Ha estado en más de 150 obras, pero Héctor Noguera jamás ha actuado en una escrita por Anton Chéjov. Y seguirá así, porque aunque este año su único proyecto teatral es montar un texto del dramaturgo ruso, sólo lo hará desde el rol de director.

El jardín de los cerezos es su gran apuesta, una que tiene dimensiones de clásico y de un amplio elenco de 14 actores que incluye a Amparo Noguera, Marcelo Alonso, Claudia Cabezas, Cristián Campos, Ricardo Fernández y Emilia Noguera. "Es demasiado compleja la dirección de esta obra para además actuar. Son muchos personajes y se hace complicado estar adentro y afuera. Siempre tengo ganas de actuar, pero prefiero no hacerlo para instalarme en la dirección con los puntos que me han estado rondando hace tiempo", dice.

Chéjov sin pinta de Chéjov. Esa es la meta y desafío de Noguera para este montaje que se estrenará el 6 de junio en el Teatro Camino. "Hay muchos clichés de lo que se supone que es Chéjov, de lo que sería el estilo chejoviano, todo muy falso", cuenta, explicando de lo que quiere huir. Y no es que no vaya a respetar el texto original escrito en 1904, sino todo lo contrario.

Noguera espera llevar a escena el humor con que el dramaturgo retrataba la decadente sociedad rusa en los estertores del zarismo. Que la seriedad, grandilocuencia y reverencia que suelen aparecer como reflejos condicionados al oír el nombre de Chéjov, sean reemplazadas por el tono de frivolidad en que sus personajes se refugian mientras su mundo de privilegios se hace añicos. "Es un desafío muy grande lograr esa liviandad de un comportamiento trivial hasta el absurdo, pero que implica una tragedia interior de preguntarse para qué estar vivo".

En El jardín de los cerezos la tragedia es la de una familia aristócrata de provincia que desangra su fortuna hasta arriesgar sus bienes. Y el riesgo se convierte en hecho, mientras ellos no hacen nada para evitarlo. "Los personajes son un conglomerado humano que dice que va a hacer lo contrario a lo que hace. Es una parte central de la obra y un elemento cómico que todos quieran hacer algo y que a nadie le resulte", cuenta.

La obra se sitúa en Rusia en un momento de quiebre entre el siglo XIX y el XX. Es ese proceso histórico, en parte, lo que atrae al director. Para él, ciertos valores que nacieron entonces explican mucho de la sociedad en que vivimos hoy, como la importancia creciente del rol de la mujer, la concepción del tiempo en relación al dinero o la reestructuración de la jerarquía social y económica. "No contiene respuestas, pero tiene síntomas y alertas", cuenta. Pero no sólo le interesan los valores del texto, sino que además sus tonteras: "Es importante mostrar las estupideces que decimos todos los días, porque si fuéramos capaces de escucharnos el mundo sería un lugar mejor".

Aunque faltan casi tres meses para el estreno, Noguera ya tiene características claras para el montaje. En escena la obra debería ser coral, realista "con algunas escapadas" y cambiante, porque el director ve en cada uno de sus cuatro actos la necesidad de cambiar de ritmo y tipo de actuación.

Proyecto mayor

La idea original era otra. Noguera quería estrenar El jardín de los cerezos el año pasado y que la obra marcara el principio de una trilogía con grandes textos que retrataron sociedades en cambio. Le seguiría Seis personajes en busca de un autor, del italiano Luigi Pirandello, y Hedda Gabler, del noruego Henrik Ibsen. Pero no consiguió el fondo al que postuló y el proyecto se aplazó. Este año tampoco ganó el fondo, pero decidió hacerla igual. "Estamos rompiendo el chanchito", asegura.