Durante los últimos 20 años, el país ha tomado diversas opciones de mejoramiento a través de programas de cambio a nivel estructural, administrativo y cultural. Estos esfuerzos explican que Chile sea reconocido como un país que invierte en educación y cuyos líderes convergen en darle prioridad estratégica a este tema. Sin embargo, en términos de resultados, los logros parecen insuficientes, no siendo posible percibir el salto de calidad que se esperaría dado el mayor gasto público y privado observado.
Uno de los factores que incide en los resultados educativos es la gestión de las escuelas. Y, tal como sabemos, si el gasto en educación es alto y no hay buenos resultados, el problema no es de recursos, sino de gestión.
En mayo de 2010 el Panel de Expertos para una Educación de Calidad, convocado por el Presidente de la República, indicó que los directores cumplen con un rol clave en los procesos educativos, siendo relevante tener claridad en cuanto a propósitos y metas, lograr el alineamiento de los recursos a los propósitos educativos, tener autonomía para llevar adelante su tarea y ser evaluados por sus logros.
Hay que evitar que las responsabilidades y el foco en el aprendizaje se diluyan, para lo cual se apela a que los directores sean capaces de gestionar: generar una agenda estratégica, desarrollar redes de apoyo y ejecutar lo planeado, todo ello para obtener un grado de predicción y orden, y desarrollar la capacidad de generar resultados consistentes. Si a esto se suma el liderazgo, que se caracteriza por establecer una dirección, alinear al personal en torno a ésta y motivar a las personas para alcanzarla, se puede generar además la capacidad de cambio que efectivamente permita lograr los resultados esperados.
Para ejercer el liderazgo y ser efectivo en la gestión se pueden considerar modelos que simplifican y optimizan la complejidad organizacional. Un modelo básico de gestión contempla lo siguiente: la estrategia, que refiere a misión, visión, objetivos y metas de la organización y de sus miembros; responde a qué es lo que se quiere lograr. La organización, que guarda relación con las estructuras y las personas que asumen las responsabilidades sobre los desafíos planteados por las estrategias, entendiéndose que las escuelas efectivas disponen de una estructura que asume responsabilidades y compromisos por los aspectos claves de la gestión y la enseñanza. Los sistemas de apoyo, que consideran que cada colegio o escuela, fuera de tener sistemas básicos que funcionan (asistencia, remuneraciones, etc.), disponen de un conjunto alineado de sistemas de soporte a la gestión (por ejemplo: control de gestión, evaluaciones de desempeño). Y el mejoramiento, que remite a cómo optimizar el trabajo realizado, y muy especialmente al mejoramiento focalizado, es decir, a cómo avanzar en lo más relevante.
En definitiva, se asume que una parte importante de los problemas de la educación son de gestión, la cual se puede abordar en forma sistemática e instrumental. Asimismo, se hace necesario complementar la gestión con un buen liderazgo, pues aun cuando se disponga de sistemas adecuadamente diseñados, productivos y económicos, siempre se necesitarán personas motivadas y alineadas que permitan alcanzar los logros deseados.
DIRECTORES EXITOSOS
Según el Panel de Expertos para una Educación de Calidad, los directores exitosos se caracterizan por lo siguiente:
1.- Ponen el foco institucional en el aprendizaje de los estudiantes.
2.- Poseen una orientación inclusiva.
3.- Manejan una administración eficiente y facilitadora de los cambios estratégicos.
4.- Ejercen una preocupación por combinar la presión y el apoyo a sus equipos.
Para desplegar estos atributos, los directores deben cumplir ciertas exigencias de alineamiento, para lo cual el mismo panel destaca la relevancia de que los directores se seleccionen mediante concursos competitivos, que se disponga de programas de formación o entrenamiento para la labor directiva, que se acuerden convenios de desempeño, que se reconozcan y sancionen de acuerdo al logro de metas concretas, y que se compensen adecuadamente, de acuerdo a sus singularidades, entre otros factores que incidirían en un progresivo liderazgo y una gestión de excelencia.
CON LAS MANOS EN LA MASA
La clave de una buena educación puede resultar obvia: involucrarse en el aula de clases. Se entiende por aula no únicamente un espacio físico, sino un lugar de interrelación y dinámica que se desarrolla entre profesores y alumnos. La simbiosis que se produce en la sala es única y su análisis permitirá obtener conclusiones precisas sobre cómo se está alcanzando el aprendizaje y enmendar los errores. Por eso, para el profesor de Biología Víctor Arroz resulta trascendental que los directivos se involucren en ella.
Víctor Arroz es biólogo y aceptó una invitación para enseñar dicha materia en un colegio de escasos recursos. Esta vivencia lo marcó tan profundamente, que ingresó a estudiar Pedagogía para formalizar su aprendizaje. "Lo que pasó en el aula, lo que me produjo la interacción con los niños, es una experiencia increíble. Entendí la importancia de esa interacción para poder cambiar la vida de cada uno de ellos", puntualiza.
Pero para lograr la excelencia académica, lo importante es tener claro los objetivos, y que estas metas sean de conocimiento de todas las personas que trabajan en el colegio. El rol que el director juega en este nuevo escenario es fundamental. "La imagen del director como alguien que asume roles administrativos quedó atrás. El director debe establecer las metas académicas del colegio y también apoyar y potenciar las habilidades de los profesores", señala el docente.
El camino para lograrlo no es fácil. Hay tres obstáculos para alcanzarlo: cambio cultural del directivo -enfocarse más en el aprendizaje-, enfrentar a los profesores -los que podrían ver esta nueva actitud como una intromisión en su ámbito de acción--, y a nivel de sistema, es decir, que entienda que no es sólo un administrador más, sino un agente de cambio social.
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