El norte de Filipinas se prepara para un nuevo temporal sin apenas haber podido recuperarse del anterior, la tormenta tropical Ketsana, que dejó más de 200 muertos en la isla de Luzón, según el último recuento de víctimas.

Los meteorólogos advirtieron hoy de que un sistema de baja presión atmosférico que se aproxima al archipiélago por el Pacífico ya se ha convertido en tormenta y puede transformarse en tifón antes de tocar tierra dentro de dos días.

En apenas 12 horas, Ketsana vertió sobre Manila y otras 25 provincias una cantidad de lluvia muy superior a la media mensual para esta época del año y batió el anterior récord de 1967.

Del casi medio millón de desplazados, unos 375 mil siguen ingresados en centros de refugiados y hay 1,8 millones de afectados, y el reguero de víctimas puede seguir aumentando, admite el Centro Nacional para Coordinación de Desastres.

Los daños económicos se calculan por ahora en US$50 millones.

Ante la incapacidad del gobierno, ciudadanos y grupos de voluntarios se esfuerzan por hacer llegar a los damnificados agua potable, comida, ropa y medicamentos, y soldados de Estados Unidos desplegados en el sur han sido enviados a ayudar al Ejército en las labores de reparto de material.

La Presidenta filipina, Gloria Macapagal Arroyo, se ha defendido de las críticas por su falta de respuesta ante la tragedia aumentando que ha sido "un evento extremo que sucede una vez en la vida (...) y que ha sobrepasado nuestros recursos".

Ketsana", de nombre local "Ondoy", tocó tierra en Filipinas la madrugada del sábado con vientos superiores a los 100 kilómetros por hora y ya ha abandonado el archipiélago con dirección a Vietnam y el sur de China.

Decenas de personas mueren cada año por inundaciones y riadas en el archipiélago durante la estación lluviosa, que suele durar de junio a diciembre, y todavía se prevé que en las próximas semanas puedan llegar hasta cinco tifones.