El 25 de enero del 2010 fue una fecha crucial para el futuro deportivo de Salvador Cabañas y no precisamente por un contrato millonario o por jugar en un gigante de Europa. Ese día, en un confuso incidente en un bar de Ciudad de México, Cabañas fue herido con un disparo en la cabeza.
Los días posteriores al lamentable hecho, tuvieron al borde de la muerte al paraguayo, quien si bien experimentó una excelente recuperación, quedó con el proyectil en su cabeza, lo que le ha causado pérdida de memoria a corto plazo. Debido a esto, el jugador también ha pasado por problemas económicos. Así, la esposa de Cabañas, María Lorgia Alonzo, y su abogado comenzaron un proceso judicial en contra de su club, el América de México, por presuntos deudas impagas (US$1.3 millones) que mantenía el club con el delantero. Finalmente las partes llegaron a acuerdo.
El ariete guaraní, que además jugó en clubes como 12 de Octubre, Guaraní y Audax Italiano, venía jugando en el país azteca desde el 2003 (Jaguares de Chiapas y América) hasta el momento del incidente. En el transcurso disputó un total de doce torneos locales, cuatro Interliga, dos Copas Libertadores, una Superliga y una Copa Sudamericana, con un registro de 155 goles en 259 partidos. En las "Aguilas" se convirtió en una de las figuras, al punto que sus aficionados decían que "él ganaba los partidos".
Sus últimos goles cayeron el 17 de enero, cuando recién comenzaba el Torneo Bicentenario azteca y donde se matriculó con dos anotaciones a San Luís para firmar un rotundo 5-1.
Una semana más tarde, el equipo perdió en Morelia y mientras festejaba en un bar de la capital mexicana, se desató la vorágine de la violencia.
Un pleito en los baños, un balazo en la cabeza a cargo del presunto agresor José Jorge Balderas, la cirugía cerebral, el coma, las dudas, la recuperación, la esperanza y el retiro, todo en un año que se cumple hoy. Después de alcanzar un gran nivel de recuperación, Cabañas volvió con su familia a Paraguay, donde todavía convalece de las secuelas de la herida, la mayor de ellas el no poder recordar los sucesos que acabaron con su carrera ni al agresor que le disparó en la cabeza.