Día de semana. 13:30 horas. Elija una opción: el casino de la empresa con sus colegas o un restaurante con amigos. Para algunos, la respuesta es ninguna de las anteriores. Uno de cada cinco chilenos almuerza en su puesto de trabajo para optimizar el tiempo de su jornada laboral, según una encuesta realizada por Laborum.com. Una opción nada recomendable si tomamos en cuenta los estudios que ahondan sobre los beneficios de dejar por una hora el espacio de trabajo: relajarse, dar rienda suelta a la creatividad, fortalecer la relación con el resto e, incluso, tener un mejor control de cuánto y qué comemos.

Almorzar en el escritorio, en cambio, es una práctica que ha sido espoloneada por sus consecuencias negativas, tanto en lo físico como en lo sicológico. Nada bueno se le atribuía a comer en la oficina frente al computador.

Hasta ahora.

Porque un reciente estudio publicado en la revista Plos One concluye que almorzar en el escritorio nos permite mantener un mayor control cognitivo, es decir, una mayor capacidad de mantenernos concentrados y responder a las demandas específicas de nuestro trabajo.

Quédese donde está

Lo que sabíamos hasta hoy es que almorzar en el puesto de trabajo tenía más argumentos en contra que a favor. Por ejemplo, un estudio de la Universidad de Bristol, en el Reino Unido, comprobó que las personas que comen frente a una pantalla aumentan su ingesta de alimentos durante el día: sólo 30 minutos después de ingerir alimentos estaba buscando snacks para saciar su hambre. También se comprobó que al quedarnos sentados eliminamos uno de los quiebres más importantes del día y, con ello, una fuente importante de recuperación de energía y de disminución del estrés. Porque dejamos de realizar una caminata que permite quemar calorías y que facilita la absorción de vitamina D, clave en la producción de hormonas que regulan el humor, el manejo del estrés y la energía.

Ahora, por primera vez, la balanza se va en contra de abandonar el lugar de trabajo en la colación. "Efectivamente, hemos constatado una disminución de la concentración en quienes salen a comer fuera, una mayor relajación, un estado de ánimo más positivo, pero con consecuencias como más errores en tareas de precisión visoespacial o procesamiento de oraciones", explica a Tendencias Manuel Martín-Loeches, profesor de sicología en la U. Complutense de Madrid, coordinador del Centro UCM-ISCIII de Evolución y Comportamiento Humanos y participante en el estudio.

Esto significa que si su plan es apretar el acelerador para cumplir con su cuota laboral del día y salir más temprano, diga no a las invitaciones y acomode su escritorio como si tuviera individuales y cubiertos (no de plástico).

Esto, especialmente si su trabajo es mecánico y metódico, dice el investigador. O si realiza trabajo contable, de revisión de datos, transcripciones o en el que los detalles importan y no se deben cometer errores, porque acumular distracciones en la hora de colación reduce la conciencia de los propios errores, la precisión y la exactitud. "Mejor quédese en su lugar", sigue Martín-Loeches.

Para llegar a esta conclusión, los investigadores dividieron en dos grupos a los participantes en el estudio. Uno comió en solitario en su escritorio y en una cantidad limitada de tiempo; el otro fue a un restaurante y tuvo una hora de almuerzo con un amigo. Las personas que almorzaron en un restaurante en compañía estaban "menos despiertas" que las que comieron en su lugar de trabajo. Eso quedó reflejado es sus peores resultados en las pruebas de rendimiento de control cognitivo.

El estudio no ahonda en las razones, pero Martín-Loeches entrega algunas pistas. Puede ser la ruptura con el lugar en el que uno ya ha estado por horas, con el contexto o con el ambiente. Puede ser el estar con otra persona y, por tanto, mantener conversaciones que pueden sacarnos de la cabeza los temas laborales a lo largo del transcurso de un almuerzo. Puede ser el paseo de ida y vuelta al restaurante.

No es que, a partir de ahora, haya que cambiar la rutina. Todo depende de sus prioridades. Porque todo eso que lo distrae (o desconcentra) le puede servir para potenciar una cualidad distinta. En la medida en que uno se sale de un guión estricto, eso facilita la creatividad, entre otras cosas, porque el exceso de control cognitivo frena la producción de nuevas ideas. "Es bastante posible que después del almuerzo en la oficina uno sea menos creativo y menos capaz de hacer frente a situaciones sociales complejas, que después de una comida en un restaurante en compañía de amigos, con un montón de tiempo y lejos de la situación de trabajo", dice a Tendencias Werner Sommer, investigador de la Universidad de Humboldt de Berlín y autor principal del estudio. De hecho, agrega, es bastante común que las personas creativas se reúnan en el almuerzo con la esperanza de que surjan nuevas ideas.

Tomando en cuenta estos antecedentes, los investigadores dicen que las ideas preconcebidas sobre comer en el trabajo ahora se deben matizar. "Nuestro trabajo vendría a decir que ahora podríamos escoger una u otra opción dependiendo también de lo que vayamos a hacer por la tarde", concluye Manuel Martín-Loeches.