En Estados Unidos se desarrolla por estos días un intenso debate sobre cómo responder a la oleada de niños indocumentados no acompañados que han sido detenidos a su lado de la frontera con México. Entre el 1 de octubre de 2013 y el pasado 30 de junio, 57.525 menores arribaron ilegalmente al país, más del doble de lo registrado en igual período de 2012-2013, según datos del Departamento de Seguridad Nacional norteamericano.

Mientras los republicanos culpan del fenómeno a las políticas migratorias del Presidente demócrata Barack Obama, grupos de civiles estadounidenses se manifiestan a favor y en contra de las deportaciones de los niños, la frontera sur es reforzada y Washington alista con sus pares centroamericanos medidas para descomprimir la situación, hay un grupo que se ha beneficiado considerablemente de la actual crisis: se trata de los traficantes de migrantes, quienes por décadas se han dedicado a movilizar ilegalmente a miles de personas hacia Estados Unidos.

De acuerdo con cálculos entregados al diario El Universal de México por organizaciones y albergues dedicados a la asistencia de niños repatriados en los estados mexicanos de Tamaulipas y Chiapas, además de Honduras y Guatemala, al menos el 75% de los niños que viajan hacia EE.UU. sin padres o tutores lo hacen guiados por los traficantes, más conocidos como "coyotes" o "polleros".

Según un informe de Naciones Unidas, este negocio generaba en 2010 ganancias que rondaban los US$ 6.600 millones anualmente. Hoy, el beneficio sería mucho más alto. Sólo considerando que el cobro mínimo por traslado de un niño rondaría los US$ 5.000, las transacciones en el período anteriormente mencionado sumarían unos US$ 215.720.000, si es que el 75% usó este "servicio". Esto, descartando, tal como señala El Universal, a los cerca de 7.600 menores centroamericanos que han sido detenidos en territorio mexicano en lo que va de 2014.

"Algo que ha influido en una baja significativa del precio es el volumen. Hace unos cinco años (el tráfico de niños) era prácticamente individual y el costo era altísimo. Y el precio era dos o tres veces lo que se paga hoy. La crisis en la frontera (de EE.UU.) se produce porque el transporte es de 20, 30 o 40 niños. Que cada uno pague entre US$ 5.000 y US$ 7.000 hace el negocio más rentable", comentó a La Tercera José Miguel Vivanco, director para las Américas de la organización Human Rights Watch.

Lo usual es que el pago a los "coyotes" se realice en dos tandas: la mitad al inicio del viaje y la otra al momento de la entrega de la "mercancía". Lo usual es que sean los familiares que ya viven en Estados Unidos (de manera legal o no) quienes desembolsen el costo del traslado, el que puede terminar al momento de poner un pie en territorio estadounidense o en un lugar previamente pactado, incluida la modalidad a "domicilio". Según la agencia AP, los "polleros" buscan potenciales clientes en las redes sociales, a través de amigos, parientes o por referencias de clientes anteriores.

Durante el viaje hacia el norte, las redes de tráfico poco a poco van desembolsando dinero para "pagar lo que haya que pagar, para avanzar con tu 'cargamento'... (esta) industria de recursos ilícitos, que mueve fortunas, supone ingresos regulares para muchos funcionarios públicos corruptos a nivel local que reciben una cuota constantemente. Este negocio penetra todos los mecanismos de control que haya", agregó Vivanco.

La peligrosa marcha comienza, generalmente, en las vías de "La Bestia", trenes de carga que transitan desde el estado de Chiapas (en el sur del país) rumbo a Ciudad de México. Desde ahí, los traficantes escogen alguno de los tres principales trayectos rumbo al norte: a Reynosa (Tamaulipas), a Ciudad Juárez (Chihuahua) o cruzando el desierto de Sonora. El viaje -afirma la cadena de televisión Univisión- puede durar 15, 30 o más días, dependiendo de los obstáculos que aparezcan en el camino, incluidas las condiciones climáticas.