A los penales, el Atlético murió a los penales. No hubo epopeya, no hubo primera vez. Hubo undécima. Se impuso la costumbre de ganar. Y la foto se la llevó Cristiano, inadvertido durante toda la final, pero al que el destino le regaló la estampa del último tiro. Todos marcaron, menos Juanfran. Y el Madrid volvió a celebrar. Como siempre. El Atlético se quedó nuevamente en la orilla. Perdió su tercera final. Le tocó otra vez llorar.
El partido se descorchó a balón parado. El arma que dio fama al primer Atlético del Cholo fue precisamente la que le hizo sufrir esta vez. Y el Madrid, el equipo que hasta hace no mucho no trabajaba esa faceta, dio un curso. Casemiro avisó a los cinco minutos rematando a placer frente a Oblak, y contra en un libre indirecto botado desde la derecha por Bale. Y Sergio Ramos, es verdad que en posición de dudosa legalidad, penalizó ya mortalmente la desatención rojiblanca. El segundo remate que concedía la zaga colchonera incomprensiblemente en su área chica, tras peinar Bale el centro de Kross, subió al marcador.
Hasta entonces ni un contendiente ni el otro habían hecho mucho. Estudiarse, tantearse, mostrarse respeto. Y después la secuencia se fortaleció. Porque el Madrid dio un paso hacia la precaución y el Atlético no supo generar peligro con la pelota en su poder. La suma dejó un primer tiempo tenso, con esa poderosa sensación de incertidumbre que sólo produce el fútbol, pero también plano y aburrido. Sin estética, vértigo, ni ocasiones. El Atlético sólo supo insinuarlas con disparos inofensivos desde fuera del área y el Madrid a través de esa desconocida faceta a pelota quieta.
La táctica gobernaba la reunión, sin que ninguna individualidad asomara para hacer ruido. No, desde luego Cristiano, un espectador habitual en las grandes citas. Se dejó ver más Bale, e incluso Benzema, pero a los dos les complicó el plan defensivista de su equipo. En el Atlético tampoco surgió nadie en esa fase. Cerca del área de Keylor se deshacía.
El descanso llegó como una bendición, a la espera de que a los entrenadores se les ocurriera algo para despertar la final. Bueno, a Zidane no le iba mal con su plan. Así que todas las esperanzas estaban puestas en Simeone y sus pócimas motivadoras. Lo que se le ocurrió, de entrada, fue retirar a Augusto para soltar a Carrasco. O sea, una apuesta por el regate sobre el equilibrio.
Y la medida le dio beneficios casi instantáneos. A la primera jugada, penal. Fallado, eso sí, por Griezmann. Engañó a Keylor, pero su tiro se fue al larguero. Y a la siguiente se lesionó Carvajal, cuyas conmovedoras lágrimas al retirarse llegaron directamente al corazón de su gente. Y luego un saque de esquina, que Savic mandó fuera a placer tras una chilena en semifallo del francés… Sí, el Atlético salió encendido tras el descanso. Y decidido.
El Madrid siguió ceñido al orden y a Bale, finalmente el mejor jugador del partido (hasta que salió Carrasco a revolverlo todo). El más atrevido, el hombre que cuando asomaba de verdad anunciaba que podía pasar algo. Fue una de sus incursiones precisamente la que calmó el tramo de sacudida del Atlético.
El Madrid volvió a manejar la situación, guiados por un Modric exquisito, e incluso a sembrar el pánico a la contra. Oblak le sacó un mano a mano clarísimo a Benzema. El Atlético se vació por insistencia y fe, pero sin demasiadas luces. No es un equipo acostumbrado al ataque y la iniciativa. Y el equipo blanco no estaba por la labor de ofrecerle espacios. Los del Cholo, en cambio, sí tuvieron que dejarlos. Cristiano, Lucas Vázquez, Bale, todos probaron a Oblak y condición de mejor portero del planeta. Pero el que anotó fue Carrasco, tras un globo de Gabi que Juanfran centró sobre el área.
Justo ocurrió cuando el Madrid se disponía a dormir el partido con un 4-1-4-1 que descolgaba a Cristiano solo en punta. El Atlético recibió el envión moral para seguir peleando, aunque a muchos de sus jugadores le empezó a faltar oxígeno. Con el empate volvieron el miedo y las precauciones. La final quedaba condenada a la prórroga. Pudo evitarla Carrasco en una contra postrera en la que viajaban tres atléticos contra uno. , Pero Ramos lo cortó por lo sano y el árbitro dejó su acción sólo en amarilla. Las finales entre el Madrid y el Atlético son largas.
La prórroga vivió marcada por el cansancio de la mayoría y por la genialidad de Carrasco, que le amargó la noche a Danilo. Juanfran se animó al uno contra uno, Gabi desplegó sus incombustibles pulmones, pero el Atlético no se atrevió a soltarse. El Madrid tampoco, al que se le apagó además un exhausto y casi roto Bale. Al final, el alargue fue un pacto tácito de jugársela a los penales. Y ahí ganó la undécima el cuadro de Zidane.
Real Madrid: Navas (4); Carvajal (4) (51´, Danilo 84)), Pepe (4), Ramos (5), Marcelo (4); Modric (6), Casemiro (4), Kross (4) (71´, Isco (4)); Bale (6), Benzema (5) (76´, Lucas Vázquez (4)) y Cristiano (3).
Atlético: Oblak (5); Juanfran (4), Savic (4), Godín (4), Filipe (4) (108´, Lucas); Saúl (4), Gabi (6), Augusto (4) (46´, Carrasco (6)), Koke (5) (115´, Thomas); Griezmann (4) y Torres (2).
Goles: 1-0. M. 15. Kross saca una falta, Bale peina hacia atrás y Ramos en el área chica empuja a la red. 1-1. M.79. Carrasco empuja un centro de Juanfran desde la derecha, tras un pase picado de Gabi.
Árbitro: Clattenburg (3). Amarilla a Carvajal, Navas, Torres, Ramos, Gabi, Danilo, Pepe,
San Siro: 75.000 espectadores. Griezmann estrelló en el larguero (47´) un penal cometido por Pepe sobre Torres.
Penales: Lucas Vázquez (gol), Griezmann (gol), Marcelo (gol), Gabi (gol), Bale (gol), Saúl (gol), Ramos (gol), Juanfran (falló), Cristiano (gol)