El equipo titular de Cobresal trabaja en una de las mitades de la cancha del estadio Municipal de La Pintana. En ese recinto, se medirá hoy con Ñublense, en busca de un nuevo paso hacia el título. Dalcio Giovagnoli alienta a sus dirigidos. Le pide al lateral Patricio Jerez que ocupe la franja derecha y que saque buenos centros. Después, a Matías Donoso que retroceda un par de metros y se conecte con los volantes. Y luego, a los defensores que hagan circular el balón para una salida limpia. El detalle es que los diez jugadores que participan del ejericio no tienen rivales. Nadie los marca. Aún así, el técnico los estimula cada vez que la jugada termina bien. Idealmente, en gol. "Muy bien. Dale", les grita.
La mecanización de movimientos es parte fundamental del sistema del trabajo del técnico del líder del Campeonato. Las jugadas se repiten hasta formar parte del subconsciente del futbolista. La alusión no es casual. El rosarino ha tomado una decena de cursos de Sicología Deportiva y, cada vez que puede, asiste a seminarios y congresos. Esta semana sumó el apoyo del profesional Rodrigo Cauas como herramienta para controlar la ansiedad de sus pupilos y las eventuales consecuencias del traslado que se dispuso después de la tragedia en la Tercera Región.
Hay otros aspectos intransables, como el orden defensivo. Suele trabajar con los zagueros y los volantes por separado, porque considera que en esos sectores no están permitidas las licencias ni las descoordinaciones. "Dalcio vino a poner orden defensivo. Cuando llegó, éramos una de las vallas más batidas del torneo. Trabaja mucho. No deja nada al azar", describe el defensor Miguel Escalona.
Giovagnoli, quien también estuvo en Bolivia y Ecuador, fue dirigido por Marcelo Bielsa en Newell's Old Boys, pero se desmarca de esa escuela para asociarse a la de Renato Cesarini. Con quien tiene mayor cercanía es con Jorge Sampaoli, a quien conoció en la academia de su mentor y con quien mantiene contacto. Lo mismo pasa con el preparador físico de la Selección, Jorge Desio.
En su labor incorpora la tecnología. En su staff existe un especialista en un software de análisis de rendimiento futbolístico que adquirió cuando dirigía en Bolivia. Además, suele revisar videos junto a sus pupilos. Son resúmenes de no más de 25 minutos, con las principales fortalezas y debilidades del rival. Si bien su discurso base es potenciar las cualidades propias, jamás descuida las del adversario. De hecho, los suplentes deben prepararse para simular el juego del rival de turno. Trabaja con detalle en la preparación de los balones detenidos ofensivos y defensivos.
Mano dura
En el trato, es cercano. Para motivar a sus jugadores, suele recurrir a discursos y arengas que no sólo están referidas a la contingencia futbolística, sino a situaciones de vida. A veces, los acompaña con imágenes. Eso sí, ha evitado apelar al desastre en el norte.
Gracias a su formación sicológica, es capaz de detectar los cambios de ánimo en sus pupilos, a quienes se acerca para indagar en sus problemas.
Lo que no perdona es la indisciplina. "Da confianza, pero si te mandas una cagada, no la deja pasar. El que sobrepasa los límites, tiene que explicarlo delante de todos. Y sabe que no tendrá una segunda oportunidad", concluye el capitán Johan Fuentes.