Con un amanecer en Nueva York comienza el relato Cecil Taylor de César Aira (1949). Una prostituta salva a una rata de ser atacada por un gato, provocando el enojo (y la violencia) de quienes observaban. Es una escena aparentemente desconectada del resto del relato, que se ocupa de la historia del pianista Cecil Taylor, hacia 1956, cuando es desconocido. Al contrario de las biografías de músicos dotados desde niños de un genio misterioso, Aira narra un momento en la vida de un artista que está en el control de sus medios y consciente de su virtuosa extravagancia musical.

El relato, escrito en 1987 (recopilado por Juan Forn en la antología Buenos Aires) está ahora recogido en The Musical Brain and other stories, el último o penúltimo de la decena de títulos que ha publicado la editorial New Directions. En una de las presentaciones del libro en Nueva York, apareció nada menos que Cecil Taylor mismo. Poco antes el volumen fue reseñado en The New York Times por otra figura musical, la cantante Patti Smith, quien cuenta que, durante una conferencia en Dinamarca, se encontró con Aira: estaba emocionada y sólo se le ocurrió decirle que Un episodio en la vida de un pintor viajero le parecía una obra maestra. Aira, sorprendido o desconcertado, dijo que no era nada más que una pequeña historia. Pero ella no le cree: "¡Ave César!", cierra su artículo.

Además de Cecil Taylor, The Musical Brain and other stories incluye los cuentos recopilados en Relatos reunidos (2013) y Actos de caridad, la historia de un sacerdote que llega a hacerse cargo de una parroquia en una zona pobre que, para no ser egoísta y vanidoso, decide concentrarse en construir una casa parroquial perfecta y colosal, para que a su sucesor no le falte nada y pueda dedicarse a los pobres.

Sus libros más recientes son Biografía: el relato de un personaje, Biografía, que se ha retirado de su "actividad profesional" (redactar enumeraciones caóticas) y es amante de una mujer que se dedica a la búsqueda de los trenes prehistóricos. Y Artforum, sobre la relación de Aira con esta revista de arte y las vicisitudes relacionadas con ella: para suscribirse, buscar sus ejemplares por años etc. En algún momento alude a la "fatiga de las formas" (frente a la de materiales) en relación a los broches para colgar ropa (nuestros "perros"). La  forma de la literatura de Aira parece infatigable.

¿Fue tan fanático de Artforum como su personaje?

No hay ningún personaje. Soy yo. Salvo alguna fantasía ocasional, todo es estricta autobiografía. A lo largo de los años fui tomando notas sobre mi relación con la revista, como las tomo sobre otros temas, sueños, viajes, amigos. Como me gusta escribir, cuando no estoy escribiendo una novela tomo esas notas, como pasatiempo o ejercicio de estilo. El año pasado busqué todas las que había escrito sobre Artforum, las ordené por fechas (porque a esas notas siempre las fecho, como si fueran cartas o entradas de un diario), corregí algo para darle continuidad, y para darle variedad intercalé un cuentito, y ya tenía un libro, que mis amigos Blatt y Ríos editaron con elegancia... En cuanto al fanatismo, yo diría que es un fanatismo irónico. Nunca me tomé muy en serio a la revista Artforum, como es cada vez más difícil tomarse en serio el arte contemporáneo, del que Artforum es algo así como la nave insignia. Pero me gustaba el objeto, y usted habrá notado que en las notas que componen el libro hablo exclusivamente del objeto, nunca de su contenido.

Los textos están fechados entre 1983 y 2013. Son 30 años de entusiasmo...

En realidad son más de 30. Las Artforum más viejas en mi colección son de los años 70, es decir poco después de su fundación. No sé si yo hablaría de entusiasmo. Fue como si esperara algo de la persistencia. Y algo resultó al fin. Me hace pensar en la frase que le adjudican a Mallarmé: "El mundo existe para llegar a un libro". Los cientos de números de gruesas y pesadísimas Artforum, que llenan varios estantes de mi biblioteca, están ahí para llegar a un diminuto librito que debe de pesar 100 gramos.

