Mide un metro sesenta y ocho, es argentino, ocupa el dorsal número 10 y tuvo un paso por Newell's, Old Boys. No es Diego Armando Maradona, pero por momentos logró que los fanáticos cementeros se imaginaran al Pibe de Oro vistiendo su camiseta.
Su visión de juego le permitió adueñarse del mediocampo del elenco de la Quinta Región, mientras que sus pases, generalmente precisos y con ventaja, contribuyeron a que Jean Paul Pineda se alzara como goleador del Torneo de Clausura.
Con 31 años, Paulo Rosales vive su mejor momento en el profesionalismo, y sus pares se lo reconocen. En su tercera aventura internacional, luego de breves pasos por el Bahia de Brasil y el Olympiakos Volou de Grecia, el volante por fin pudo destacar.
Ya no es aquel chico que, allá por el 2002, se convirtiera en una de las promesas de los Leprosos, pero sus buenas actuaciones en La Calera podrían llevarlo hasta la UC, en busca de su revancha en un equipo grande. Desde Independiente, el gigante argentino que lo contrató en 2012 esperanzado en que los ayudara a zafar del descenso que ya rondaba, no se fue bien.
Tampoco salió en los mejores términos desde Unión Santa Fe, en 2009. El constante rechazo de los hinchas terminó por convencer a la dirigencia de enviar a préstamo al volante, que, todavía por aquel entonces, prometía despegar. Y, para no ser menos, también se fue con polémica desde Olimpo, su última parada antes de llegar a Chile.
"El club se portó mal con él, por no hablar en tiempo y forma", comenzaba diciendo el acusador mensaje que Cynthia Baile, esposa del 10, compartió en Facebook para explicar su partida del conjunto aurinegro.
En palabras de su señora, Rosales debió soportar "muchísima falta de respeto y situaciones de privilegio e injusticia entre integrantes del plantel". Poco más de dos años han pasado desde entonces, y hoy, por fin, Pichi lo pasa bien.
En el trayecto, tuvo que reacomodarse en la cancha. Ahora, con Ariel Pereyra como estratega, se ubica más recargado en hacia la izquierda, procurando enganchar hacia adentro para aprovechar las diagonales de Michael Silva, Juan Manuel Tévez y el propio Pineda.
En los cementeros es dueño de los balones detenidos, y sus centros con la parte exterior del empeine ya son marca registrada. Llegó prácticamente gratis a la Quinta Región, pero hoy sus goles y asistencias no tienen valor para los hinchas.
Ahora, con los rojos, vive uno de los momentos más dulces en los 13 años de una accidentada trayectoria. El estadio Nicolás Chahuán ha disfrutado varias de sus mejores fintas, pases y anotaciones. Aun así, el coscoino puede estar viviendo sus últimos días en La Calera.
Al interés de los cruzados se suma el de Santiago Wanderers, ante los cuales Rosales ya ha dicho sentirse orgulloso. Seguramente, en caso de concretarse su partida, saldrá de los cementeros en mejores condiciones que en sus antiguos clubes. Esta vez, al menos, podrá despedirse como el mejor extranjero del Clausura 2015.