A tan sólo 513 días para la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016 las aguas de los distintos canales que confluyen en la bahía de Guanabara, escenario de las pruebas de vela, siguen mostrando el aspecto de un inmundo vertedero.
"La basura es lo más visible, pero donde hay basura hay residuos y si los atletas entran en contacto con estas aguas corren grave peligro de contraer dolencias graves, como la hepatitis A", advirtió el consultor medioambiental brasileño Mario Moscatelli, quien sentenció que la situación es "una auténtica ruleta rusa".
Según los estudios de Moscatelli, que se ha destacado por su activismo en defensa de la descontaminación de la bahía en los últimos 20 años, un 70 % de sus aguas "está comprometida" debido en gran parte a que, de los 44 ríos y canales que desembocan en ella, apenas 4 o 5 no están contaminados.
En los últimos años diversos proyectos han tenido como objetivo la recuperación de este conjunto de ecosistemas de la región metropolitana de Río de Janeiro, un espacio antaño considerado por numerosos naturalistas como un auténtico paraíso en la Tierra, "pero nada ha sido logrado", lamentó Moscatelli.
"Es una vergüenza salir a entrenar y que el barco se vaya chocando con cajas de madera, neumáticos y bolsas de plástico", relató en noviembre de 2013 en entrevista a Efe Isabel Swan, medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 e imagen de la candidatura de Río 2016.
Desde entonces, hace ya más de un año, pocos, por no decir ninguno, parecen ser los avances logrados por la Administración para descontaminar la bahía.
Lejos queda el compromiso que asumió el gobierno regional de Río de Janeiro ante el Comité Olímpico Internacional (COI), cuando la ciudad brasileña fue elegida como sede de los próximos Juegos Olímpicos, de sanear el 80 % de las aguas de la bahía de Guanabara antes de 2016.
La gestión de la descontaminación de la bahía se ha convertido en el centro de una gran controversia en los últimos meses debido a las informaciones contradictorias dadas por los distintos organismos involucrados en los preparativos de los Juegos Olímpicos, que ahora ya hablan de la limpieza del 80 % de los residuos vertidos en ella.
Aceptando incluso este matiz, el alcalde de la 'Ciudad Maravillosa', Eduardo Paes, confesó el año pasado que difícilmente sería posible alcanzar estos compromisos.
A principios de este mes, el Gobierno regional de Río de Janeiro anunció la cancelación de dos proyectos de limpieza de la bahía de Guanabara para reformarlos y conseguir una mayor eficiencia.
Los dos proyectos cancelados son unas barreras de contención de basura y el uso de barcos para la recogida de detritos en esta bahía que baña Río de Janeiro y otros municipios colindantes, según informó la secretaría de Medio Ambiente.
En opinión de Moscatelli, la cancelación del proyecto de los llamados 'eco-barcos' fue un acierto puesto que su coste era excesivo y su efectividad escasa.
Por contra, "es imprescindible el uso de barreras y de mano de obra para recoger la basura", protestó Moscatelli, quien sin embargo se mostró esperanzado en este proyecto, pero con infraestructuras más eficientes.
El biólogo ironizó con el posible uso de satélites para ayudar en la limpieza de la bahía, anunciado por el Gobierno regional, por considerar que la solución pasa por el uso de barreras eficientes para evitar el vertido de nuevos residuos y la instalación de Unidades de Tratamiento de Ríos (UTR).
El problema de la contaminación de la bahía "no es un problema de clases, es un problema del sistema", dijo Moscatelli, en referencia a la falta de canalizaciones en las favelas, lo que impide que las aguas residuales de estas barriadas sean conducidas a alguna de las cinco plantas de tratamiento de residuos que hay en la zona.
La más importante de ellas, la de Alegría, apenas funciona al 50% de su capacidad debido a esa falta de canalizaciones.
Mientras tanto, en el canal de Fundão, en cuya orilla se asienta esa planta de tratamiento, se acumulan toneladas de basuras que hacen que el aire sea casi irrespirable.
"No falta dinero; no falta tecnología; lo que falta es gestión", aseguró Moscatelli, quien aseguró que "es necesario que los gestores públicos tengan miedo a la ley".