¿Le sigue interesando el arte  contemporáneo?

Desde hace casi 50 años estudio en forma intermitente la obra de Duchamp, que es la llave maestra del llamado arte contemporáneo. Pero no soy sistemático, ni pretendo escribir un libro sobre Duchamp. Quizás alguien podría decir que sí lo escribí, y que todos mis libros son sobre Duchamp.

¿Tuvo pasión por el jazz?

La música no me despierta pasión. En todo caso hablaría de una curiosidad apasionada, por ese mundo en el que no puedo entrar pero sí puedo estudiar y admirar. El jazz no es tan deprimente como los fanáticos del jazz, pero le queda cerca. No me interesan los géneros, ni la música popular en general. Algunos músicos que escucho con placer, como Cecil Taylor o Thelonius Monk o Sun Ra, están en el casillero de "jazz" pero son de los que los jazzeros dicen "eso no es jazz".

¿Cómo fue encontrarse con Cecil Taylor en Nueva York?

Fue de esas cosas que "se hacen realidad". Pero aun así, siguen en el plano simbólico.

En Artforum se dice que dar limosna es una acción inútil. En Actos de caridad lleva la idea a su extremo...

Los dos textos están en distinta clave. Cuando digo que la caridad es socialmente inútil estoy enunciando una verdad práctica, en el sentido de que no cambia nada. Lo mismo vale para la delincuencia: el pobre le roba al rico, y el pobre sigue siendo pobre, el rico sigue siendo rico. ¿Entonces por qué molestarse y correr el riesgo de terminar preso? En Actos de caridad en cambio quise hacer una alegoría del camino de perfección que emprende el alma, representada por la casa. Lamento que se lo haya interpretado como una parodia anticlerical.

¿Tiene interés, como su personaje Biografía, en las enumeraciones caóticas?

Sí. Durante mucho tiempo estuve pensando en hacer la teoría de las enumeraciones caóticas, que a mi juicio todavía no se ha hecho como es debido. Pero como pasa con mis teorías, terminé haciéndola en una novela.

En un momento fantasea con la muerte por una bala perdida, pero con la dicha de tener una Artforum en la mano...

Durante los años en que estuve suscripto a Artforum tuve una relación de amor-odio con el cartero. No era en serio. Era una de esas ficciones que nos inventamos los escritores para darle un poco de emoción a nuestras vidas en general sedentarias y aburridas. Y como vivo al lado de una comisaría, y los policías que siempre están en la puerta de casa cargan armas de fuego… combiné cartero y bala perdida y salió ese episodio. Pero creo que dejé en claro en el texto que no pasó en realidad. Sigo vivo.

¿Es como Biografía el único entre sus amigos que no ha hecho su autobiografía?

No. Al revés del otro libro que comentábamos, que era todo verdad, éste es todo ficción. El nombre del personaje, Biografía, se lo puse en un impulso de extravagancia, sin pensarlo mucho, o nada. Pero después, como suelo hacer, quise verosimilizarlo y por eso inventé que era un apodo que le habían puesto sus amigos por ser el único que no había escrito su autobiografía. En cuanto a mí, no sé si alguna vez escribiré la mía. No lo descarto. Aunque he puesto tanto de mí y de mi vida en mis libros que quizás ya lo he hecho.

Habla de la "fatiga de las formas" en relación a los broches para colgar ropa...

Eso pasó también. En mi casa se empezaron a caer los broches del tendedero, y como unos eran de madera, otros de plástico, otros de alambre, la caída no se podía achacar al material, así que pensé que era la "forma broche" la que había cumplido su ciclo y moría. Pero no había pensado en generalizarlo, cosa rara en mí que siempre estoy generalizando todo. A ese afán generalizador lo considero mi peor defecto de escritor, ese resbalar hacia la abstracción, que es lo peor que le puede pasar a la literatura.