De la carne a los huevos de chocolate
Pablo Uribe Ulloa, director del Instituto de Teología de la Universidad Católica de la Santísima Concepción: “La tradición de no comer carne tiene su origen en un mandamiento de la Iglesia muy antiguo, para que el fiel haga un acto de privación. Antes, el comer carne era un privilegio de pocos. Hoy se ha pasado al otro extremo, se cumple con el mandamiento pero se vive una fiestra gastronómica de pescados y mariscos. Con eso no se logra el objetivo. Por otra parte, existe un cuento urbano creado para niños, que narra que en la resurrección de Jesús estaba presente un conejo y que este animal fue escondiendo huevos para que al encontrarlos, se supiera que Jesús había resucitado”.
Eduardo Silva Arévalo, sacerdote jesuita y rector de la U. Alberto Hurtado: “La gente que no toma esto como un fin de semana largo, sino como una oportunidad de vincularse a Jesucristo, no necesita los huevitos de pascua o comer pescado; el que va el fin de semana a la playa es el que necesita esas cosas”.
Hugo Tagle Moreno, sacerdote y capellán de la Pontificia Universidad Católica de Chile: “El huevo de pascua es un signo muy cristiano. Las primeras comunidades lo utilizaron como una señal de vida. Algo que es aparentemente inerte, se transforma en vida, al igual que Jesús que resucita. La imagen del conejo, por otra parte, ocurre porque en el hemisferio norte es el primer animal que sale al campo inmediatamente después de la pascua, nosotros no lo vemos, pero allá comienza la primavera y empieza a derretirse la nieve. Aquí se han mezclado esos signos, pero siguen siendo representaciones de la resurrección de Cristo”.
¿Días de reflexión o de vacaciones?
Pablo Uribe: “Estas fechas se viven de tres maneras: Como creyentes, participando de las celebraciones religiosas, especialmente del jueves, viernes y sábado santo; otro grupo las vive como unas mini vacaciones, estando totalmente ajeno al ambiente religioso; y un tercer grupo lo asume con absoluta indiferencia, siendo un día cualquiera del mes”.
Eduardo Silva Arévalo: “Para muchos es un fin de semana largo, pero para otros se trata de la fecha más importante del cristianismo. Las celebraciones actuales que más público atraen son el Domingo de Ramos, que recuerda la entrada de Jesucristo a Jerusalén, y las devociones marianas, que están más conectadas con María que con la Semana Santa, pero que tienen que ver con que los chilenos, al igual que el resto de América Latina, son profundamente marianos”.
Hugo Tagle Moreno: “Ciertamente, hay una tensión respecto de que estos espacios sean aprovechados como vacaciones, pero me parece que la culpa tiene relación con que como sociedad tenemos muy pocos días feriados y marzo es un mes relativamente agotador. Eso sí, este año la oferta religiosa es mayor que en años anteriores: retiros, vía crucis, reflexiones y conciertos religosos, entre otras actividades. Hay mucho más ahora que antes. Es algo que ha ido evolucionando”.
Evolución histórica de la Pascua en el país
Pablo Uribe: “Antiguamente, estos días favorecían un ambiente para la reflexión personal y familiar. Eran especiales; en los hogares se guardaba silencio absoluto para el Viernes Santo, durante esta semana no se podía decir groserías y si alguien las decía, debía repetir la frase ‘agáchate semana santa’, y así quedaba perdonado por la falta. Las radios emitían una programación especial de música clásica y religiosa; no se podía hacer labores domésticas, se cubrían las imágenes religiosas de las casas y los templos con mantos negros. La idea era manifestar externamente una absoluta sobriedad y tristeza por la muerte de Jesús, lo que daba paso al silencio, la oración y el recogimiento”.
Eduardo Silva Arévalo: “El principal cambio ocurre hace 50 años, con el Concilio Vaticano II. Antes, la clave estaba en el sacerdote, hoy está en cada bautizado. De un cristianismo selectivo y jerárquico pasó a uno en que cada cristiano tiene la misión de reproducir lo que Jesús hizo, por lo que las liturgias son más participativas”.
Hugo Tagle Moreno: “Hoy en día hay un abanico de posibilidades para participar de las celebraciones. Una de ellas tiene que ver con el gran impacto mediatico. Por ejemplo, está la posibilidad de seguir a través de Internet las actividades del Papa Francisco. Para millones ya es una costumbre ver online la bendición del Papa y el rito de la Vigilia Pascual, no solamente en Chile, sino que en muchas partes del mundo”.
Signos sociales del hito religioso
Pablo Uribe: “El concepto del ‘sacrifio’ en nuestra sociedad se ha menospeciado, estamos en una cultura de lo inmediato y lo confortable. Por lo tanto, cuesta comprender el sentido del sacrificio de Jesús, que no fue una especie de masoquismo, sino que una entrega, un acto de amor. Hoy lamentablemente, estamos muy lejos de eso como sociedad”.
Eduardo Silva Arévalo: “Hay un proceso de secularización que abarca todo occidente, y esto hace que lo religioso vaya perdiendo presencia pública. Ha disminuido la participación en el Triduo Pascual y ha pasado a ser una opción entre quienes siguen manteniendo las prácticas y quienes deciden descansar. Esto, además, tiene que ver con una dificultad para transmitir la fe a los hijos, lo que forma parte de este proceso de descristianización y de mayor indiferencia frente a lo religioso. Esa situación pega muy fuerte en los jóvenes y tiene que ver, entre otras cosas, con la falta de credibilidad de la Iglesia. Por decirlo de alguna forma, hay mucha gente que participaría de la celebración religiosa, si es que no estuviera la Iglesia”.
Hugo Tagle Moreno: “Es cierto que el ciudadano corriente está un poco distanciado, lo que da pena, pero es el signo de un tiempo en que falta raigambre religiosa. Esto es algo que nos debería preocupar a todos, no solamente a los católicos, porque afecta a todas las confesiones”.