Aún recuerdo el día que se anunció la llegada de Jaime Valdés a Colo Colo. Entusiasmo por una parte y algunas dudas por la otra. El entusiasmo justificado por un jugador de inmensa trayectoria en Italia y las dudas de algunos por su edad. Este último elemento se vio acentuado en el último semestre por la llegada de algunos coetareos.
Sin embargo, y en particular con Valdés, las dudas pasaron a la conformidad y de ésta a la admiración. Y no es fácil. Principalmente porque es difícil destacar en un puesto como ése. Durante décadas el puesto de volante de contención fue sinónimo de tronco, patadura o hachero. Algo de razón tenían. Los próceres de la época (hasta las '90) se especializaron en cultivar la reciedumbre como arma disuasiva frente a delanteros o volantes que deslumbraban con su habilidad. Aún tengo recuerdos de algunas instrucciones a esos futbolistas que partían desde un "juegue simple mijito" hasta un honesto "quite y toque rápido".
La transición no fue fácil. Es complejo hacerse notar en una posición que siempre se consideró poco gravitante. La simplicidad de su trabajo contrastaba con la espectacularidad de los 10.
Eso hasta que aparecieron futbolistas como Patrick Vieira y Andrea Pirlo que le mostraron al mundo que podían ser algo más que un simple quitador.
Jaime Valdés pasó gran parte de su carrera en un fútbol italiano desarrollando un juego que lo vio partir desde la creación hasta su descenso en el campo. Esto es precisamente lo que apreciamos en estos últimos torneos. Un volante que se apoderó del ritmo de los partidos. Mientras la atención se volcaba en los goles de Esteban Paredes, Valdés vivía en un pseudo anonimato que le permitía disimular su importancia.
Eso hasta que no estuvo en la cancha. Fueron esos encuentros los que sacaron a la luz un hecho innegable. Y es que Jaime Valdés es fundamental en el armado de Colo Colo. Cada vez que el volante faltó por alguna razón el equipo se vio fuertemente resentido en su funcionamiento y balance. Los puntos perdidos son un ejemplo de esto (Ñublense en el Apertura por citar uno).
Claramente no se trata de ignorar nombres como Villar, Fierro o Barroso, pero los albos juegan al ritmo de Valdés. Un hombre de juego simple y amplitud mental. A pesar de su perfil diestro sabe distribuir de manera equilibrada el juego. Los hace jugar a todos amalgamando todas las líneas. A nivel mundial los volantes de contención se tomaron la escena. El ya nombrado Pirlo, Xabi Alonso o Yaya Touré se hacen imprescindibles en sus equipos. Chile no ha sido la excepción. Nunca nuestro país tuvo tanto y tan bueno en esta posición. Tanto que Valdés no es siquiera considerado en la selección. Personalmente pienso que debiera estar. Su trayectoria internacional y su nivel actual lo hacen absolutamente deseable en La Roja. Probablemente no como titular. Pero en un torneo de matices como una Copa América las variantes se hacen inmensamente necesarias.
Su fútbol y su presencia justifican de manera objetiva su elección dentro los mejores de la temporada.