El imperdible relato del chileno que está detrás de Andy Murray
Murray acaba de obtener su segunda victoria en Wimbledon y Pedro Rebolledo, el histórico tenista chileno, lo conoce mejor que muchos, ya que lo tuvo cinco años como alumno en Barcelona.
Es 2013 y en Barcelona, en pleno desarrollo del torneo Conde de Godó, un flaco alto se le acerca a Pedro Rebolledo: "¡Hi!", escucha el recordado ex tenista chileno. Al darse vuelta, sus sorpresa es mayor: era Andy Murray, interesado por saber en qué estaba la vida del hombre que por cinco años fue su soporte como profesor, compañía y amigo. "Fuimos como de la familia, fui su entrenador, un poco el papá, incluso", relata Rebolledo. El cariño se le nota.
Quien llegó a ser la 36º raqueta del mundo, se mudó en 2001 a Barcelona, a trabajar como entrenador en la Academia de tenis Sánchez-Casal, donde 56 jóvenes entraban con la esperanza de transformarse en tenistas profesionales. Dentro de ellos estaba Andy Murray, hoy número dos del mundo y actual campeón de Wimbledon. Juan Mónaco (97º), Gilles Müller (29º) y Svetlana Kuznetsova (12º) también estaban dentro del grupo.
De 15 años llegó Murray a la ciudad española, para unirse a otros 55 aspirantes a tenistas con el sueño de triunfar en esta disciplina. Se mudó solo para enfocarse en su carrera, entrenaba en las canchas de arcilla de Sánchez-Casal y estudiaba en el Schiller International School.
Rebolledo, el hombre que lo instruyó durante los años clave de su formación, se alegra por los buenos resultados que ha tenido su ex discípulo, dice que se merecía su victoria de ayer como un premio a su buen juego. "Uno lo conoce, se va encariñando con la gente, con los niños, yo lo tuve por cinco años", relata. Muchas veces Murray lloró, extrañó su casa y ahí estaba el chileno, que lo ayudaba y contenía cada vez que era necesario.
De carácter diferente, el escocés siempre se destacó entre sus compañeros relata el jugador que se retiró en 1992: "Era bastante complicado, no era fácil de llevar. Él tenía sus tiempos, no era como los otros chicos que entrenaban muchas horas, siempre le hacía el quite a entrenar tanto".
De niño, Andy jugaba en canchas de cemento."Se suponía que los ingleses no sabían jugar en tierra, porque entrenaban sólo en cancha dura y no tenían, entre comillas, muchas habilidades". Practicar en arcilla le dio más habilidades al campeón de Wimbledon y hoy se ve que es un jugador completo. "Juega atrás, defiende, ataca. No es espectacular, la gente a veces dice: Me aburre verlo jugar. Pero es su juego, es su forma de enfrentar partidos con mucha tranquilidad", destaca .
En Barcelona varias veces se jugaron partidos Rebolledo vs Murray a modo de entrenamiento. "El slice mío era supuestamente uno de los mejores del mundo en ese momento, eso decían. Yo creo que ahora él pone todo eso en práctica", cuenta el chileno cuidando no sonar muy arrogante. Hasta los 18 años, el escocés permaneció en la Academia Sánchez-Casal. Comenzó jugando en los ITF juniors y ahí logró estar dentro del top ten junto a su compañero Juan Mónaco.
Murray se juntaba con Mónaco y Daniel Vallverdu, y la amistad siguió después de la academia. El británico comenzó a jugar profesionalmente, Vallverdu se fue a Estados Unidos a estudiar y siempre siguieron en contacto. El venezolano se convirtió en entrenador de su amigo desde 2010 hasta 2014, años en los que Murray alcanzó logros que incluyeron el oro olímpico y dos Grand Slam: US Open 2012 y Wimbledon 2013.
Rebolledo asume que el número dos del mundo no agrada a todos, por su personalidad más introvertida. "Siempre fue más para adentro, aunque cuando se enoja se puede ver su carácter fuerte", dice el formador de Murray. De hecho, en los cinco años que estuvo en España, Andy nunca aprendió el idioma, por lo que todos le tenían que hablar en inglés. "Yo le decía aprende a hablar en español y él repondía: no, es muy difícil, yo hablo sólo inglés".
Sus ocho compañeros ingleses aprendieron castellano y él nunca dijo una frase completa. Es uno de los pocos jugadores profesionales que solo habla un idioma. Djokovic habla tres o cuatro idiomas, Federer también. Ahora los ojos de Murray están puestos en ser el mejor del mundo. Y su profesor, hoy en Santiago, es uno de los que más fe le tiene.
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