Pese a que la alegría en Río de Janeiro es total luego que el Comtié Olímpico Internacional los anunciara oficialmente como la sede de los Juegos Olímpicos de 2016, lo cierto es que ahora se inicia para la ciudad brasileña un enorme desafío económico, que comprende una millonaria inversión de US$ 14 mil millones.

Infraestructura:

Pese al avance logrado con la infraestructura erigida para los Juegos Panamericanos 2007, Río tendrá que construir cerca de la mitad de los centros deportivos necesarios y renovar otro 24 por ciento de la capacidad requerida.

Esto requerirá construir una serie de áreas para la disputa de especialidades y la modernización de otras. El mítico estadio Maracaná estará listo, ya que debe ser preparado para el Mundial 2014 de fútbol, que Brasil albergará.

Transporte:
Con un sistema de metro limitado a una red de 37 kilómetros que no vincula el centro de la ciudad con la mayoría de los hoteles de la alejada zona balnearia Barra de Tijuca, donde se concentrarán gran parte de las arenas deportivas, el transporte será una prioridad para lo brasileños.

La ciudad gastará 5.000 millones de dólares en líneas de autobuses con corredores exclusivos entre Barra de Tijuca y las vecinas playas de Copacabana, Ipanema y Leblón.

Los organizadores dicen que los atletas podrán llegar a los lugares de los eventos en menos de 25 minutos en un 75 por ciento de los casos, aunque los aficionados deberían enfrentar hasta una hora de tráfico. Los visitantes que lleguen al aeropuerto internacional Tom Jobim tendrán que seguir vías cercanas a favelas, lo que provoca preocupación.

Seguridad:
Renombrada por sus bellezas naturales con montañas, playas y parques forestales, Río también es notoria por la violencia en sus favelas, algunas dominadas por bandas de narcotraficantes.

Aunque la mayoría de los eventos deportivos se realizarán lejos de las favelas, dos se disputarán en áreas consideradas de riesgo. El Maracaná, por ejemplo, está a pocos kilómetros de la favela Mangueira, escenario de frecuentes choques de bandas rivales y operaciones policiales. El Estadio Olímpico Joao Havelange también está en un suburbio riesgoso.

Los organizadores señalan que, pese a esas preocupaciones, no existen riesgos para la seguridad, como fue evidente durante los Panamericanos, la Cumbre de la Tierra Río1992, y anualmente con los famosos festejos de Carnaval.

Medio Ambiente:
La extensa línea costera y numerosos lagos convierten a Río en un lugar ideal para los deportes acuáticos, pero se necesitan fuertes inversiones para eliminar la contaminación de muchos sitios.

La Bahía de Guanabara está contaminada desde hace décadas. La laguna Rodrigo de Freitas, que recibe desechos de barrios vecinos, fue motivo de reclamos durante los Panamericanos.

El Gobierno federal previó inversiones por 4.000 millones de dólares para la limpieza de las aguas, mientras los organizadores prometieron plantar 214 millones de árboles en el estado de Río de Janeiro para neutralizar las emisiones de gases de efecto invernadero por las operaciones de los Juegos Olímpicos.

Hotelería:
Río precisa construir varios complejos, incluyendo la Villa Olímpica, para entregar 25.000 de las 48.000 habitaciones prometidas por la ciudad para los Juegos.

Río también prevé dar facilidades en navíos crucero atracados en los puertos de la ciudad. Otra propuesta prevé gastar 210 millones de dólares para revitalizar el área del mayor puerto de la ciudad.