La imagen de Adou Ouattara, un niño  africano de 8 años descubierto dentro de una maleta cuando trataban de hacerle cruzar ilegalmente la frontera española, dio la vuelta al mundo y provocó  indignación en España, donde finalmente podrá quedarse. 

El jueves, las autoridades españolas le concedieron un permiso de  residencia provisional de un año para reunirse con su madre, Lucie Ouattara, instalada legalmente en Fuerteventura, una isla del archipiélago español de las  Canarias, frente a las costas de África Occidental.

El niño, que se halla en un centro de acogida para menores, espera ahora  los resultados de las pruebas de ADN que deben demostrar su filiación antes de  instalarse con su madre.

Su historia muestra "la terrible desesperación de muchas personas que huyen  del hambre y la miseria" y que luchan por estar con sus familias a cualquier  precio, declaró el portavoz del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Antonio Hernando.

En los últimos meses, se ha multiplicado la llegada de migrantes clandestinos a Europa, que viajan en dobles fondos de coches o en embarcaciones improvisadas que vuelcan fácilmente, provocando naufragios que han dejado  centenares de muertos en las aguas del Mediterráneo.

Lucie Ouattara vive angustiada, pero cree que conseguirá reunir a su  familia. "Voy a luchar hasta morir para traer a mi marido y a mi hijo", declaró  al diario digital local Canarias7.es.  

Lleva esperando desde el 7 de mayo, cuando los agentes de la Guardia Civil  del puesto fronterizo del Tarajal, en el enclave español de Ceuta (norte de  Marruecos), se quedaron boquiabiertos al descubrir la silueta del niño, acurrucado en la pequeña maleta de una joven de 19 años.

Adou Ouattara estaba al borde de la deshidratación. Las autoridades  detuvieron a su padre, Ali Ouattara, horas después, mientras intentaba cruzar  la misma frontera, y lo pusieron en detención preventiva tras acusarlo de  intentar ocultar al niño.

La jueza se negó a liberar al padre del niño este jueves, alegando un  riesgo de fuga y su presunta responsabilidad en el grave peligro que corrió su  hijo.  

"El padre ha sido víctima de la mafia", dice a la AFP Juan Isidro Fernández  Díaz, el abogado de la familia.

Ali Ouattara lleva siete años viviendo legalmente en Fuerteventura. Su  mujer Lucie, con la que tiene cuatro hijos, viajó a la isla canaria hace un año  en compañía de Myriam, su hija de 11 años.

Su hijo Ismael, de 21 años, trabaja en la provincia de Murcia, en el  sureste de España.

Adou, por su parte, se había quedado en Costa de Marfil, en el pueblo de  Assuefry (noreste), junto a su abuela y su hermano Michael. La abuela falleció en 2014, y Ali Ouattara solicitó un permiso de residencia para Adou, en virtud  de la reagrupación familiar.

Le denegaron el permiso por 60 euros, lamenta su abogado. "Llevaba siete  años en España, trabajaba en una lavandería y ganaba 1.275 euros, y la ley de  extranjería española exigía 1.333 euros", añade.

Ali Ouattara decidió entonces pagar 5.000 euros a traficantes de personas  por un pasaporte y un visado, pero nunca habría aceptado que su hijo fuera  transportado en una maleta, afirma el letrado.

Según Fernández Díaz, los traficantes pidieron primero a Ali que fuera a recuperar a su hijo al aeropuerto de Madrid, luego le dijeron que lo podría  recoger en la ciudad marroquí de Casablanca, antes de pedirle que viajara a  Ceuta.

"Allí le dijeron: 'entre usted primero, que el niño entra después con el pasaporte', pero era mentira", cuenta el abogado. Ali Ouattara cruzó la  frontera cuando su hijo ya había sido descubierto.

La foto del niño metido en la maleta suscitó indignación en España donde los partidos de la oposición pidieron que se le permita reunirse con su madre y  que su padre sea liberado.

Este caso "es una prueba más evidente de que la legislación de inmigración  es una barbaridad y lleva a profundas injusticias", denunció el portavoz  adjunto de la Izquierda Plural en el Congreso, Joan Coscubiela.