El Vaticano anunció que serán declarados santos Juan Pablo II y Juan XXIII, pero además, beato al obispo español del Opus Dei Alvaro del Portillo, a quien se le adjudica un milagro con un niño chileno en el año 2003.
El milagro aprobado por la Santa Sede tiene que ver con la curación de un recién nacido chileno, José Ignacio Ureta Wilson, quien a los pocos días de nacer- en agosto del año 2003- sufrió un paro cardiaco de más de media hora y una hemorragia masiva.
De acuerdo a la versión de los padres del menor, rezaron a través de la intercesión de Alvaro del Portillo y, cuando los médicos pensaban que el bebé estaba muerto, sin ningún tratamiento adicional, el corazón del recién nacido comenzó a latir de nuevo, hasta alcanzar el ritmo de 130 pulsaciones por minuto.
A pesar de la gravedad del cuadro clínico, diez años después, José Ignacio desarrolla su vida con normalidad.
El monseñor del Opus Dei, Javier Echevarría, recordó a Portillo, como "un gran apoyo para san Josemaría y un fidelísimo colaborador de Juan Pablo II. Acudo acudo ahora a la intercesión de este siervo bueno y fiel, y le pido que nos contagie su lealtad a Dios, a la Iglesia, al Papa, a san Josemaría, a los amigos; que nos consiga su sensibilidad social, que se manifestó en el impulso de numerosas iniciativas en todo el mundo a favor de los más necesitados; que nos obtenga su predilección por la familia y su apasionado amor al sacerdocio, así como su piedad tierna y sencilla, que tenía un marcado acento mariano".