A las siete de la tarde, la esquina norponiente de Rancagua con Seminario se convierte en un hervidero de hombres y mujeres con casco de ciclista, tenidas de lycra y una charla sobre pedales, neumáticos y alturas del sillín. Encadenan sus bicicletas a un aparcadero en la vereda y toman café de pie, hojean revistas especializadas y luego parten de regreso a sus casas.
"Estamos demoliendo los hornos de la panadería que están en el subterráneo", dice Dominique Villa, la dueña de Sucucho Bikes, la tienda de bicicletas en cuestión, ubicada en Rancagua 0188 (ver infografía). "Ahí vamos a hacer un estacionamiento de bicicletas con duchas, para que los ciclistas las dejen guardadas, tomen desayuno, vayan a trabajar y luego regresen en las tardes por ellas", agrega Villa.
El subterráneo de la casona parece siniestro y tétrico. "Son dos hornos como los de barro, gigantes, pero hechos de ladrillos y con puertas de fierro", describe Dominique. Durante 50 años funcionó ahí la panadería y pastelería Seminario, de las mejores del sector.
Los hornos ardían de madrugada y, a las siete de la mañana, el aroma de las marraquetas emanaba desde el subsuelo hasta la vereda. Flotaba por el patio hasta la casa neogótica contigua, en Seminario 95, y cruzaba la calle hasta los departamentos del tercer y cuarto pisos del edificio de enfrente, en Seminario 98 y 96. Todas propiedades de la familia de la arquitecta María del Pilar Pérez, más conocida como "La Quintrala", inmuebles que desataron en esta mujer la ambición, la locura y la muerte.
"Mucha gente viene preguntando por la historia de la casa", cuenta Dominique, hija de ciclista. "Pero no vamos a hacer el tour del terror ni nada por el estilo. Todo lo contrario, los cuatro pilares de Sucucho Bikes son: la buena vibra, la vida sana, la amistad y la cultura de la bicicleta", añade.
En la tienda, además del estacionamiento subterráneo, hay un taller y una cafetería. Afuera, en la vereda de Rancagua, se instaló un aparcadero para estos vehículos, empotrado en la vereda. Dominique Villa recuerda que desfiló 30 días por las ventanillas de la Municipalidad de Providencia para obtener los permisos de estos simples espacios para dejar las dos ruedas.
"Al final me los dieron por cansancio, yo creo, porque parece que no querían que cambiara el destino de la casona", relata.
Desde el 2010 que Dominique venía fijando su vista en el enorme local de la panadería, hasta que concretó su arriendo en febrero de este año.
Al lado de Sucucho Bikes, compartiendo los 180 metros del local que antes fuera panadería, hay una farmacia. En los dos pisos superiores funciona una empresa de telecomunicaciones desde febrero. Y a la vuelta de la esquina está la más bella de todas las propiedades, la casa neogótica de Seminario 95, la casa de Pilar y la última que quedaba por rematarse. En agosto se la adjudicó, en $ 167 millones y en una segunda subasta, una sociedad inmobiliaria.
El pasado martes 6 de noviembre, el Octavo Juzgado de Garantía de Santiago levantó la última medida precautoria y el miércoles 7 un funcionario de Inversiones Concepción S.A. pudo por fin cambiar el recio candado de la puerta neogótica de número 95, contigua al 97, donde vivía su hermana Gloria y murió baleado y apuñalado Diego Schmidt-Hebbel.
"Hay una filtración de agua y unos pocos daños que dejaron unos okupas que estuvieron hace poco", explica el trabajador que constató los daños, que comenzarán a ser reparados para poner en arriendo la casa de "La Quintrala", a fines de noviembre.
Irma Vidal (61), la florista del barrio y quien tiene un pequeño quiosco pegado al muro de esa vivienda, todavía recuerda a Pilar Pérez paseando todas las tardes por calle Seminario a sus perros salchichas: Baltazar y Cleopatra.
"Siempre andaba de mal genio. Nunca saludaba. Solía discutir a voz en cuello con sus hermanas y otros parientes. Y, últimamente, con su mayordomo y pareja", cuenta.
Tanto ella como otros vecinos sindican como el origen de todo el drama a la ambición desmedida de la mujer por la herencia del gallego José Pérez, el patriarca del clan y fundador de la panadería Seminario, quien murió en 1999.
Frente a la casona de "La Quintrala" y al edificio de la panadería, la semana pasada unos obreros terminaban de arreglar los vidrios rotos a piedrazos de los departamentos 31 y 41 de Seminario 96, que también pertenecían a la familia de Pilar Pérez.
Julio, el conserje del edificio, cuenta que varias veces en la noche algunos jóvenes rompían las ventanas. "Quebraron los vidrios porque adentro estaba desocupado", sentencia, entre sabio y cansado, con el escobillón en la mano. "Recién cuando se habiten esos dos departamentos, el barrio comenzará a olvidarla", añade.
Desde la ventana del departamento 31, donde se había trasladado para espiar a sus parientes, supuestamente Pilar Pérez presenció con la cortina corrida el intento fracasado por parte del sicario José Ruz de robar la casa y asesinar a toda la familia de su hermana Gloria, el 4 de noviembre de 2008. Pero el forcejeo en la puerta con Diego Schmidt-Hebbel, el novio de su sobrina, a quien Ruz disparó en el cuello y apuñaló, descorrió la verdad de su alevoso fin. Hoy el barrio pretende olvidarla, y más todavía Dominique.