El mundo en 1987 era muy diferente al que conocemos ahora. Existía la Unión Soviética, Alemania seguía dividida, la población mundial superó la barrera de los 5.000 millones y el costarricense Óscar Arias era el nuevo Premio Nobel de la Paz.
No se conocían los iPhones o Android y recién aparecían los proveedores comerciales de internet. Pelotón ganó el Oscar como mejor película y Argentina era el vigente campeón de fútbol.
Precisamente fue ese año en el que un apasionado aficionado no pudo asistir a un partido del equipo de sus amores, el Blyth Spartans.
Desde entonces, Jeff Young ha presenciado 1.506 partidos y sigue sumando.
En las malas y en las menos malas
Los Spartans marchan 19º en la Liga Premier del Norte, la séptima división del fútbol en Inglaterra, pero eso no ha sido razón para mermar el interés de Young en el equipo que nació en 1899 en una pequeña localidad costera del noreste del país.
Jeff Young se "engancho" durante la histórica campaña de los Spartans en la Copa FA de 1977-78, cuando alcanzó la quinta ronda.
"Yo era un pequeño muchacho que estaba creciendo y ver esos juegos fue algo increíble", recordó Young en referencia a la mejor actuación que han tenido los Spartans en su historia, cuando avanzaron a la quinta ronda de la Copa de la Asociación inglesa en la temporada 1977-1978.
"Todo empezó allí. Es difícil de explicar lo que me picó. Simplemente me subí al vagón y nunca me bajé".
"Hay algo especial en los Blyth Spartans, el nombre, los colores", trató de explicar su sentimiento por el equipo que recibió su nombre de los guerreros griegos para que los jugadores se dejaran todo en la cancha.
El que fuera hincha ahora es secretario del calendario y equipación, por lo que viaja junto a los jugadores en el autobús del equipo.
Será muy difícil que los Spartans vuelvan a conseguir una racha como la que tuvieron hace casi 40 años, pero para Young siempre habrá un próximo partido.
"Nunca tuve la intención de alcanzar este hito. Siempre pensé en el siguiente partido, simplemente me gusta ir al campo", reconoció.
Cuestión de prioridades
El partido al que no pudo ir ocurrió el 27 de enero de 1987. Fue un encuentro a mitad de semana contra Bath que hubiera significado un viaje de ida y vuelta de 1.000 kilómetros, para el cual Young no consiguió quien lo llevara.
"Me recuerdo que estuve sentado frente al televisor esperando que la página de teletexto se actualizara, mirando la pantalla y esperando", fue describiendo.
Young no se ha perdido un juego como local en el campo de Croft Park desde hace 31 años.
"Creo que el resultado llegó una media hora después de que terminó el partido. No había comunicación instantánea esos días. Pude ver que ganamos 1-0 en tiempo suplementario y pegué un grito que asustó a mi mamá".
Su racha sobrevivió al matrimonio de su hermano -"asistí a la boda, aunque me perdí parte de la fiesta"- y a cada uno de los compromisos que se le fueron presentando en el camino.
Ahora a los 49 años, Young colabora como secretario en el club y viaja junto a los jugadores en el autobús del equipo.
Young pasea orgulloso los colores de su equipo como se aprecia en su visita al GP de Mónaco de F1.
"Sé que puede sonar tonto, pero es muy extraño que sienta que me molesta", aunque reconoció que también disfruta cuando se termina la temporada porque "es la oportunidad para recuperar un poco de sueño".
Pero la extraordinaria marca de Young pudo haber sido aún mayor.
"Una semana o dos después del partido que me perdí en 1987 jugamos contra North Shields", recordó.
"Vi a un amigo y me preguntó '¿Por qué no viniste al partido de Bath? Podrías haber venido con nosotros, había un lugar en el auto'. 'Ahora es que me cuentas', fue lo que pensé".
"No supe si reir, llorar o... ¡pegarle!", bromeó Young, quien el próximo martes tiene un juego de local contra Trafford.