros la estudiábamos en los libros de la universidad", cuenta Sebastián Bravo, uno de los miembros del grupo.

Sorprendidos por el hallazgo, fueron a visitar el lugar y se enteraron de que la vivienda pertenecía a una inmobiliaria. Era de 1930 y estaba condenada a ser demolida para levantar ahí dos edificios residenciales. Por eso se arrendaba por tres meses y a ese precio. "La inmobiliaria no quería que estuviera vacía mientras se compraba el resto de la manzana", recuerda Bravo.

Pero ya adentro de la casa, cambiaron de idea. No sólo quisieron vivir ahí, sino que, además, transformarla en una especie de museo, con exposiciones de sus trabajos pictóricos. Fuera de eso, les darían la posibilidad a los vecinos de entrar y despedirse de la casa antes de que llegara la grúa. La casona era parte de la identidad del barrio, pues había estado más de 70 años ahí.

De este modo nació el colectivo Piso Piloto, en 2004, una organización que desde ese año está arrendando casas a punto de ser destruidas para darles un último uso (artístico). Y ya llevan cinco, varias de ellas en Ñuñoa. "La mayoría han sido de amigos, porque cuesta encontrar a una inmobiliaria que se interese por darle valor a un espacio que va a demoler. Entonces nosotros se lo proponemos a los empresarios", reconoce Pablo Briceño, otro de los integrantes del colectivo.

Esta semana, el reto es mayor. En el barrio Yungay, el grupo está trabajando en la reutilización de una casona de 1830. Pero a diferencia de los otros inmuebles que han alquilado, ésta no será demolida. Todo lo contrario. Al ser un barrio patrimonial, la fachada de ninguna de las casas del sector puede ser tocada, por lo que esta vivienda de 500 m2, ubicada en calle Compañía, frente a la Peluquería Francesa, será transformada en un museo.

Ahí se reunirá la historia del barrio a través de una exposición fotográfica con la vida de las personas que habitan en el sector. "La empresa dueña de la casa suele comprar casonas y subdividirlas para alquilar varios lofts. Pero en este caso no será así; decidieron venderla y no nos la alquila, sino que la presta", cuenta Bravo. El cambio de planes, según explica la inmobiliaria Espacio 2000, obedece a que el mercado de lofts está saturado en el barrio y le darán un nuevo destino a la casona. "La empresa quiere darle valor y quizás adquiere más visibilidad con lo que estamos haciendo", añade Briceño.

Para este fin, Piso Piloto se alió con la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad Diego Portales. Son 21 alumnos de esa casa de estudio los que se han encargado de recopilar información del barrio durante las últimas semanas, para que este jueves sea habilitado el museo.

"Esta vivienda está en transición. Tuvo un pasado memorable: fue usada por la primera aristocracia del país y adentro, incluso, hay un teatro. Pero hoy está arruinado, y la tarea de esta propuesta es recuperarla y especular sobre cómo fue la vida del lugar", explica Ramón Castillo, director de la Escuela de Arte de la UDP.

La exposición se dividirá en tres temáticas: cuerpo, vida e historia del barrio Yungay. Según Sebastián Leyton, uno de los artistas participantes, la primera es una exposición fotográfica con imágenes de las personas que viven en el barrio y de los intelectuales que lo hicieron en el pasado, como el arquitecto argentino Fermín Vivaceta y el escritor Vicente Huidobro. "En la segunda, se recogerá en formato de audio los sonidos del barrio, como la feria y las misas. La tercera temática, en tanto, consistirá en entrevistas a la gente que vive acá", relata Leyton.