Hasta el 2011, Benjamín Ossa (30) todavía estaba en la búsqueda de un motor artístico. Había pasado por la pintura, la fotografía y el diseño gráfico. Sin embargo, lo que a él le interesaba era ir más allá de la contemplación estética para explorar el mundo de las emociones y la percepción. Ese año lo invitaron a crear una instalación en el desaparecido Salón Tudor, al pie del Cerro San Cristóbal, junto al artista Clemente del Río. Fue entonces que encontró el camino. Utilizando las amplias ventanas del lugar, Ossa registró el paso del tiempo a través de dibujos calados, que dejaban pasar la luz y se proyectaban en el piso. La obra armonizaba tan bien con la arquitectura del lugar que muchos de los visitantes no lograban identificarla. Sin embargo, al detenerse frente a las ventanas, los dibujos se proyectaban también sobre el público, directamente. "Esa exposición me permitió echar a andar una serie de ideas que me venían dando vuelta. Marcó la línea de mi trabajo. Hasta ahora me interesa mucho trabajar con la luz, la intervención de un lugar específico y la relación con el espectador", señala Ossa.
El artista acumula varias instalaciones donde la subjetividad del público es central. Por estos días exhibe en la galería Gabriela Mistral, invitado por la curadora argentina del MACBA de Buenos Aires, Teresa Riccardi, quien reunió a 12 creadores de Chile, Argentina y Brasil, quienes rompían con la visualidad narrativa común. Allí, Ossa exhibe una serie de discos semejantes a un sol que son iluminados en secuencia como un máquina de proyección. La obra tuvo una primera versión en 2013, en el MAC de Valdivia y en abril próximo se exhibirá una tercera parte en el MAVI. Además, hasta el domingo algunas obras de Ossa estarán exhibiéndose en la Feria Pinta Miami, en el stand de la galería local Artespacio, junto a otros chilenos como Pablo Jansana y Claudio Herrera. "Las ferias son instancias para dar a conocer tu obra entre coleccionistas y curadores, pero los artistas no pueden quedarse en eso. Se debe tener una agenda paralela en lugares donde sea posible experimentar", señala.
Aunque su trabajo se puede acercar a la abstracción geométrica y el arte óptico, la idea de Ossa es ir más allá. "Me interesa lo enigmática que puede ser una obra a nivel de subjetividad. Cada persona la vive de una forma distinta . Me interesa la parte filosófica, fenomenológica e incluso biológica del arte. Si uno va a ver arte, tiene que suceder algo, sino sería muy aburrido".