Cuando joven, Eliseo Salazar llevaba los tiempos en las carreras de regularidad, de las que su padre era dirigente. Después, lo hizo en Las Vizcachas, donde hace justo 40 años se subió a un auto y se dio cuenta de que giraba tan rápido como los mejores. De ahí a la Fórmula Uno fue un camino no rápido, no directo, no fácil, pero sin alternativa.

En 1981 debutó en la máxima categoría de la velocidad en el mundo. Estuvo tres años. Dice que "por la juventud, tal vez, no aproveché del todo esa gran oportunidad".

Y pese a haber estado en la F1, el propio santiaguino asegura que su mayor orgullo es haber disputado la Indy.

En esa serie consiguió un triunfo, fue tercero en unas 500 Millas de Indianápolis y consiguió uno de los mejores tiempos de la historia en ese óvalo. "Fue una de las pocas veces que me saltaron lágrimas", confiesa.

Pero fue también donde vivió con mayor cercanía la posibilidad de la muerte. La propia, con fuertes accidentes, y la de cercanos.

Tras la IRL, Salazar disputó varias series en pista, estuvo en el Rally Mobil y el Dakar. De hecho, comenta que sólo él en el mundo ha participado de la Fórmula Uno, la Indy, las 24 Horas de Le Mans, el Dakar y el Mundial de Rally. Único en su especie.