Exhausto. Así termina la jornada los 31 de diciembre Benjamín Fuentes (48). Pero a diferencia de la mayoría de los chilenos que celebran hasta bien entrada la madrugada, a las 3.00 horas del 1 de enero él ya está durmiendo sin haber bailado ni haber brindado con champaña. Hace 22 años pasa la medianoche a 127 metros de altura, alejado de su familia y preocupado de apretar los botones que encienden los fuegos artificiales de la Torre Entel.
"Cuando pasan las 12, lo único que quiero es terminar mi trabajo para irme a descansar", cuenta.
Su rutina ese día es intensa: se levanta a las siete de la mañana para estar una hora más tarde revisando la "pirotecnia" que él mismo instaló en diversos puntos de la torre hace seis días. En realidad, es una labor que comienza ocho meses antes, cuando viaja a China a comprar los fuegos de artificio. Inspecciona que todo esté en orden hasta cuatro veces ese día, casi de forma obsesiva. Nada le puede fallar esa noche, a quien sus amigos apodan "el hombre del botón".
Fuentes empezó hace 31 años en la empresa de espectáculos pirotécnicos Hong Kong, la única autorizada en el país para confeccionar y operar fuegos artificiales y la que desde 1991 realiza los shows en la torre Entel. Su primer trabajo fue barriendo, hasta que Héctor Acuña, el dueño de la empresa, lo reclutó para instruirlo en el oficio.
"Me enseñó a trabajar con la pólvora y los químicos, a usar las cantidades exactas y así reducir los riesgos al mínimo", cuenta Fuentes, mientras se pasea por la azotea de la torre revisando las mechas de 25 mil disparos que componen las 17 toneladas que este año se lanzarán en el centro de Santiago.
"Cuando comenzamos en 1991, instalamos como cuatro toneladas de explosivos y eran más pequeños los cilindros donde se meten los fuegos. Ahora, como la cantidad se ha triplicado el espacio en la azotea de la torre se nos ha vuelto más pequeño, por lo que usamos cilindros más grandes que tienen una explosión más fuerte", afirma.
Además de la torre Entel, Fuentes es el encargado de varios shows pirotécnicos en la capital: supervisa el evento en el Estadio Nacional y el hotel Sheraton. Dos años antes, a estos se le agregaban los del cerro Calán, pero ya no los ejecutan.
La torre Entel es el espectáculo a mayor altura dentro de Santiago y del país. A los 127 metros de la estructura, se le suma la distancia que alcanzan los proyectiles, unos 200 metros. Esto los hace visibles desde casi toda la ciudad.
DESTELLOS DE LUZ
A las 23 horas, Fuentes y su equipo -integrado por cuatro bomberos y cuatro ayudantes- ingresan a un entrepiso de la torre, ubicado entre la azotea y el mirador del lugar. Es un salón cerrado, con piso metálico, donde se visten con un traje de tela kevlar -similar al utilizado por bomberos- y tapones para los oídos. Ahí esperan la señal desde el primer piso, donde un reloj digital de Entel marca la hora señalada. En ese momento, Fuentes presiona uno de los 60 botones de la mesa de control. Cada uno realiza hasta 400 disparos de fuegos de artificio.
"Cuando empieza el show, yo presiono un botón cada un minuto y medio y así se va disparando de manera parcelada durante los 20 minutos que dura la celebración", explica Fuentes.
La situación es tan intensa en el entrepiso, que incluso las detonaciones mueven levemente la punta de la torre. "No veo ninguno de los fuegos artificiales explotar, sólo sé que están funcionando por mis chequeos previos, la luz y el sonido de cada detonación y los gritos del público", dice.
Sólo un año tuvo inconvenientes. Fue en 2000. "Los fuegos no se encendieron de forma electrónica y tuve que subir a detonarlos de forma manual. No pasó nada grave", agrega.
LEJOS DE LA FAMILIA
El "hombre del botón" ya está completamente acostumbrado a pasar todos los años sin su familia. Según cuenta, sus cuatro hijos y su señora ya asumen que no estará en su casa, en la comuna de Rengo (región de O'Higgins), para el abrazo de las 12. Su hijo mayor tampoco: también se inició en el oficio de la pirotecnia.
"Para mi es un orgullo haberle enseñado acá mismo, en la torre Entel. Me gustaría que fuera una tradición familiar", cuenta.
Para el resto de la familia la situación es más compleja. "Una vez los traje, pero cuando sintieron los estruendos y vieron que yo andaba metido entre los proyectiles, se asustaron mucho y decidieron que mejor era verlos por televisión" agrega.
Para este año se espera que 500 mil personas lleguen a la celebración en la torre, según datos entregados por la Intendencia Metropolitana. A Fuentes eso lo pone feliz. "Mientras más hayan, mejor. Esta es la mejor escuela: todos los shows en Chile tienen técnicos que pasaron por acá", afirma.