El 22 de noviembre pasado, el teatro de Mundo Mágico inició una nueva era en su acontecida historia. Ese día, el recinto, emplazado dentro del terreno donde por años funcionó el recordado parque de diversiones, fue reinaugurado luego de diversas refacciones, que incluyeron un aumento de su capacidad, así como el mejoramiento de sus camarines y sistemas de iluminación y sonido. Desde entonces, la sala que en los años 80 recibió a cientos de familias chilenas bajo el nombre de Teatro Mágico comenzó a convertirse en uno de los nuevos epicentros del circuito metalero de la capital.

"Optamos por mantener el mismo nombre porque todo el mundo lo conoce así", explica Héctor Ramírez, administrador y gestor cultural del recinto ubicado en General Bonilla 6100, además del principal impulsor del segundo aire que vive el teatro. El mismo que por años quedó abandonado en medio de un inhóspito y peligroso terreno baldío, luego que el parque en miniatura cerrara sus puertas por problemas económicos a fines del 2000.

Luego de varias amenazas de demolición, la suerte del recinto empezó a cambiar recién hace seis años, cuando la Municipalidad de Lo Prado se hizo cargo del lugar y sus alrededores y lo reimpulsó como Centro Cultural de la comuna. Tras algunas temporadas de funcionamiento, y luego del cierre temporal del recinto durante 2013, el teatro fue cedido en comodato a la Unión Comunal de Grupos Folclóricos y reinaugurado en noviembre con un concierto para más de 500 personas.

Pero además de clases de danza, obras de teatro y seminarios, el teatro Mundo Mágico comenzó este año a activar también su cartelera de conciertos. Y aunque hasta ahora ha albergado presentaciones de grupos folclóricos e infantiles, además de festivales de música cristiana, el verdadero éxito del espacio llegó con los conciertos de diversas bandas extranjeras de thrash y metal, como el que ofreció el conjunto sueco Marduk el pasado 17 de abril, acompañados por grupos nacionales como Kasbeel y Godagainst.

"A fines de 2014 se empezó a potenciar el tema de los shows internacionales. La nueva administración es bastante inclusiva y tenemos la idea de experimentar y darle libertad a estilos que no tienen muchos espacios", cuenta el administrador del auditorio, el mismo donde hace más de dos décadas se grababan los interiores del programa de UCV-TV Encontrémonos en Mundo Mágico. Ahora, grupos como Nervosa y Entombed A.D. son los protagonistas sobre el mismo escenario que antes ocuparon personajes como el Oso Willy y el Pato Nobel.

"Aquí se llena de metaleros porque sienten que ahora tienen su propio espacio. Al principio nosotros teníamos un poco de miedo pero ha andado todo bien, no hemos tenido problemas y ellos disfrutan su música", añade.

Seguridad

Pese a que sigue siendo propiedad de la Municipalidad de Lo Prado, el teatro Mundo Mágico se financia actualmente con su arriendo para eventos -organizados por productoras externas- además de algunos dineros de fondos concursables. Y es que además del teatro mismo -que ahora cuenta con iluminación led, camarines remozados y equipamiento electrónico- el recinto es parte de un complejo mayor, donde existen oficinas, salas de eventos, estacionamientos e incluso un parque de skate. En sus exteriores, además, se pueden divisar volcanes y piletas, que funcionan como un recordatorio del mítico "Chile en miniatura", una de las principales atracciones del parque de diversiones que funcionó entre 1983 y 2000.

Esta singular ubicación, lejos de las casas colindantes y próxima a la estación Pajaritos de la línea 1 del metro, le ha permitido al teatro consolidarse como una opción segura y cómoda para ver shows de este tipo, sobre todo en un circuito donde escasean los reductos capacitados para recibir bandas extremas y que ha debido recurrir a sitios como la discoteca Kmasú.

"Como no hay vecinos cerca, prácticamente no hemos tenido reclamos. No  ha habido el más mínimo desorden, nos preocupamos mucho por la limpieza e incluso la 44 Comisaría de Lo Prado nos ha felicitado", asegura Ramírez.

Junto con esto, las características propias del teatro, que no ha cambiado su estructura original ni las butacas de madera para 600 personas, también favorecen a la seguridad y organización de cada evento. Un tema sensible especialmente en los días que corren, tras la tragedia ocurrida en la sala Santa Filomena hace casi dos semanas, que terminó con cuatro fallecidos.

"Nos ayuda mucho la estructura del teatro, porque tiene una puerta de escape grande, mientras que las graderías permiten que no  existan 'avalanchas' y las butacas de madera, como son fijas, dividen al público", detalla Ramírez, al tiempo que aclara que, al tratarse de un proyecto cultural sin fines de lucro, no cuentan con patente ni se vende alcohol en el lugar.