Hacía rato que el presidente Hugo Chávez parecía haber clausurado el período de prueba en el que había colocado a su homólogo estadounidense, Barack Obama; en diciembre pasado ya le "olía a azufre", según dijo en la cumbre de Copenhague.

En cuanto a su par colombiano, Álvaro Uribe, ya es difícil recordar cuándo fue la última vez en que Chávez lo llamó "hermano", para comenzar a calificarlo de "desgraciado".

El caso ha traído a la escena a un tercer actor en forma inesperada: Holanda, país al que el gobierno venezolano acusa de contribuir a supuestos planes de Estados Unidos para amenazar la estabilidad de su gobierno, a través de bases ubicadas en Aruba y Curazao.

Los gobiernos de Holanda y Aruba han negado tal cosa e insisten en que las bases son parte de la cooperación en la lucha contra el narcotráfico. Pero Venezuela no está satisfecha con la explicación. Este martes, el vicepresidente Ramón Carrizalez señaló que su gobierno tiene pruebas de un sobrevuelo ilegal de EE.UU., que partió de Aruba y pasó sobre territorio venezolano en mayo pasado.

Pero la política estadounidense de utilizar espacios en América Latina para operaciones militares no es nueva, y es más amplia de lo que parece a primera vista.

Abarcan las llamadas "Localidades Operativas" y el uso de otras instalaciones a través de convenios especiales.

LOCALIDADES ALTERNATIVAS
A su cargo se encuentra el llamado Comando Sur (Southcom), con base en Florida.

Bajo su supervisión funciona el que es, quizás, el centro de operaciones más antiguo de EE.UU. en la región: la de Guantánamo, en Cuba.

Se trata propiamente una base estadounidense, en terrenos otorgados en arrendamiento perenne en 1903 y como resultado de la guerra hispano-cubana.

Después se cuentan tres "Localidades Operativas":

-Aruba: en el aeropuerto Internacional Reina Beatrix, a través de un convenio de diez años firmado en 2000. Se utiliza para vuelos de combate del narcotráfico y otras operaciones.

-Curazao: en el aeropuerto Internacional de Hato, y bajo el mismo acuerdo (firmado con Holanda) que el anterior. "Provee una respuesta rápida y efectiva a las operaciones en la zona del sur, que incluye la Península de la Guajira en Colombia y Venezuela y buena parte de la zona de tránsito"

-El Salvador: en el aeropuerto Internacional de Comalapa. "Extiende significativamente el alcance de la detección y monitereo de aviones en los corredores de droga del Pacífico Oriental, donde más de la mitad de las drogas se dirigen hacia Estados Unidos", de acuerdo con el sitio del Southcom.

USO DE BASES
EE.UU. tuvo "Localidades Operativas" en Panamá hasta 1999 y en Manta, Ecuador, hasta el año pasado. Precisamente, el fin del acuerdo de cooperación para Manta fue lo que llevó a Washington a ampliar sus convenios con Colombia en un número de bases militares de ese país.

Según han declarado funcionarios del gobierno colombiano, no se trata de "bases estadounidenses" en su territorio, sino de acuerdos que permiten el uso de unas siete instalaciones militares de propiedad colombiana por parte de efectivos estadounidenses.

Bajo este esquema opera también la base aérea Soto Cano, en Palmerola, Honduras.

Es la sede de la llamada "Joint Task Force Bravo" estadounidense. Su misión oficial es "apoyar y conducir operaciones conjuntas y combinadas entre agencias, para ampliar la cooperación regional en iniciativas de seguridad y apoyar el desarrollo democrático".

De acuerdo con la venezolana Agencia Bolivariana de Noticias (ABN), EE.UU. utiliza las bases de Iquitos y Nanay en Perú, Liberia en Costa Rica y Estigarribia en Paraguay. No hay mención de ellas en el sitio del Comando Sur.

En el caso paraguayo, hay un comunicado en la página web de la embajada de EE.UU. en Asunción que niega un "falso mito" que data de 2005, sobre la presencia de militares estadounidenses o la instalación de una base en su territorio.

En cuanto a Vieques, en Puerto Rico, que también menciona la oficial ABN, fue la sede del Southcom hasta que en 2003 salió de la isla, tras años de actos de desobediencia civil por parte de los habitantes, que resentían el impacto ambiental y de salud de las actividades militares que ahí se llevaban a cabo.

HISTORIA Y ESTRATEGIAS
¿Cómo se explica este esquema de despliegue en suelo latinoamericano? La página web del Southcom declara que su responsabilidad es "proveer planes de contingencia, operaciones y cooperación en materia de seguridad para América Central y del Sur, el Caribe, Cuba, y la protección de los recursos militares de EE.UU. en estas zonas".

"Muchas de esas bases tienen que ver con el entrenamiento del Ejército en América Latina y la lucha contra el narcotráfico", le dijo a BBC Mundo Daniel Eriksson, del centro de análisis político Diálogo Interamericano, con sede en Washington.

Venezuela y algunos de sus aliados en la región no lo ven así. Para ellos se trata de una estrategia para facilitar operaciones militares estadounidenses dirigidas a desestabilizar o incluso acabar con los "procesos revolucionarios" del subcontinente.

Eriksson opina que EE.UU. tiene sus prioridades en otra parte. "En la región, el país más importante en materia de seguridad es México. Compartimos una frontera de 2.000 millas y ese país está involucrado en una lucha contra organizaciones criminales que pueden tener aspectos muy profundos en EE.UU.", señaló.

"Claro que existe una capacidad militar que Estados Unidos puede usar de otra manera, pero su principal objeto es manejar amenazas contra el narcotráfico. El resto es especulativo del gobierno venezolano", añadió el analista.

En cuanto a Colombia, lo explica por el papel que ha jugado Washington en la lucha contra los grupos ilegales y el narcotráfico en la nación que preside Álvaro Uribe.

Más allá de eso, ¿cómo se explica entonces la existencia de bases en sitios como El Salvador? Eriksson lo atribuye a razones históricas. "Era muy importante en la Guerra Fría. Generalmente después de que EE.UU. abre una base en otro país, por razones de inercia burocrática muchas veces se queda ahí por años", indicó.