Dentro de dos o tres días se sabrá si los datos de las cajas negras del avión que cubría la línea entre Río de Janeiro y París y que se estrelló hace casi dos años en aguas del Atlántico con 228 personas a bordo, son válidos tras casi dos años a 3.900 metros de profundidad.
Tras su hallazgo hace doce días, hoy llegaron a París para comenzar a ser analizadas y tratar de explicar uno de los más misteriosos accidentes de la historia de la aviación. Todo este tiempo han estado conservadas en urnas con agua para preservar sus condiciones.
Los expertos de la Oficina de Investigación y Análisis (BEA), responsables de las pesquisas, comenzarán el análisis de las mismas. Su aspecto exterior es bueno, lo que prueba que resistieron al duro impacto contra el océano, pero en el BEA reina la prudencia sobre si han aguantado también a las duras condiciones del agua marina, según confirmó el director del organismo, Jean-Paul Troadec.
Esos datos, comparados a los recogidos hasta ahora y a los que se obtengan del análisis del resto de las piezas remontadas, entre ellas los dos motores, pueden arrojar luz al misterio del accidente que el 1 de junio de 2009 costó la vida a los 228 ocupantes del Airbus A330 AF447 de la aerolínea Air France.
El proceso es lento y los investigadores no quieren precipitarse. El análisis de las cajas negras y del resto de los elementos llevará meses y el BEA no tiene previsto publicar un nuevo informe sobre el accidente hasta principios del año próximo, una fecha que incluso puede ser retrasada si así lo exige la investigación.
Hasta ahora, la única explicación avanzada por el BEA sobre el accidente apunta a un error en las sondas de medición de velocidad debido al hielo, pero esa hipótesis no aclara por sí sola las circunstancias del drama.
Troadec indicó, además, que no están buscando esas sondas entre los restos del avión.
El director del BEA señaló que tienen ya todos los elementos que precisan y que sólo en caso de que la información contenida en las cajas negras precise ser completada con otros instrumentos, volverán a buscar nuevos indicios.
Además de las cajas negras se han remontado los dos motores, otros calculadores de vuelo que contienen datos interesantes y en las próximas horas tratarán de hacer emerger la cabina, una tarea muy complicada por la maraña de cables que la rodean.
En paralelo a las pesquisas del BEA, la Fiscalía francesa supervisa las labores porque hay una investigación judicial abierta en la que están procesados por homicidio involuntario Air France y Airbus.
El fiscal adjunto de París, Jean Quintard, indicó que la prioridad de su investigación es conocer las circunstancias del accidente y, en consecuencia, señalar a los culpables del mismo.
Una labor para la que, apuntó, no es necesario recuperar los cadáveres que se mantienen entre los restos del avión.
Sin embargo, el representante el Ministerio Público aseguró que algunos familiares de las víctimas han mostrado su deseo de recuperar a sus allegados "y la justicia no es insensible a su dolor".
Quintard fue claro al señalar que sólo se ascenderán esos cuerpos si es posible su identificación, otro reto científico más que plantea este accidente, porque los forenses nunca antes se habían visto confrontados a la obligación de obtener ADN de tejidos sumergidos durante tanto tiempo a tanta profundidad.
Los dos cuerpos recuperados hasta ahora están siendo analizados en un laboratorio y la semana que viene se sabrá si se puede recuperar el ADN en el interior de los huesos largos, como el fémur.
De los 228 ocupantes del avión de 32 nacionalidades, 72 de ellos franceses y 59 brasileños, los días siguientes al drama se recuperó medio centenar de cuerpos y otros tantos han sido identificados entre los restos.