El lento despegue de la carrera espacial chilena

Consejo de Ministros para el Desarrollo Espacial, que reemplazó a la Agencia Chilena del Espacio, aún no sesiona.




"Hemos efectuado algunas maniobras para evadir una potencial colisión con basura espacial. Es un tema que nos tiene con mucho cuidado, trabajando 24 horas del día, muy atentamente, para proteger al satélite", dice el comandante Christian Stuardo, jefe de Operaciones Satelitales de la Fuerza Aérea de Chile (Fach), sobre el trabajo que realizan a diario con el FASat-Charlie, el único satélite que el país tiene funcionando en el espacio.

El aparato fue lanzado en 2011 y su misión es la observación y captación de imágenes de la superficie terrestre -84 mil a la fecha- con fines civiles y militares. De acuerdo a su órbita, pasa cada cinco días por Chile y su vida útil expira en 2016, aunque expertos sostienen que podría prestar servicios por un par de años más.

"Es el más potente del continente. No hay ninguno que tenga un alcance técnico tan fuerte, a nivel de la resolución y servicio operacional", asegura Christophe Roux, vicepresidente de marketing Airbus Defense and Space, firma que trabajó en su desarrollo.

El FASat-Charlie se lanzó cuando existía la Agencia Chilena del Espacio, una comisión asesora presidencial  cuya existencia legal expiró el 29 de marzo, cuando se reemplazó, vía decreto, por un Consejo de Ministros para el Desarrollo Espacial, cuya secretaría ejecutiva quedó en manos de la Subsecretaría de Telecomunicaciones (Subtel).

Este cambio es consecuencia del lanzamiento de la "Política Nacional Espacial 2014-2020", anunciada por el gobierno del Presidente Sebastián Piñera, poco antes del terminó de su mandato y para la cual se realizó una consulta pública entre septiembre y octubre de 2013.

Sin embargo, hasta ahora, este consejo de ministros no ha sesionado, según confirmaron en la Subtel. "La ley no establece plazo para que se reúna el consejo. Sin embargo, la secretaría ejecutiva tiene previsto convocar próximamente una sesión de este organismo", explican desde la institución.

La situación contrasta con la de varios países vecinos. Argentina, por ejemplo, posee su propia industria -es uno de los ochos países capaces de construir satélites- y Venezuela tiene dos en órbita. Incluso, Brasil ya posee un astronauta, Marcos Pontes, quien se convirtió en el primer sudamericano en llegar al espacio, después de viajar a la estación Espacial Internacional en 2006 (ver infografía).

Sin institucionalidad

Jorge Atton, ex subsecretario de Telecomunicaciones, quien lideró el trabajo espacial bajo el gobierno de Piñera, dice que "cuando recibimos el gobierno no existía una institucionalidad ni una visión de largo plazo del tema espacial, lo que se refleja que hoy en día el principal uso de las imágenes satelitales corresponden al Ministerio de Defensa y no son aprovechadas por otros órganos del Estado ni por la sociedad civil".

Cecilia Pérez, ex vocera de gobierno y vicepresidenta de la Fundación Avanza Chile, señala que junto al lanzamiento de la política espacial, "se entregaron a las nuevas autoridades  los estudios de evaluación económicas de las soluciones satelitales de mediano plazo,  tanto en la observación de la Tierra como en las telecomunicaciones."

Para quien fuera el primer aspirante a astronauta del país, Klaus von Storch, la situación no es tan negativa. En abril, se reunió con el subsecretario de Telecomunicaciones, Pedro Huichalaf, a quien vio muy comprometido con el impulso de una política espacial.

"Veo mucho optimismo de parte de la Subtel y ganas desarrollar el tema espacial", dice. La única preocupación para Klaus, es que la institucionalidad que se quiere desarrollar, se le asignen los recursos suficientes para operar sin dificultad.

En la Subtel señalan que ya se creó la Unidad de Desarrollo de Política Espacial, cuyo responsable es Igor Carrasco, antropólogo de la Universidad Austral de Chile, especializado en áreas de choque tecnológico, dependencia tecnológica y procesos e infraestructuras críticas.

Nuevo proyecto

Para el diputado (DC) Ricardo Rincón, quien viene siguiendo el tema espacial desde que fue asesor legal del Ministerio de Defensa durante el primer gobierno de Michelle Bachelet, la actual política nacional espacial está mal diseñada y anuncia que planteará al gobierno un cambio legislativo. "En junio, voy a presentar una propuesta al gobierno para que impulse un proyecto de ley que permita crear una agencia chilena del espacio, con autonomía, con recursos propios, que dependa directamente de la Presidenta de la República y que esté vinculada a un ministerio transversal, no sectorial", señala.

Para Rincón el tema espacial fue "comunicacional", porque el desarrollo del FASat-Charlie fue desarrollado en los gobiernos de la Concertación.

El parlamentario sostiene que la nueva agencia debe estar radicada en el Ministerio Secretaria General de la Presidencia y que, a diferencia de otras experiencias, esta debe ser creada por ley y ser de carácter permanente.

Asimismo, plantea que se debe rediseñar el modelo actual, porque la consulta pública que realizó la Subtel el año pasado no consideró a todos los actores y asegura que se debe convocar a la sociedad en su conjunto a participar de un tema relevante como este.

El parlamentario viene trabajando esta propuesta legal junto a Héctor Gutiérrez, ingeniero vinculado a los proyectos FASat-Alfa, Bravo y Charlie, y quien, igualmente, es asesor espacial externo de la Cámara de Diputados, además, del abogado Jorge Lafourcade.

Gutiérrez sostiente que la carrera espacial no puede seguir dependiendo de la Fach y que se debe crear un organismo autónomo, de carácter civil, que lidere el área, porque hasta ahora sólo han existido comisiones asesoras en la materia que han pasado de ministerio en ministerio.

"No hay nadie que coordine una estrategia espacial en Chile, a mí siempre me llegan invitaciones de Corea del Sur para que vayan expertos chilenos a seminarios, pero no hay nadie que canalice esto y se termina perdiendo la posibilidad de seguir formando capital humano", señala.

Advierte que Chile está contra el tiempo promedio, porque entre que firma un contrato de compra de un satélite y se lance, son tres años en promedio; de ahí su premura.

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